ooh-qué-mono.

Vayan preparándose, porque en dos semanas estarán rodeados de familia.

Les propongo preparar un arsenal para enfrentarse a esta eventualidad. Sé que es complicado. La familia te conoce desde hace tiempo y puede contrarrestar cualquiera de tus movimientos. Hablo en serio. No intenten hacerse los interesantes con la familia. No funciona. Ni siquiera les funciona a los premios Nobel, no les va a servir a ustedes. Es un fracaso directo. A menos que se acuda a los instintos más bajos.

A tal efecto les invito a que acudan a la web Cute overload -que traduciremos libremente como «Sobredosis Ñoña»- y empiecen a descargar imágenes de gatitos, cachorros, ardillitas, recién nacidos, bichos peludos con las orejas más grandes que el cráneo. Sé que les repugna pensar en ello. No piensen. Ármense.

Trasladen las imágenes a su elemento multimedia más cómodo. Pásenlas al portátil, o a la cámara fotográfica, o al teléfono móvil. En suma, en cualquier elemento con pantalla que puedan manejar luego sus familiares con unas mínimas instrucciones. Esperen el momento del café en el que se empiece a hablar de los niños cuando eran más pequeños, fuercen un poco el tema subrayando que los niños pequeños siempre son muy monos y, en ese crucial momento con las defensas bajas, ¡zas!, sacan su pantalla, muestran públicamente las tres primeras (esta selección es crucial) y se les muestra cómo manejar los controles para ver las siguientes. A partir de ese momento quedan ustedes libres y a la vez como unos señores.

Sí, lo sé. Es recurrir a los instintos más bajos. Pero mejor ellos que ustedes. Aprendan a usar la ñoñería en su beneficio. Todo sea por la supervivencia.