Reflexiones de Repronto · | una videoserie para la generacion audiovisual
 

Una presentación

Doctor Repronto - Lunes, 29 de noviembre de 2010, a las 17:17

En noviembre, en El Barucu gijonés, hice la conferencia Conspirapop actualizada a 2010. Los organizadores encargaron la presentación a Javier Martínez Barcala, quien la formuló como una defensa de Repronto que quiero compartir en este rincón.

Lo que sigue es el texto que Javier recitó ante los asistentes. Lo reproduzco con su permiso, agradeciendo y agradecido.

PRESENTACIÓN DOCTOR REPRONTO

Ya que me ha tocado este embolado de presentar al doctor Repronto y dado que estamos con la recesión impregnándolo todo su olor a descomposición y, sobre todo, a que es una manera cómoda de captar la atención inmediata de la muchachada en estos días, voy a empezar hablando de un tema candente de la actualidad informativa: los zombis. En particular, de una película de zombis. Su título es Pontypool, su director, Bruce McDonald y, por supuesto, no se estrenó en cines españoles ni, de momento, tiene prevista edición en dvd por estos andurriales. Los que no la hayáis visto, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Este es el punto en el que tengo que avisar eso de “Contiene spoilers”. Esos mismos que no la habéis visto y seáis sensibles a la revelación de claves importantes de la historia, por favor, haced caso omiso de lo que voy a contar a continuación. En Pontypool asistimos a una infección zombi donde las causas del contagio no son de procedencia desconocida pero tampoco bacteriológica, no tienen que ver con asteroides venidos del espacio exterior ni con el vudú, ni se explican por el mordisco de un pobre mono en un laboratorio. La zombificación de Pontypool ocurre por vía semántica: en el idioma inglés hay ciertas palabras que, activado un secreto mecanismo interno, convierten a sus víctimas en depredadores de significado; la realidad se disuelve para el infectado, porque la palabra, vaciada de su significado, lo ha atrapado y lo desprovee de capacidad para entender su entorno más allá de la búsqueda obsesiva de esa sustancia perdida. Este deterioro, como no podía ser de otra manera, es muy violento y abunda en menudillos y pústulas sangrantes. Los protagonistas de la cinta, un hombre y una mujer, son personas normales (él es una antigua estrella de la radio venido a menos, ella, su productora actual) y, en medio del pandemonio extravagante en que se ven inmersos, asumen su instinto de supervivencia con toda seriedad.

Pero resulta que, acabada la película, y pasados los títulos de crédito, se nos obsequia con una escena en aparente desconexión con el tono y las intenciones de todo lo anterior: los protagonistas aparecen ambos en un plano fijo, ataviados como personajes recién excretados de las entrañas de la cultura popular: él, convertido en un James Bond de saldo, recitando líneas de virilidad imposible, ella, como una letal espía de curvas vertiginosas, aire oriental y lengua de doble filo. Ambos posan rígidamente en un entorno digital, donde los objetos han perdido su funcionalidad real y parecen emerger de una viñeta. ¿Qué sentido tiene esto? Aparentemente es una broma que desdramatiza todo lo anterior, una final alternativo ligero. Pero no creo que esta apariencia sea una buena explicación. Lo que ha ocurrido, en mi opinión, es que, como habían descubierto en el desenlace de la acción, la única manera de evitar la infección es permutando los significados de las palabras, y, por extensión, de las cosas. Si no estás plenamente convencido de que en el nuevo orden asesinar significa besar (“Kill is Kiss”) estás frito. En resumen: si no quieres convertirte en zombi semántico, desprovisto de cordura o de inteligencia y buscando desesperadamente un sentido que no vas a encontrar, tienes que reordenar el mundo alrededor. Y ¿cómo reordenaríamos nuestro mundo si no nos quedase otra opción, si nuestra vida dependiese de ello? Probablemente convirtiéndonos en personajes de ficción, en aquello que nos gustaría ser y no nos atrevemos a encarnar: un Tyler Durden, un Spiderman sin el stress laboral y sentimental, en un gangoso Humphrey Bogart. Es lo que parecen hacer los protagonistas de Pontypool. No creo, por mucho que se jure solemnemente, que alguno de los presentes no haya fantaseado alguna vez con tener superpoderes en alguna de sus variantes. Ser invisible o ser un mostrenco de fuerza imparable o tener una polla como una columna jónica que nunca se arruga en el momento crítico. Todos lo hemos hecho, y, todos sabemos que esta operación de delirio autoinducido, aunque deseable en ocasiones, tiene mucho peligro: podemos acabar siendo devorados por nuestro particular monomito, un poco como le pasa a Scott Pilgrim.

