Por qué las nuevas palabras
Miércoles, 8 de febrero de 2006
Como respuesta a mi duda de por qué aparecen términos como trip-hop o electro-clash, ayer el telediario de TVE se refirió al grupo musical Depeche Mode como «la banda de culto con más seguidores”.
Es, evidentemente, mentira. Nada que se promocione en todos los canales de televisiómn con una inversión de millones de dólares es de culto. No más de lo que Mickey Mouse puede ser de culto, o la cantante Madonna puede ser de culto.
Hay tres actitudes al escuchar la frase. La primera es decir “otra vez periodistas que hablan de lo que sólo conocen de oidas”. La segunda es decir “ya están los agentes de prensa intentando arrimar el ascua a la sardina con eslóganes promocionales disparatados”.
La tercera es ser un joven impresionable o un adulto culturalmente poco despierto, y asociar el término de culto a Depeche Mode, y al resto de grupos-no-despreciables que se emitan en las radiofórmulas.
Lo importante es que la tercera opinión tiene muchos más seguidores que las dos primeras. No precisamente entre sus amigos de usted. A esos ya les ha formado bien a base de cintas grabadas, cds selectos y préstamos de material impreso. Lamentablemente, la mayoría no son amigos suyos. La mayoría no lee su blog. La mayoría no sólo no compra fanzines sino que ni siquiera sabe que existen o dónde comprarlos.
Depeche Mode, con un solo comentario, es –y remarco, es– un grupo de culto. Es el poder de la televisión. Mala suerte.
Esto significa que en algún momento más o menos cercano, el término “de culto” va a ser abandonado. Es la forma en la que se enriquece el léxico subterráneo. Los significados son progresivamente infectados y acaban perdiendo su integridad, su significado, su esencia. Hay que crear un nuevo cuerpo y volver a exponerlo hasta que, como un ánodo de sacrificio, su oxidación permita seguir salvando la quilla. Cada vez que aparece una nueva etiqueta, se inventa un nombre, pongamos jungle-trip, comienza una carrera en la que el comentarista de turno lo inoculará, más tarde o más temprano, con un virus letal. “No nos gustan las etiquetas” es un sinónimo de “no queremos seguir corriendo”.
Mala suerte. Hay que seguir ahí. Volver a inventar como tantas otras veces, un bucle léxico que huye de la formalización, porque el léxico subterráneo huye de las maneras, de las normas y de la mediocridad. Y huye sin poder parar.
Cuando ustedes no conozcan las palabras que manejen las publicaciones subterráneas, será una marca de salud. Y de que, probablemente, están ustedes ya en el territorio infectado. Lo sabrán por el telediario.