Luis Carandell es un sabio. En particular es un maestro sobre la cultura,
la idosincrasia y la naturaleza de la cultura española. Además
de eso ha facturado libros que ya son clásicos incontestables de las
bibliotecas de personas inquietas como sus Celtiberia
Show o su Tus Amigos no te Olvidan. Si sumamos que simultáneamente,
en su época de mayor producción, era capaz de cuajar una biografía
del líder del Opus Dei que hubiera matado de envidia al "nuevo periodista"
Tom Wolfe o un reportaje suicida por las playas españolas en pleno desarrollo
que hubiese firmado el periodista gonzo Hunter S. Thompson, sólo queda
rendirse a sus pies. He aquí este irrepetible ejemplo de francotirador
castizo, que tuvo la gentileza de sentarse a tomar unas cañas con nosotros
y concedió esta entrevista exclusiva para Contracultura.
Cc: ¿Quién
es Luis Carandell?
LC: Soy un periodista de ya cincuenta años de profesión. Nací
en 1929 en Barcelona. He vivido toda mi vida en parte fuera de España
en parte fuera de Barcelona. Ahora vivo en Madrid. He estado de corresponsal
durante mucho tiempo en Egipto, en el medio oriente, en Turquía, en el
sudeste asiático, en el Japón,... y luego me he dedicado mucho
a relatos y libros de viaje en una revista de viaje que se llama viajar. Estuve
como cronista de cortes –la palabra cortes significa parlamento, en el idioma
español habitual-...
Cc:..Me gustaría ir despacio y con buena letra, para introducirnos
poco a poco en su perfil. ¿Son anteriores sus corresponsalías o sus colaboraciones
en Triunfo?
LC: Yo entré en triunfo en el año 68 y la corresponsalía
cuando cayó el rey Faroucq fue en el año 52. Después estuve
en Japón del 57 al 60, he vuelto luego para varios viajes, he estado
de corresponsal en la URSS, cuando todavía existía la URSS,...
Cc: Esto venía a colación porque la perspectiva de España
y del celtiberismo que usted tiene, ¿le viene desde el principio o nace en estas
corresponsalías?
LC: No, no tiene nada que ver. Lo que pasa es que es posible que el hecho
de haber pasado tanto tiempo fuera de España te hace que cuando vuelves
a tu país lo ves como si fuera un país extranjero y te das cuenta
de cosas que los que están permanentemente en su ciudad no perciben tanto.
Esa fue la razón de que yo empezara una sección de cosas pintorescas
de nuestro país...
Cc: ...que empezó con "Nosotros, los catalanes", si mal
no recuerdo...
LC: Sí. Mi colaboración en triunfo comenzó con "nosotros,
los catalanes", pero en seguida hice esa sección que tuvo enseguida
éxito que se llamó Celtiberia Show porque se trataba de mostrar
aspectos en parte bárbaros, en parte cómicos de la realidad española
de una época en que España estaba muy encerrada. Porque había
una dictadura y porque tenía muy pocas relaciones con el exterior.
Cc: Y haciendo un poco no tanto un sumario como una hipótesis de
partida, ¿cómo definiríamos el celtiberismo que revela sus libros
Los Españoles, los Celtiberia Show, Tus Amigos no te Olvidan, o incluso
la –si me lo permite, extraordinaria- biografía de Escrivá de
Balaguer? ¿Cómo definiríamos ese tronco común a todas ellas?
LC: Los antiguos romanos llamaban Celtiberia no a toda la península
ibérica pero si a la parte más importante y que estaba más
próxima a ellos, la parte que va desde el mediterráneo hasta aproximadamente
el centro de la península. Al otro lado, en occidente, era Lusitania,
y al otro lado eran los iberos propiamente. Pero los celtíberos fueron
aquellos más representativos de la península. Y entonces siempre
que se trata de hablar de cosas muy característicamente españolas,
se emplea esta palabra de Celtiberia. Que yo la tomé por ejemplo de don
José Ortega y Gasset, que la menciona en uno de sus libros porque recuerda
al poeta Marcial, que era de Calatayud, y que cuando estaba en Roma se acordaba
de su antigua casa celtíbera. Y esta fue la palabra que se ha quedado
un poco como una muestra de lo más racialmente español que tiene
algún tono de pintoresquismo, o de barbarie.
