Como esto, todo. Déjemne explicarles.
La invasión de la Sgae por 60 personas con caretas de Ramoncín en junio pasado, una acción que se ve con perspectivas enfrentadas pero que no se olvida, no solo es un reflejo de la pelea por la libertad cultural, los derechos de autor y el futuro de una sociedad que sólo obtiene de forma gratuita lo que deciden los medios de comunicacion (obras principalmente norteamericanas, y nacionales adaptando norteamericanas: no nos engañemos).
Es un reflejo de algo más genérico, que está tocando muchos aspectos sociales en términos de tensión. A saber: qué hace el ciudadano cuando la postura de un gran número de gente a nivel de calle se ve ignorada por todos los partidos políticos. En otras palabras, qué sucede cuando la realidad del ciudadano y el horizonte-ideal-sublime que se inventan los partidos (y que concuerdan compartirlo a espaldas de sus votantes) entran en conflicto.
Ejemplos: inflar a residencias la costa hasta que no haya rocas al aire, designar que no haya suelo donde aparcar sea libre de impuesto-parquímetro, obligar a que los establecimientos con un 100 por ciento de clientes fumadores tengan un 70% del espacio reservado a no fumadores -caso particularmente sangrante en el caso de los clubes que tienen espectáculos-.
(En el caso de los bares, es particularmente notable que en los comunicados quede claro que bastará la denuncia de una sola persona para cerrar el local: uno solo de los que «tienen razón» es el puro peso del universo. Mientras, hay miles de delitos con centenares de denuncias -constructoras, inmobiliarias, atracadores de calle,… en todos los niveles, vamos- en los que ese dedo infinito de la razón no se aplica. Hay un lector de este blog que a hacer comparaciones vergonzantes lo llama demagogia. La cuestión es si es vergonzante o no, por sí mismo. Le esperamos en los comments.).
Cabría pensar que todo ese movimiento social ajeno a los partidos existentes podría canalizarse en un partido. Pero para pensar eso tenemos que ser idiotas.
Comparen los setenta, con Franco recien muerto, y sus docenas de partidos, y sus ciudadanos en la calle, con la foto actual, y los vecinos que solo se manifiestan si bajan su equipo a segunda. Los ciudadanos españoles han sido políticamente anulados. Y más cuando uno nota que es imposible montar un partido político -que logren conocer los padres de usted y el panadero de usted, anunciándose y apareciendo en medios con sus propuestas- sin un banco que te respalde.
Así que como no hay posible canalización política de las necesidades ciudadanas, los ciudadanos improvisan. E improvisan mal, pero según los parámetros de los propios políticos. Que es como decir que los Osos no regularizan sus propiedades con los papeles oportunos.
Así tenemos cosas como el asalto a la Sgae, y los ataques a los parquímetros, y las peleas en Barcelona porque el alcalde (y sus antidisturbios) no quiere que nadie, ¡incluso en fiestas patronales!, pueda beber y reir con sus amigos.
Cuando los políticos van «contra» la ciudadanía, negando la realidad de calle , se buscan espontaneamente soluciones que molesten poco -vivimos en bienestar, esto no es como la navidad que cazaron a Ceaucescu- y suenan a bobas porque las limitaciones de organización -y de seriedad sin apoyo bancario- son todas.
Pero decir que es boba es como decir que las osos son bobos por no ir al ayuntamiento a registrar su propiedad.
La ciudadanía contra la política sin querer meterse en política va a aflorar por muchos más campos. Los parquímetros, la Sgae y las zonas de fumador son solo el principio.
Ey, tenemos la política que merecemos. Aquello de la «mayoría silenciosa» que enarbolaba Franco, sigue a la orden del día como justificación política.
Y no sabemos como dejar de estar callados. Cuando algo parece que es un movimiento social, la prensa dice que estaba canalizado por los partidos («pásalo»).
Así que cuando parece que como ciudadanos hablamos espontáneamente-y vuelvo a la comparación con la efervescencia de los setenta que fue eliminada por la movida y su «reparto el dinero de forma aleatoria entre los que se mueven»– era y es todo mentira. Sólo existe el seguir al pastor. Y cualquier otra opción es boba y animal.
Esto es aquí y ahora. Mejor que nos vayamos acostumbrando.