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BILLY WILDER - VIDA


Informe clínico del instituto de cinematografía preocupante


Paciente: Billie Wilder, alias Billy Wilder.

  • Nace en Viena. Pues vale.

  • El sujeto presenta en su infancia evidentes síntomas de cabronexia: insulta insistente y mordazmente a sus familiares, amigos, vecinos,... a todo el mundo, vaya. Este comportamiento le llevaría ineludiblemente a convertirse en periodista.

  • Muestra una necesidad malsana de compaginar todo tipo de empleos sórdidos, como el ya citado o su periodo como "chico de baile de alquiler" (así los llamaban entonces; el nombre actual no puede ser incluido en un historial clínico).

  • Su mala leche compulsiva lo lleva a Berlín, núcleo indiscutible del mal rollo. Tras curtirse en las educativas lides del cronista de sucesos, fue espectador de lujo de la escalada (por decir algo) de Hitler y su troupe.

  • Desarrolla ansiedad visual e, introducido por una cuadrilla poco recomendable de futuros exiliados, adquiere una severa adicción al celuloide, comenzando entonces a sintetizar sus propias sustancias.

  • Sufre una profunda depresión cuando, cortesía de viajes Adolf, vuela a las acogedoras fronteras mejicano-estadounidenses, no sin antes disfrutar de unas vacaciones siempre tendientes a la anorexia en los mas pintorescos rincones de París.

  • Comienza en EE.UU. a demostrar su incipiente peligrosidad como guionista a sueldo, cobrando sus páginas a peso. Muchos doctores cinematográficos detectan sus cualidades y le ingresan en sus respectivas consultas. Nombres célebres son el Dr. Lubitsch (que logró milagros médicos como conseguir que "Ninotchka" sonriera, o solventar el contencioso sexual que produjo la frigidez de "La Octava Mujer de Barbazul"), el insigne ginecólogo H. Hawks (célebre por solucionar la inapetencia sexual de un grupo de historiadores musicales en un caso que bautizó como "Bola de Fuego") o el Dr. Leisen, que dulcificó -no sin talento- las paranoias del paciente.

  • Retoma su potencia discursiva para una vez decidido a la independencia, convencer a los dirigentes del Paramount Hospital de que estaba suficientemente capacitado como para llevar su propia consulta. Lo consigue a base de insistentes e interminables horas en un inglés con recio acento alemán, que en 1941 no ayudaba excesivamente que digamos.

  • Durante 40 años trata en su consulta todo tipo de sicopatías y perturbaciones como homosexualidad, travestismo, ludopatía, necesidad compulsiva de engañar, personalidad múltiple y patologías de imbecilidad extrema, que tomaron cuerpo principalmente en su paciente más asiduo: Jack Lemmon. Ver dossier anexo.

  • Consiguió en varias ocasiones el Premio de la Academia al mejor paciente, dos de ellas como jefe de consulta (en los casos de borrachera impenitente -"Días sin Huella", lo llamó- y en el de maduración por tratamiento de shock -"El apartamento"-).

  • Este paciente sigue vivo, alejado de la medicina en activo, pero conserva todas sus patologías. Mucho ojo. .



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