Cc: ¿Pero es descriptible? ¿Se puede hacer una descripción inicial
del celtiberismo?
LC: Sí, se puede describir en cierto modo. Es un producto de una España
bastante encerrada y que continúa con una especie de barroquismo que
produce cosas tan graciosas como aquel cartel que vi yo una vez que ponía
"PROHIBIDO ATROPELLAR NIÑOS BAJO MULTA DE 50 PESETAS".
Cc: (Risas) Y entonces, ¿cómo explicaríamos la España
profunda? Que vendría a ser el opuesto y complementario del celtiberismo:
la sangre, la pasión,...
LC: La España profunda ha sido un término traducido del inglés.
Ellos dicen, por ejemplo, "deep Africa". Y quiere decir el Africa
a la que no llegan los turistas, a la cual no se accede fácilmente, porque
hay que pasar por caminos en muy mal estado. En realidad es una cosa un poco
diferente de la España profunda porque en los años 60 y 70 te
podías encontrar con muestras de celtiberismo en Madrid, en Barcelona,
en Zaragoza tan tranquilamente. No hacía falta ir por caminos muy extraños.
Cc: Quiero destacar la brillantez literaria de su obra, que es al fin y
al cabo lo que nos ha traído aquí. Porque quiero subrayar en las
obras mencionadas (Los Españoles, los Celtiberia Show, Tus Amigos no
te Olvidan, y la biografía de Escrivá de Balaguer) una extremada
capacidad de dar una opinión, a veces feroz, sin necesidad de escribir
una sola línea propia. Colocando los textos de los demás en el
orden correcto y escribiendo lo mínimo posible, construye usted un tapiz
que declara clarisimamente su tesis sobre el personaje y da una opinión,
a veces feroz, que a efectos digamos jurídicos nadie puede asignar a
usted. Yo esto lo considero extraordinario. ¿Lo desarrolla por su cuenta o lo
toma de algún escritor?
LC: Esto yo lo atribuyo a que mi estilo es muy periodístico, en el
sentido de que no hace falta adjetivar, no hace falta decir usted es un burro,
sino que basta con decir la burrada que el burro ha dicho para que se vea que
es un burro. Si además se califica, entonces parece que se quiera estar
influyendo en el lector, o en el oyente o en el televidente, para que note ese
aspecto. Yo he preferido siempre describir la realidad a través de lo
que la misma realidad dice, sin necesidad de muchos comentarios.
Cc: En la biografía de Escrivá es, en mi opinión,
especialmente difícil. Primero, para sacar –casi arrancar- los testimonios,
y segundo para ordenarlos de manera que construya una tesis como la que usted
plantea, de Escrivá como el perfil de la persona que recibe a un mandatario
en su enorme salón con suelo de Ónice que le dice a su invitado
"¿ve usted este suelo?. Pues esta hecho de eso que con piedrecitas las
señoras ricas se hacen anillos".
LC: Sí, sí. A mi me costó bastante trabajo hacer ese
libro, porque tuve que viajar por todos los lugares donde él había
estado, el lugar donde había nacido, Barbastro, el seminario donde había
estudiado, los comentarios de sus amigos y algunos familiares suyos, y los comentarios
de los que le habían conocido. Porque no tuve ocasión de verle
a él. Me negaron el acceso a él, pensando que yo iba a escribir
una cosa contra él, cuando lo que quería era escribir una cosa
sobre él. El hecho es que hacía cosas que podían caracterizarse
de celtibéricas, en el sentido de que por ejemplo cogía una imagen
del niño Jesús en medio de una reunión de estudiantes y
se ponía a dar besitos al niño jesús: muá, muá,
muá,... como si fuera su niño. Esta es una escena cómica,
que para una película sería impagable. Con contar esto ya no necesitas
decir "mira como era este señor", sino simplemente contarlo.