La cuestión en esta época de desmadre audiovisual es si podemos ejercitar nuestra capacidad de análisis con las carretadas de información que nos impactan a diario y, a la vez, somos capaces de extraer de ese análisis lecturas desprejuiciadas y, a ser posible, disfrutar con ellas. No podemos permitirnos el lujo apocalíptico e idiota de despreciar las manifestaciones de eso que se da en llamar cultura popular si lo que queremos es entenderla, ya ni hablamos de gozarla. Parece difícil dicho así, pero figuras como el doctor Repronto demuestran que es posible.

He tenido la tentación egotista de incluir a Repronto en el largo linaje de mis heterodoxos favoritos, los doctores tildados como locos o chiflados. Personajes como el doctor Frankenstein o Herbert West, el reanimador. Pero enseguida me di cuenta de que no iba a funcionar: mientras estos suelen operar con carne muerta, el doctor Repronto opera con ideas vivas. No hay punto de comparación posible. Frankenstein o West están abocados al fracaso y a la incomprensión, y son perseguidos sistemáticamente por sus coetáneos y sus creaciones. El destino del doctor Repronto es bien distinto; poco a poco su voz ha ido ganando adeptos y la visibilidad de su discurso es cada vez mayor. Y ello se debe en parte a que el hilo de ese discurso parte sin disimulos de la propia cultura popular. Está integrado en ella y se vale de ella.

De toda su argumentación, de la que esta noche vamos a tener un bonito botón de muestra, destacaré una sola idea que, me parece, recorre todo el pensamiento reprontiano: la afirmación de que la cultura popular ha conseguido destruir la frontera falaz que la separaba de la alta cultura y ahora se apresta a reconfigurar nuestra realidad. Los códigos de la ficción han canibalizado la percepción del mundo a tal punto que hoy día nos es difícil, si no imposible, distinguir qué es una cosa y qué es otra. De estas influencias constantes, de los entrecruzamientos y la confusión, y de la imposibilidad de dar marcha atrás en este curso de los acontecimientos, nos habla el buen doctor sin reparos catastrofistas, sin alarmismo, y, lo que es más importante, con mucho, mucho sentido del humor.

Y, aún a riesgo de confundir “presentación DEL doctor” con “mamada AL doctor”, debo añadir que, estemos o no de acuerdo con sus reflexiones, lo que no puede negarse es la originalidad de su enfoque y que, tomando nota de sus planteamientos, discutiendo las ideas que pone encima de la mesa, podemos evitar o al menos postergar ese momento, reflejado en Pontypool, en el que el imperialismo audiovisual acabe por devorarnos y desproveernos de capacidad para interpretar y entender sus significados.

Javier Martínez Barcala, 13-11-2010

Actualización: ahora, disponible en vídeo:

Reflexiones de Repronto anuncia su cuarta temporada

Doctor Repronto - Lunes, 15 de noviembre de 2010, a las 01:00

La cuarta temporada de Reflexiones de Repronto comenzará el próximo día 1 de diciembre, y publicará capítulos nuevos los días 1 y 15 de cada mes, excepto el 1 de enero.

El capítulo del 15 de diciembre será de nuevo un especial fuera de numeración.

Les recordamos que también tienen a su disposición las promos de las temporadas tercera, segunda y primera (en sus dos versiones: 1 y 2)

Fotografías en vivo

Doctor Repronto - Jueves, 11 de noviembre de 2010, a las 18:15

Les dejo aquí un puñado de imágenes de las presentaciones en vivo de Reflexiones de Repronto.

Estas pertenecen a la presentación en Zaragoza Activa, en octubre de 2010, captadas por Javier McCallan, quien -además- les ha preparado una galería entera aquí:

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Y estas pertenecen a la presentación en La Reina de África, en marzo de 2010,  captadas por Oriol Luna:

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