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BARNASEX´98 - LA FERIA DE LAS VENIALIDADES

Durante unos días, la hermosa población de L´Hospitalet de Llobregat, conocida principalmente como dirección para concursar en televisión, ha sido el centro mundial de eso que nos encanta practicar pero vaya usted a saber por qué ocultamos como locos. En esa enorme feria del Pecado Venial, podía usted en apenas un centenar de pasos cruzar por un coito en vivo, por individuos de género diluido envueltos en metal y látex, hermosas ninfas embadurnándose con leche hidratante (que cada uno lo entienda como quiera porque de todos modos acertará) e incluso -juro que no me invento nada- una vaca. Para las personas cuya timidez impide asomarse a este tipo de eventos, que a ver si espabilan ya, hemos preparado este informe nada periodístico. Que uno no es de piedra.

Texto de Raúl Minchinela
Fotos de Miriam Piquer

Ambos en la actualidad bajo fuerte medicación

¿Qué es un festival erótico?

Pues atendiendo a su director, José María Ponce, es una cosa muy difícil de organizar, y no por la resistencia de los expositores o por las condiciones de las estrellas invitadas, que no, sino por los señores políticos, presuntos representantes del pueblo, que se dedican a sabotear estas actividades amorales, inmundas y vergonzantes, demostrando así que ellos con su señora, en la intimidad, se dedican a jugar al ajedrez (porque fuera de casa se dedican, claro está, a jugar a las damas). El mayor impedimento de este año fue un político “siniestro de segunda división” que “se embarcó en un a aventura política a nivel nacional y no consiguió un sólo diputado”. Para los menos avispados avisaremos que, si desean organizar una actividad de estas características, eviten a los políticos cuyo apellido coincida con marcas de sanitarios.


Anatomía del evento

Este congreso internacional del vicio sano presentaba a vista de pájaro (y de pájara) una disposición curiosa. En un extremo se plantaba el escenario principal, consistente en sofá, pasarela, un cañón de luz y unos focos para hacer bonito, en el que un numero considerable de chicas coquetonas se dedicaban a jugar con su anatomía para placer de la de los demás, aligerándose de ropa al calor de los no- muy- académicos vítores que gritaban los espectadores. Delante del escenario se plantaba una jungla de stands, unos con pantallas, otros con chicas, otros -los más sosos- sin pantallas ni chicas, sino con un señor de bigote. En un lateral, y subiendo al piso de arriba, estaban las exposiciones, un café fetichista y el salón de actos. Cerca estaba la cafetería VIP, que estuvo vacía todo el festival porque las estrellas decidieron recluirse en un stand donde tenían gorilas de verdad, así que en la zona de acreditaciones acabó entrando hasta tu cuñado. El salón, por otra parte, estaba bien surtido de barras para saciar la sed de los asistentes, la mayoría regentadas por pizpiretas chicas con minifalda y cofia. También había máquinas de tabaco que mostraban una pegatina, que en el contexto, no dejaba de ser surrealista: “se prohibe a los menores de edad hacer uso de esta máquina”. Yo les hubiera dado una medalla.


Son todos los que stand

El stand estrella del festival fue sin duda el de “International Film Grup”, una organización que, o bien no domina ágilmente el inglés, o bien la tecla de la “o” se les estropeó en la tercera palabra. El stand, enorme, consistía en una megapantalla que mostraba trailers, una barra interior infestada de actrices/actores/directores/apegados, mesas laterales para venta y firma de autógrafos y una cantidad considerable de gorilas fácilmente identificables pese a estar ocultos tras sus bíceps. El stand supuso un pequeño problema a sus vecinos de enfrente debido al escenario que presentaban, que era lo suficientemente atractivo como para que ante él se agolparan unos cuantos centenares de personas, con lo que los stands anexos no podían hacer negocio y sufrían la barrera humana todo lo estoicamente que permite haber pagado medio quilo por el garito.

Otro stand muy sabroso en su actividad fue el de Caspa Bros, que presentaba una bonita ruleta en la que por unos módicos veinte duros el participante podía conseguir un cunnilingus, una camiseta, un poster o un deseo, entre muchas otras opciones (que incluían, lógicamente, la de “pringao”). No faltó quien, a espaldas de los organizadores y ante el consentimiento de Helenita, la interfecta que actuaba según los designios de la ruleta, lo reubicó a “un deseo”. Lamentablemente, la ruleta no estaba colocada en un escenario sino a ras de suelo; si hubiesen levantado una plataforma habría sido más vistoso que contemplar una barrera de doscientas espaldas.

Algunos de los fistros que uno se podía encontrar por el festival: los asombrosos seres del stand de cyborg

El stand más “España cañi” fue el de Fisgón Club, "el stand de la vaca", que bajo el chabacano slogan de “Fisgón Club es la leche”, vendía -ojo al nombre- el teta-bric, consistente en dos cintas recopilatorias en un envase que se puede imaginar sin mucho esfuerzo. Valía la pena ver la vaca real, que estuvo el viernes, y la de plástico (para amigos del fetichismo) que la sustituyó el resto del festival.