Y esa es la técnica que empleé.
Cc: Celtiberia Show, antes de alcanzar la época exitosa en el 70,
comenzó como una sección puramente literaria que en un principio
sólo podía interesar a los intelectuales amantes de las rimas
de ciego. ¿Cómo consiguió convencer al editor para incluirla?
LC: Tuve que trabajar mucho en los principios para recoger las muestras, pero
luego empezaron a lloverme historias, papeles, estampitas, programas, recortes,...
de toda España. Es decir me convertí en una especie de papelera
celtibérica de toda España. Y aquello me fue relativamente fácil.
La dificultad estaba en seleccionar.
Cc: Además en una revista progresista como era Triunfo.
LC: Sí, y muy seria la revista. Precisamente, quizá, por eso
mismo José Angel Ezcurra, que era el editor de Triunfo en ese momento,
quizá penso que hacía falta meter una sección un poco humorística,
fácil de leer...
Cc: Y eso que colaboraban Vázquez Montalbán, Chumy Chúmez,...
LC: Bueno, Chumy Chúmez estaba más en Hermano Lobo, que era
la revista que fundó. Triunfo era muy seria. Era una revista muy formal,
muy seria, la gente la llevaba debajo del brazo para que se notara que no era
franquista,... nosotros los llamábamos "los del sobaco ilustrado".
El grupo inicial eran Monleón, Moreno Galván, Haro Tecglen, de
los Ríos, Márquez Reviriego,... La revista se hacía prácticamente
con colaboraciones, había muy poca redacción. Y lo que se hacía
era una revisión intelectual que no ocultaba la política aunque
la disimulaba –porque entonces no se podía hacer política en esa
revista- y que estaba más o menos consentida por el poder porque sabían
que la revista estaba dirigida a los intelectuales, y que al resto pues no entendían
nada y les daba un poco igual. Un poco de desprecio a la cultura. Pero Ezcurra
pensó que quizá hacía falta en la última página
una sección digamos fresca, una cosa graciosa,... bueno, al final se
convirtió en una de las secciones fundamentales en Triunfo. Y luego apareció
el libro en 1970. Y tuvo una difusión extraordinaria que yo no lo podía
ni siquiera imaginar.
Cc: A mis ojos, y no olvidemos que lo he recogido veinte años después-
el Celtiberia Bis es mucho más entretenido que el primer volumen, que
tenía muchos textos sobre conferencias, el rastro,... Y sin embargo no
hubo tercera parte. Por decirlo así, el más atractivo fue el que
menos éxito tuvo.
LC: Si claro, porque el de arranque fue el que más se leyó.
Y las segundas partes nunca fueron buenas, que decía Cervantes. La gente
no lo apreció tanto. En realidad era la misma línea. Y luego se
hizo una reedición en años más recientes seleccionando
las cosas más llamativas.
Cc: De todas sus colaboraciones para triunfo, aparte de su columna "Silla
de Pista", hay un reportaje del que estoy enamorado en el cual se cogió
un Seat 127 y viajó en el mismo verano a Benidorm, a Salou, a Zarauz,...
LC: Si, fui con un fotógrafo que ha muerto ahora, que se llama Xavier
Miserachs. Aquello no fue Celtiberia Show pero si fue una descripción
un poco celtibérica de la costa española. Entonces estaba el auge
del turismo. Hicimos una descripción de la costa española a través
de la gran transformación que el turismo supuso en esos años.
Los elementos eran muy representativos porque por ejemplo Benidorm en ese momento
estaba en pleno auge, el momento de la creación de una ciudad casi multicultural,
digámoslo así, donde había gente de toda Europa. Casi lo
que menos había era españoles. Había bares que solo tenían
carteles y carta en alemán, otros en inglés, otros en sueco. Pero
que creó una experiencia bastante interesante de sociedad multicultural
y multinacional.
