Traci Lords no ha cumplido los treinta años y ya le han escrito un buen puñado de biografías. La reina del porno se ganó el título ante las propias profesionales, que veían cómo una adolescente las superaba ampliamente, a veces por puro instinto. Traci fue además una mujer terriblemente inteligente y en permanente control de lo que la rodeaba.
Nora Louise Kuzma, que así reza su partida de nacimiento, nació en mayo del sesenta y ocho -mes de revoluciones- en Steubenville, Ohio. La vida se lo puso todo en contra: a los doce años, su madre se divorció de su marido alcohólico. Traci quedó embarazada la primera vez que hizo el amor, y tuvo que pagar su propio aborto. Abandonó el instituto y comenzó a consumir cocaína, terminando adicta. Decidió irse de casa. Arrancó en una agencia de modelos bajo el seudónimo de Kristie Nussman, que luego cambiaría por el definitivo de Traci Lords, inspirándose en su actor favorito, Jack Lord (Hawai 5-0).
Comenzó posando para revistas eróticas, pero se dio cuenta de que para aparecer en revistas tenía que acostarse con todo tipo de grasientos y peludos productores, mientras que en el cine porno ella podía decidir con quién se quería acostar, sin pasar por la pelvis de los regidores. Y empezó su carrera en el porno arrasando desde muy pronto debido a su buen hacer. Justo es decir que Traci nunca practicó ante las cámaras el sexo anal -privilegio que reservaba para su amorcito-. lo que en cierta medida la limita como actriz porno; pero su actitud y desprejuicio en el grueso de las actividades "tradicionales" (sexo vaginal, números sáficos, sus incomparables felaciones,...) marcaban un abismo entre ella y sus competidoras. Para cuando cumplió la mayoría de edad ya tenía comercializadas más de cien películas y había dejado bien claro al resto de los profesionales del género -que nunca supieron que era aún una adoescente- quién era la reina.
Celebró tan apropiada fecha con una maniobra que en un principio tenía todas las de ganar: decidió fundar su productora -que en adelante distribuiría, en lógica exclusiva, las nuevas obras de Traci- y denunció a todas las productoras para las que había trabajado, señalando que ella -Traci- aún era una menor cuando filmó las películas, convirtiéndolas por tanto eran ilegales, y acusándolas -falsamente, claro- de haberla manipulado. El efecto previsto de la demanda era que las antiguas obras de Traci tuvieran que ser retiradas del mercado, y que por tanto todo aquel que quisiera conocer y disfrutar de la jefa del X engrosara las arcas de la productora de nuestra actriz sin- un- pelo- de- tonta.
La denuncia prosperó, pero Traci acabó en el ojo del huracán; la cosa se disparó gracias al inconfundible conservadurismo USA y con todo el movimiento apenas pudo filmar media docena de películas "legales" (o se iba al garete su excusa de la manipulación). Al final del proceso la una no se enriqueció y los otros pagaron caro, con lo que todo el mundo salió perdiendo y las viejas películas de Traci se convirtieron en codiciadas y escasas joyas que se intercambiaban en almacenes y parques a medianoche.
Vista la que había montado, decidió abandonar el cine porno y repudiar su pasado en público. Buscó trabajo en películas mainstream, pero nadie la quería contratar dada la situación. Tuvo que empezar otra vez desde el principio: se arrastró por diversos telefilmes de segunda fila, luego accedió a cutrísimas producciones de serie B y, tras mucho trabajo, accedió a películas de más nivel (de la mano de John Waters, leyenda B y admirador suyo) y a teleseries de gran audiencia (roles secundarios en MacGyver y Matrimonio con Hijos, un papel casi principal en Melrose Place). Y así hasta ahora.
Resumiendo la vida de Traci Lords: el mundo le echó encima cuanto pudo y Traci ha salido triunfante, como una diosa, como un icono. Y quien la haya visto sólo puede descubrirse. Te queremos, T.