Mención aparte merece el stand de Cyborg (http://www.docum.com/cyborg) que mostraba y paseaba unos maravillosos uniformes que incluían látex, metal y dios sabe que más en unas inconcebibles máscaras más propias del próximo milenio que habrían hecho las delicias de posmodernistas como Jean Baudrillard o Grant Morrison. Sexos dudosos o más bien nebulosos, pura realidad blanda era lo que ofrecía este stand, a todas luces el más inquietante y fascinante del festival. Además, gente maja.

Uno de los aspectos destacados en esta edición del festival fue el sadomasoquismo, que estuvo presente en un café cantante, un puñado de stands (http://www.sadomaso.org, http://surf.to/rubbtied), un par de mesas redondas y alguna que otra proyección. Sus stands mostraban gran profusión de cuero, cadenas, señoritas a cuatro patas, máscaras, cuerdas, plástico y grandes cantidades de rollo raro. Por otra parte, si se quería buscar al director del festival y no se encontraba en su oficina era muy habitual verle frecuentando estos stands, así que acabaron siendo un punto de referencia para los portadores de acreditación.

El resto de stands ofrecían lo más normalito: revistas, pelis de saldo, maquinas expendedoras de videos para los que les da corte la sonrisa de la dependienta del videoclub, lencería, dildos, vibradores, oscars al mejor amante y parafernalia para groseras despedidas de soltero. Para rematar el pastel, había un cybercafé que hizo pocos beneficios, porque la verdad hay que ser muy vicioso para ponerse a navegar teniendo la carne fresca justo al lado. Vaya ideas.


El mesastre

Contracultura fue el único medio que acudió a la práctica totalidad de los eventos que acontecieron en el salón de actos o similares: mesas redondas, presentación de libros, proyección de documentales y demás actos sesudos. Cuando decimos que fue el único medio, lo hacemos porque era evidente que allí no estaba ni dios, y la mayoría de las mesas redondas fueron un solar, llegando incluso a la cancelación y aplazamiento de algunas de ellas. No olvidemos que mientras las mesas se celebraban, había un buen número de señoritas dando clases de anatomía por doquier, y el asistente que ha pasado por caja tenía interés primordialmente en ver, como decía Silvia Superstar, “tetas y culos”, lo que por otra parte conseguían en cantidades industriales. La organización de las mesas ha aprendido mucho para años venideros, porque lo de este año ha sido kafkiano. Vamos por partes.

Ni arte ni parte

Las exposiciones del festival incluían una buena muestra del trabajo de Kevin Taylor -tanto ilustraciones como páginas de cómic-, una sala con fotografías de Christian Mury -que mostraba un sadomaso sombrío y magnético- y la aportación en tiempo real de García Alix, que se dedicaba a retratar a la gente del festival que accedía a ponerse delante de su cámara.

Por otra parte, había un concurso de arte erótico organizado por el propio festival que incluía un catálogo muy variado de piezas, de estilos y de técnicas. Hizo las delicias de los miembros de seguridad porque los asistentes, sinceramente, ponían más atención a las chicas que estaban actuando.


Mamá, quiero ser artista

Los escenarios de esta edición han sido, según declaración de los veteranos, mucho más comedido que en ediciones anteriores, dedicándose más a la exhibición de piel y complementos que a la ejecución del sexo propiamente dicha. Lejos quedaban los tiempos en los que Jeena Jameson se golpeaba las cuerdas vocales con un glande de dimensiones descomunales a ritmo de los gritos del público.
Un coito en directo en el escenario del IFG. Nótense los miembros que, tras el escenario, recuerdan al público presente cómo se mueven las manos para poder aplaudir.
Tanto es así que incluso el público estaba de lo más frío e incluso se olvidaba de aplaudir a las artistas que salían al escenario, y se hacía necesario que gente del gremio se pusiese detrás del escenario para recordar a los asistentes cómo se hace ruido con las palmas de las manos.

Fuera de esta generalización había pandillas que iban a lo suyo, a disfrutar gritando y “desfasando” a su gusto, que aportaban toda la salsa a una piara en general sosa. Y dentro de estos grupos había uno fascinante: el de los expertos. En una televisión local apareció el siguiente diálogo, entre el enviado especial y el chico del público que había subido al escenario -elegido por la artista- para frotarse convenientemente:

Periodista: Pero... ¿por qué abrazas a esta chica, si no la conoces de nada?

Participante: Sí, sí que la conozco.

Periodista: ¿Ah, sí?

Participante: Sí. Del año pasado.

O sea, que el chaval era un verdadero especialista en ser-el-elegido-para-subir-al-escenario. Si es que, como decía El Lagartijo, hay gente pa tó. Pero a lo que íbamos.