Cc: ¿Fueron en su perjuicio profesional los secuestros de Triunfo en su
última época?
LC: Hombre, eso fue una cosa muy grave para Triunfo, y para mi también
como redactor de Triunfo. Sobre todo para la empresa de Triunfo fue muy grave.
Pero teníamos una relación tan estrecha con los lectores que hubo
muchos que mandaron la suscripción del periodo de suspensión para
que se viera que querían ayudarnos. A mi profesionalmente no me perjudicó
en exceso, lo que pasa es que quedamos todos como una especie de oposición
al régimen, tuvimos alguna llamada de algún tribunal,... no muy
serio, porque como nos refugiábamos en el sentido del humor los jueces
acababan riéndose. No incoaban el proceso porque lo encontraban cómico.
Cc: Lo digo porque Perich, que tuvo éxito con Autopista por la misma
época –usted mismo lo prologó- sí que tuvo más problemas...
LC: Pero ten en cuenta que el hecho de publicar en un diario como lo hacía
él, que publicaba en TeleExpress, era muy distinto que publicar en una
revista dirigida a los intelectuales. El régimen distinguía muy
bien esas cosas. Tú en televisión o en radio no hubieses podido
decir nada de lo que decíamos nosotros en Triunfo. Mientras que para
Triunfo, que insistía en el desprecio que tenían por la cultura,
pensaban "esto va dirigido a unos cuantos chalaos que están en su
casa y leen esta revista". Esto era lo que pensaban en el fondo. Y entonces,
claro, cualquier chiste de Perich que aludiera a la actualidad política
del momento era mucho más perseguido que una cosa publicada en Triunfo.
Lo cual no quiere decir que no llegase también el momento en que Triunfo
también fue perseguido, porque notaron que se había pasado en
algún aspecto. Pero era distinto que publicar en un diario.
Cc: En 1975 se publica "Tus amigos no te olvidan", un pilar esencial
en la obra de Luis Carandell. ¿Cómo nace esa obra sobre lápidas,
epitafios y demás cultura necrológica?
LC: Como tenía un material tan amplio, tan amplio de cosas de todo
tipo había en Celtiberia Show algunos aspectos de epitafios, necrológicas,...
Tenía tanto material, y había recorrido tanto España,...
Me había dedicado durante un año a recorrer cementerios, que es
una cosa por la que tengo debilidad porque me parece que en el cementerio está
el pasado y el futuro de la ciudad, que siempre he ido a visitar los cementerios,
y encontré cosas verdaderamente fantásticas. Había uno
que decía: "MARIANITA, NOS DEJASTE A LOS TRES MESES; QUE PRONTO
EMPEZASTE A DARNOS DISGUSTOS".
Cc: Mi pieza favorita es el sobre que cierra el libro, un sobre devuelto
por fallecimiento del titular, en cuyo reverso el cartero, justificando la devolución,
escribió: "MURIO SIN DEJAR SEÑAS" ¿De donde sale esa
joya?
LC: Este lo tengo yo. Pero no la envié yo. Me mandaron a mi esa carta.
El cartero escribió "murió sin dejar señas. Pensó:
en el cielo o en el infierno no hay calles.
Cc: También de esa época es la mencionada biografía
de Escrivá, cuando el Opus Dei está en pleno apogeo, y supongo
que su libro cae como una bomba.
LC: Sí. Entonces, sobre todo en el año 68 o 69, hasta que vino
el estado de excepción –luego cambiaron las cosas-, el Opus era la fuerza,
digámoslo así, moderna, la fórmula moderna y tecnocrática
que salvó al franquismo de una decadencia que ya era patente a través
del desarrollo económico. Esto fue muy importante. Ahora ha muerto López
Rodó, hombre del Opus Dei y que fue un hombre para mi juicio capital
en la evolución española, porque con el plan de desarrollo puso
las bases de la modernidad digamos económica, y que hizo cambiarlo todo.
