Hoy empieza el mundial de fútbol y alguna alusión teníamos que hacer. A nosotros nos gusta la figura de manolo el del bombo: nos concedió una entrevista en su bar de Valencia, y nos leimos de corrido su autobiografía Manolo a todo bombo, un libro espectacular. Es el personaje que mejor ha construido la imagen mítica del seguidor de fútbol, en contraposición al presidente de club, una persona que vende la imagen de «los colores» y cosas así con el objetivo principal de tener una masa social que lo blinde cuando empiece a hacer dinero, principalmente mediante constructoras.

[La dinámica de la masa social patriotera y enfervorizada como encubrimiento de dudosas actividades económicas la comenzó Jordi Pujol -antes se llamaba «que no le procesen por Banca Catalana»; hoy se llama nacionalismo catalán-, y la siguieron Mario Conde (CDS) y Jesús Gil (GIL), y sigue vigente en nuestros días. Vamos, que es una cosa patria, patria.]

Pero bueno, el fútbol nos trae un poco al pairo, y le tenemos miedo a una final España- Brasil, que convertiría en real el apocalíptico panorama que mostraba la obra de teatro 30 millones de gilipollas, de Mauro Entrialgo. Así que nos centramos en el bombo.

Y de los bombos así festivos y que uno puede aparcar cuando le apetece, nos quedamos con The Empathy Belly»^® Pregnancy Simulator, un simulador de embarazo para que te sientas empatía con el sufrimiento que tiene tu pareja, o tu amiga, o alguien que está embarazado de verdad. Un bombo falso que intenta joder como uno de verdad. La broma cuesta 750 dólares y muchos dolores, que diría Emilio el Moro, porque da pataditas, te revienta la espalda, provoca vómitos y en suma simula todo el proceso, sin el milagro del parto. Vaya, que es como el cilicio, pero en caro y en malrollero.

No es fácil ser manolo el del bombo. Pero alguien tiene que hacerlo. Es-pa-ña, dum-dum-dum.