CONTRACULTURA

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SID VICIOUS

Sid.gif - 9699,0 K Sid Vicious es un mito. Un icono. Su rostro ha ilustrado más camisetas que ningún otro personaje de la historia. Su nombre está asociado indefectiblemente a la historia de la música y se ha creado a su alrededor una especie de subcultura. Vicious es el hombre a admirar. No se puede admirar a Kareem Abdul Jabbar porque no todo el mundo supera los dos metros de estatura. No se puede admirar a Plácido Domingo porque se requiere una garganta muy especial para estar a su altura. Pero todo el mundo debe admirar a Vicious porque ha logrado ser un ídolo de la forma más difícil posible: sin saber hacer ni una maldita cosa. Vicious, quédense con la copla, no sabía hacer nada. Por eso hay que admirarle.

Sid Vicious, conocido universalmente como el bajista de los Sex Pistols a pesar de su nulo sentido musical y inexistente aportación a la creatividad del grupo, sustituyó a Glen Matlock, que sí había llevado los esfuerzos del grupo a las cotas más altas: Anarchy in the U.K.; God Save the Queen. Los miembros del grupo le repudiaban incluso sobre el escenario, encima del cual Vicious llegaba a sangrar y a sufrir heridas. Los Pistols sólo soportaron un año de existencia desde la llegada de Vicious, al que incluyeron por puro patetismo y porque les hacía gracia. Y porque el rol punk radical para Vicious no era tal rol: Vicious vivía como si verdaderamente no hubiese futuro, practicaba la autodestrucción de un modo brutal incluso para los reyes del movimiento y se deslizaba siempre por el límite de las cosas, particularmente en lo concerniente a la heroína, que marcaría el resto de su corta vida, y el resto de drogas -ˇsu desayuno más célebre y no poco habitual eran las tortillas de anfetaminas!-.

Así pues, dentro de la doctrina de los Pistols, que se vanagloriaban de sus nulas habilidades musicales, Vicious era el que menos valía de todos. Cuando hablaban de vivir sin ídolos, nadie estaba más lejos de esa calificación que ese delgaducho cerúleo con cadena y candado al cuello que vivía continuamente en una loca neblina de drogas y ruido.

(Hay que decir que los Sex Pistols no se hicieron famosos en su país por sus canciones, sino por que en cierto programa en directo de la televisión estatal mandaron a hacer gárgaras al presentador de la forma más grosera posible, y fueron los primeros en utilizar la palabra prohibida en los medios de comunicación británicos: "fuck"; eso levantó a la nación entera -excepto a los jóvenes- en su contra).

La leyenda de Vicious se completó con el caso de Nancy Spungen, su novia americana e igualmente yonqui, a la que asesinó por arma blanca (al parecer por petición expresa de ésta). Si a la fama de los Pistols, ya reconocidos como la mayor fuerza del punk, se añade todo el revuelo generado por los juicios y los continuos ingresos de Vicious por sobredosis, se comprenderá por qué este caso fue el tema favorito de la prensa británica amarilla.

Vicious murió, como no podía ser de otra forma, de sobredosis.

Y todo eso ha conformado la última gran leyenda del siglo veinte.

Ya sé que es una vida desgraciada, y que sufrió durante meses ser el hazmerreir universal, pero... żacaso no valió la pena? żNo es ese un precio moderado para ser un mito?


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