De manera que cuando se dice que el Opus contribuyó a cambiar la faz
de España es una realidad. El Opus, no como tal Opus pero sí personas
que estaban en la órbita o en el ambiente del Opus Dei y que habían
recogido el consejo de Monseñor Escrivá, que era el identificar
el éxito en la tierra con el éxito en el cielo. En santificar
el trabajo. Esto es una idea de Escrivá, que no se le puede negar, que
ha tenido un peso muy importante. Entonces el Opus legitimó en cierto
modo la dictadura de Franco, no se metieron en el aspecto político pero
sí lo desarrollaron y debido a ese desarrollo luego se produjo la democratización.
Porque la gente salió del estado de postración en que estaba y
empezó a vivir una vida más moderna.
Cc: ¿Y tuvo represiones del Opus?
LC: No, nunca. Ninguna. Supe de algún señor del Opus que había
entrado en una librería, había comprado mi libro de Monseñor
Escrivá y había empezado a romper las páginas para demostrar
el desprecio. Pero nunca me ha pasado que un responsable del Opus me impidiera
escribir en un sitio,... nunca me ha ocurrido. Eso debo decirlo.
Cc: Mi generación le conocemos particularmente como presentador
del programa de televisión Parlamento. Y me extraña que un programa
institucional en estado puro se deja en las manos de un francotirador con fama
de humorista como era el Carandell de la época, el Carandell radical,
si me lo permite. ¿A quien se le ocurre la idea y cómo cristaliza?
LC: Se le ocurre la idea a José Luis Balbín. Balbín era
el jefe de informativos y me llamó para hacer la crónica parlamentaria.
Y yo lo que intenté fue conectar el parlamentarismo español del
76-77 con el parlamentarismo español antiguo de la s cortes de Cádiz.
Porque había muchos televidentes que no sabían que la democracia
y el parlamentarismo no era una cosa inventada entonces sino que tenía
raíces que venían de 1810. Hay que pensar que España es
el tercer país del mundo que hace una constitución liberal. La
primera fue la de EEUU, la segunda la de Francia y la tercera la de España.
Recoge ideas de la revolución francesa, también de los americanos,
y hace una constitución en la que todavía está el Rey con
las cortes pero ya las cortes, es decir, la representación popular, tiene
un papel en ella. Se puede llamar una constitución, si no democrática,
predemocrática. Entonces, el anecdotario de las cortes, que va de 1810
hasta 1936, cuando comienza la guerra civil, incluso hasta el 39, era muy importante
el resucitarlo para que la gente se diera cuenta de que habíamos tenido
un siglo largo de parlamentarismo y una tradición parlamentaria importante.
Y eso fue la idea de a través del anecdotario parlamentario meter la
idea de que no venía de ahora sino de atrás.
Cc: Y cuajó también el libro "El Show de sus señorías"
LC: Como anecdotario se recogió en el libro "El Show de sus señorías".
Luego ha habido otro titulado "Se abre la sesión", ordenado
cronológicamente. Significó dar el pulso humano, y el ingenio,
de los parlamentarios españoles a través de este anecdotario.
Cc: Pero en TV, la fama y las ventas son así, veían a un
humorista hablando del parlamento...
LC: Creo que la gente lo agradecía, porque era una especie de ilustración.
La crónica parlamentaria suele ser muy aburrida; es siempre: "ayer
se discutió la ley tal tal tal, hubo dos enmiendas a la totalidad defendidas
por el partido tal y fueron rechazadas...". Entonces yo metía siempre
algún aspecto anecdótico de las Cortes.
Cc: ¿Podemos decir que esa época es la que sirve como transición
del Carandell radical y asesino al pensador reposado que tenemos hoy en día?