De todas las chicas que aparecieron con focos y música, la reina indiscutible en la ejecución fue la húngara Deborah Wells, una verdadera felina en escena, que hizo las delicias del público a pesar de la censura de la prensa, y me explico: ¿recuerdan ustedes que antes, en las películas de amor, había un cura junto al proyector que colocaba un cartón interrumpiendo la proyección cuando los protagonistas iban a besarse, cuando no algo más intenso? Pues del mismo modo, cada vez que las artistas querían mostrar alguna parte íntima de su geografía corporal aparecían decenas de cámaras, ninguna transparente, censurándolas ante todos los asistentes, que, a diferencia de los medios, estaban detrás de las vallas.

Comentario aparte merece el escenario principal el viernes, al que subieron -voluntad de sus amigos- a una chica que literalmente se moría de vergüenza y a la que tuvieron poco menos que leerle la Espasa para que mostrara los pezones que permanentemente cubría con su melena. Vaya mal rato pasó. Si es que con amigos como estos...


Los que tocaron (queremos decir música)

Aunque parezca asombroso, hubo conciertos en esta edición del festival. Se celebraron en una sala cercana a la feria, la Sala Mandra, con una alineación nada despreciable, en la que brillaban con luz propia Siniestro Total, que finalmente no pudieron tocar por lesión de su cantante, y El Niño Gusano, que confirmó por qué es actualmente el mejor grupo del panorama musical español y que se hizo con el festival con muy poco esfuerzo.
El Niño Gusano, capturados vivos, reversionando con maestría su Capitán Mosca.

El último concierto, que cerraba el programa global, contó con la presencia de Killer Barbies, un grupo que decidió que les gustaba mucho la primera canción que compusieron y desde entonces las han hecho todas iguales. Impresionante el momento en el que Silvia Superstar plantó cara cuando le intentaron meter unas bailarinas striptease en mitad de actuación -”en el escenario estoy yo”, empuñaba Silvia-. Finalmente las dejó bailar un ratito durante “Traci Lords”, una canción que se diferenciaba de las demás en el título y un poquito en las letras.


Fenómenos extraños

El festival estuvo plagado de anécdotas y sucesos anecdóticos: desde una pelea amañada entre actores y miembros del público hasta ver al loco de Rocco Sifredi filmando por medio del festival y desnudando ante su cámara a las fans que le pedían un autógrafo.

Pero la bomba fue sin duda... la bomba. O sea, el aviso de bomba. Unas personas muy simpáticas, amigas sin duda de la libertad y de la individualidad del ser humano, decidieron que eso del sexo era una cosa muy mala (como si ellos hubiesen nacido por esporas) y llamaron al diario El País diciendo que habían colocado una bomba. Dieron referencias técnicas correctas sobre cómo la habían fabricado y se identificaron como un grupo que existía, así que se procedió a desalojar la feria, primero con la excusa de que se habían perdido tres niños (???) y luego con la propia bomba como motivo. Era hilarante ver a las señoritas abandonando el festival con uniformes que dejaban todo al aire excepto sus encías y llegando a una acera repleta de personas muy decentes que se indignaban con el espectáculo pero que no se marchaban al parque para evitarlo. Cuando se desalojó la feria y la policía comenzó el rastreo un número ingente de personas se agolpaba junto al recinto, compuesto tanto por los asistentes como por personas que veían en esta una ocasión pintada para entrar por el morro al festival, mientras sonaban avisos que repetían a intervalos de quince minutos que dentro de una hora se podría volver a entrar, para asombro de los que piensan que después de quince minutos no puede volver a quedar una hora. Al cabo del tiempo se pudo volver a entrar y se completaron las actividades de esa jornada. Con todo, no nos podíamos quitar de la cabeza la imagen del edificio explotando llenando el cielo de consoladores y dildos que lloverían por toda la ciudad durante horas. Heh.

Otra movida de no te menees fue la cena de gala, que tuvo muy poco de gala y mucho de cutre por lo que nos contaron los asistentes, ya que nosotros -oliéndonos el percal- decidimos ir a ver a El Tricicle en el teatro Victoria. Sin entrar en detalles, diremos que las personas no invitadas tenían que pagar una fortuna para entrar y que no nos extrañará ver en el futuro una noticia en la que uno de esos asistentes coja una motosierra y la estampe en alguno de los organizadores.


En resumen

La gente que acudió vio carne, que era lo que quería; la organización celebró el festival frente a políticos, problemas y bombas, que era lo que quería; y vosotros os habéis echado unas risas, que era lo que queríais, así que todos contentos. Dios quiera que se repita.

 

Yo, de momento, voy a darme una ducha fría.


 


¡¡No se vayan todavía, aún hay más...!!

Durante el festival hicimos un buen número de entrevistas (agónicas en la transcripción por el terrible ruido de fondo) que generosamente ponemos a vuestra disposición. Tenemos el álbum completo:


Peligro!  La portada!

Pillin, pillin...
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