LC: (Risas) Ni asesino, ni reposado, ninguna de las dos cosas. (Risas) Hombre,
en el franquismo y en los primeros tiempos de la democracia cualquier cosa que
dijeras era revolucionaria, porque la situación era tan absurda que cualquier
chiste que hicieras era revolucionario. Y ahora ya es mucho más difícil
en el sentido de que ya dentro de la democracia cada uno tiene su pensamiento,
cada uno tiene su partido, las cosas funcionan más debatidas, hay una
gran libertad de prensa, de manera que se puede decir prácticamente lo
que se quiera en los periódicos,... Y claro, ya no tiene esa especie
de morbo que tenía en el momento den que decir cualquier cosa... Yo me
acuerdo que un amigo mío se hizo famoso porque dijo "esto es un
viento que viene del este".
Cc: Y desde entonces florece el Carandell tertuliano que es básicamente
con el que nos hemos quedado. Una persona cuyo oficio es hablar de lo que le
pidan...
LC: Bueno, lo que pasa es que las tertulias en España... yo creo que
no pasaría en ningún país del mundo, aunque supongo que
en Latinoamérica también... los españoles nos atrevemos
a hablar de todo. Y es asombroso. En Alemania no funcionarían jamás
las tertulias que se emiten aquí en la radio porque la gente diría:
"espere, voy a llamar a un vecino mío que es especialista en esto
que dice usted y él se lo contará mejor que yo". Aquí
la gente lee el periódico y habla de todo. Sabe de todo. Y es una cosa
característica ibérica, o iberoamericana, portuguesa... A mi a
veces esto me da un poco de vergüenza y a veces he llegado a decir: "mira,
yo de esto no sé más que lo que he leído en el periódico,
pero si quieres llamamos a un señor que yo conozco que lo sabe verdaderamente".
Porque se habla de cuestiones de meteorología, cuestiones de ecología,
cuestiones de religión, cuestiones de alta política,... claro,
de todo, sin a lo mejor el conocimiento de causa que se requiere. Pero esto
viene de la tradición de la tertulia española. Que es tan antigua
como España. Siempre aquí se ha conversado mucho por el placer
de conversar, siempre se han hecho bromas, siempre se ha discutido de todo,
y las tertulias tienen una importancia que en otros países no tienen.
Cc: Me gustaría destacar aquella tertulia de tarde en antena 3 radio,
porque era una tertulia tan atípica que venía el Sr. García
Juez, que era el moderador, con una serie de temas y creo que jamás se
pasaba del segundo...
LC: ¡Nunca! Siempre acabábamos hablando de otra cosa. El tenía
unos papeles, e iba diciendo las noticias del día y decíamos "déjese
usted de esto" –nos llamábamos de usted siempre-, "déjese,
que lo importante de hoy es que me he comido unas pochas con codorniz que estaban
extraordinarias". Claro.
Cc: Y actualmente se dedica poco menos que a dar conferencias a la carta...
LC: Lo que pasa es que como cualquier periodista nos caracterizamos por la
curiosidad. Y yo que nunca he sido particularmente piadoso ni religioso me he
interesado mucho por ejemplo por el Camino de Santiago, porque es un fenómeno
universal, europeo pero universal, extraordinario. Hay un libro que escribí
hace poco, dos años. Me ha interesado mucho porque se habla de ello y
los periodistas procuramos tratar el asunto del cual se habla, es una regla
del periodismo, que hoy tu tienes que poder hablar de la crisis del partido
socialista y no de una cosa abstracta que no tiene nada que ver con la sociedad.
Cc: De hecho usted es de los pocos que, siendo didáctico, se remonta
al origen de las cosas para llegar a las raíces...
LC: Es que cuando te metes un poco a estudiar, comienzas a viajar, buscas
siempre el hacer una especie de relato general, que no se trate de una teoría
sino de una descripción de lo que has visto en diversos aspectos. Yo
por ejemplo del camino de Santiago no he destacado ni el aspecto religioso,
aunque lo he tratado un poco, ni el aspecto artístico puramente, que
se puede hacer un libro solo de eso porque es un verdadero museo, ni el aspecto
esotérico donde los peregrinos creen que van andando por las estrellas
y no por la tierra, ni el aspecto puramente paisajístico. Sino hacer
una especie de resumen de todo, para que tanto el que va como el que prefiere
sentarse en casa con el libro pueda darse cuenta de lo que significa el camino
de Santiago.
Cc: Me sorprende que dejase de lado la parte religiosa, sobre todo habiendo
publicado usted un Santoral, con vidas de santos.
LC: Siempre he tenido mucha afición. Eso lo hice en radio nacional,
con Julio César Iglesias y Eli del Valle, el contar el santo del día.
Y nos divertíamos mucho porque los santos hacen unos milagros...
Cc:...un poco raros...
LC:... como esa chica de Avila que iba desde su pueblo a la ciudad a ver el
sepulcro de San Segundo, patrón de Avila, y de pronto la persigue un
violador. Se mete en una ermita a orarle... y le crece barba. Entra el violador
y le dice: "ha visto usted una chica por aquí" (Risas) Y eso
es un milagro (Risas) Entonces, este tipo de milagros es un producto de la imaginación
popular y de la creación por parte de algunos escritores que debían
ser geniales, de unos hechos milagrosos que la iglesia hoy en día ya
no los contaría así. Pero que durante siglos los estuvo contando
así. Mi abuela me los contaba.
Cc: Pues los –más actuales- milagros que usted comenta en el epílogo
de la reedición de la biografía de Escrivá han pasado para
la beatificación y son igual de ridículos que estos.
LC: Como estos, igual. Ya sabes que queda la exigencia de que para hacer beato
a una persona tiene que hacer un milagro. Y para ser santo tiene que hacer dos.
Santo todavía no lo es, pero el milagro de la beatitud ya se le ha concedido.
Hubo una señora que le había rezado,... había lo que se
llamaban Boletines de Favores, las cuales cuando una orden quiere beatificar
o canonizar a uno de sus fundadores o miembros, pide a la gente que cuente qué
milagros han vivido, y se ven milagros curiosísimos, como de aquella
señora que decía: "no podía vender una finca, le recé
a Monseñor Escrivá, y conseguí más dinero del que
esperaba obtener" (Risas).
Cc: Vamos a hacer una especie de test sobre el país. ¿Cuál
es el aspecto en el que, en su opinión, menos han cambiado los españoles?
LC: Bueno, en todos los cambios hay una especie de trampa. Parece que las
cosas cambien mucho y posiblemente no cambien tanto. Y lo hemos visto en las
últimas elecciones donde mucha gente ha votado muy tradicional, y han
ganado las derechas tradicionales, sin que sean semejantes o iguales a las de
antes, pero que tienen mayor tradición de continuidad de las tradiciones
españolas. Entonces el cambio... Es muy peligroso el hablar de cambio,
porque cuando se produce tan bruscamente que de pronto la señora que
era de la congregación mariana y que iba a misa y comunión diaria,
de pronto se echa un amante, pues ahí tienes que sospechar que el cambio
no es tan grande sino que hay una especie de necesidad de adaptación
a la nueva época, pero que luego, con el tiempo, vuelve la verdadera
tradición. O sea, que cuando se habla de cambio hay que tener mucho cuidado.
Porque a veces cuando las cosas cambian demasiado es porque no cambian tanto.
Cc: Elija tres imágenes para resumir la España de la segunda
mitad del siglo XX.
LC: (piensa) La espada flamígera, aunque en 1950 ya estaba un poco
en decadencia. Después,... el manto de la Virgen del Pilar que le llevan
al general Franco cuando se está muriendo para ver si se salva. Y finalmente
la explosión democrática de esa gente que eran, yo creo, más
modernos de lo que podían ser.
Cc: Nuestra generación apenas tiene conciencia de la dictadura y
las opiniones que recibimos son siempre contradictorias. ¿Problema de educación,
deseo por olvidar?
LC: Olvidar... lo que se puede hacer es perdonar, pero olvidar es muy peligroso
porque siempre tenemos la posibilidad de volver a las cosas antiguas. Un pueblo
que olvida su historia está más en peligro que uno que la tiene
muy presente. Y a veces es un poco pesado que los abuelos cuenten las batallas,
y los chicos jóvenes tienen tendencia a no escuchar mucho como es natural,
y no tienen por qué escuchar. Cuando algún chico joven me dice
"aquí no hay libertad", siempre digo "oye, yo se lo que
es no tener libertad de verdad". Y en comparación con lo que yo
he vivido... Ya se que la libertad no es absoluta, pero en comparación
con lo que he vivido en la España de los años 50, 60 y 70, esto
no es nada. Sobre esta labor didáctica, lo que pido es, a la gente mayor
que lo cuente, y la gente más joven que lo escuche.
Cc: Razones que nos den esperanzas para pensar que la cultura española
va a sobrevivir a los envites de la cultura norteamericana y su glamour.
LC: También creo que es una cuestión de modas. Hubo un momento
que se puso muy de moda la cultura norteamericana, ahora está un poco
más en decadencia. Por ejemplo yo lo he notado mucho con las comidas.
Tradicionalmente aquí se comía la comida española tradicional,
después vinieron las Nouvelle Cuisine y las cosas venidas de fuera, las
hamburguesas,... Ahora me da la impresión de que hay un cierto regreso
a las lentejas con chorizo y las judías blancas con codorniz. Eso creo
que pasa por modas. Pero desde luego que el descubrimiento de la cultura tradicional
española reserva cosas muy buenas. De la misma manera que he dicho que
me río mucho con la cultura tradicional española, sin embargo
tenía cosas muy buenas. Como por ejemplo, una capacidad de contacto entre
las personas, de conversación con gente de cualquier estilo, de una especie
de confianza de estar entre españoles y pasarlo bien, que en la vida
moderna se ha ido perdiendo un poco, y da la sensación de que hay una
especie de nostalgia por la recuperación de algunas de las virtudes tradicionales.
Decía Juan Marichal, que es una de las personas que más admiro,
historiador que estuvo en Harvard mucho tiempo, que la cohesión de España
es la cordialidad. Y esto a mi me gusta mucho, la palabra cordialidad me gusta
mucho para expresar un ideal español. Yo creo que la gente joven esto
lo ha salvado bastante, lo ha hecho bien. Quizá me parece que falta un
poco de relación entre las generaciones. Ha habido un gran descrédito
de todo lo antiguo y también de las personas que representan o que proceden
de ese mundo.
Cc: ¿Pajares y Esteso o Faemino y Cansado?
LC: Bueno, lo que pasa es que no doy abasto a leer, escuchar y ver todas las
funciones y todos los libros. No estoy nada cerrado. No soy de los que dicen
"lo bueno era Concha Piquer", que era muy buena. Me ha gustado muchísimo
los conciertos de música moderna, y el otro día sentí una
gran satisfacción al enterarme de que en Leganés le pusieron una
calle al grupo australiano AC/DC, que me parece una cosa estupenda.
Cc: Justifique el fenómeno puramente celtibérico de Chiquito
de la Calzada.
LC: No lo justifico. Porque siempre he sido partidario del humor pero a veces
hay humores que aparecen por televisión que me parecen salidos del verdadero
sentido del humor. Si tienes que recurrir a decir alguna vulgaridad has perdido
el sentido del humor y lo has convertido en otra cosa. Aunque hagas reír
a la gente, no lo aplaudo. Y no me estoy refiriendo sólo a él,
a quien no he visto, sino en general a todo el humor que aparece actualmente
en los programas de televisión. Me sobrecoge un poquito porque es un
humor demasiado obvio. Demasiado fácil. El humor es algo más delicado
que eso.
Cc: Para terminar: estamos ante un experto en epitafios, y ya que no va
a querer hacer el de usted, dígame el que le pondría a su mejor
amigo.
LC: Pues tengo un amigo muy bueno que le pondría este epitafio: YA
NO TOSE.