El Fan Sculte Faja ha compilado este video con seis escenas vergonzosas del cine anglosajón, ubicadas en estas seis categorías:
Peor muerte interpretativa
Peor escena de especialistas
Peor reacción
Peor interpretación
Peor cambio de tema
Peores efectos digitales
Transcribo la conversación de la quinta categoría:
– Estaré de vuelta a las ocho. No llegueis tarde (se va) – Estoy cansadisima. – Sí, yo tambien. Estoy de los nervios. ¿Qué me dirías si… eehhh… te llevo a mi casa y te como el conejo?
Bokito, el gorila del Zoo de Amsterdam, decidió que ya era suficiente. Tres días por semana, una mujer visitaba el zoo y se le quedaba mirando. Tres días por semana. En las reglas de convivencia de los gorilas, quedarse mirando es un signo de desafío. Bokito decidió que el tema tenía que resolverse, así que saltó de su espacio, se fue directo a por la mujer, la mordió y la rompió un brazo. La mañana en la que Bokito estuvo suelto por el zoo de Rotterdam fue ampliamente cubierta por los medios holandeses y españoles.
Podríamos aventurar hipótesis sobre qué impulsa a una señora a ir a mirar fijamente a un gorila tres veces por semana durante meses. Pero la razón por la que la historia de Bokito aparece aquí es la imagen de arriba.
Lo que ven es la última innovación holandesa en visitas al zoológico: las gafas para mirar a los gorilas el tiempo que te venga en gana. En lugar de preguntarse «como es que una señora tiene una obsesión de ese tipo», se dicen «ey, igual hay muchas personas así y podemos sacar beneficio». De ahí estas gafas con ojos que miran para un lado y agujerito para darle gusto a nuestro voyeurismo simio. Ingeniería a remolque de los fetichismos animales.
«¿Has hecho el esfuerzo de buscar en Google tu nombre para ver cuántas veces aparece?»
Susana Griso, presentadora matinal del canal Antena 3, antigua presentadora del telediario principal, dirigiéndose esta mañana a la exministra Celia Villalobos.
Ahí queda. Para la responsable del informativo más visto del canal, buscar en Google es un esfuerzo. De investigar tramas económicas, ni hablamos.
En sólo cincuenta años de masaje mediático -masaje profundo, eso sí- hemos desarrollado una serie de actitudes con respecto a los media, y en especial por el que se supone el resumen de todos, el equivalente al tótem de otras aldeas: el televisor y lo que este expande, la televisión. Una visión perspectiva de nuestra relación con la tele revela ciertas actitudes cercanas a la superstición, a la idolatría: irracionalidad, credulidad, fe. Una credulidad que nos lleva a creer a la ligera y a lo grande. La cámara nunca miente… Incluso la fe ha mutado. La fe clásica era aquello de creer en lo que no ves; la fé catódica es creer en lo que ves, oyes o lees, sea lo que sea que veas, oigas o leas, si lo dice el tótem y el brujo hace la pertinente paráfrasis. La credulidad se refuerza con la credibilidad -que es creíble- de los que salen por pantalla.
Extraido de ¡Zap!, de Miguel Ibáñez (Futura Ed., 1995), pags 109-110
Supongo que saben que hay una variante del fetichismo en la que los participantes se embuten en cuero, latex y/o goma y se hacen pasar por mobiliario. Eso blando que hay sobre las ruedas en forma de butaca de oficina tiene una persona dentro.
¿Y si hubiera grandes superficies para esta especialidad?
Este blog plantea el catálogo de una conocida multinacional sueca como una forma contestataria de fetichismo. Quién iba a decir que el activismo y la diversión se iban a unir contra el ladrillo.
Espectacular experimento de cámara oculta: ponemos un actor a preguntar por un lugar con un mapa, y en un momento determinado lo cambiamos por otra persona.
Como nadie se da cuenta, lo cambiamos por un cantante famoso.
Como así tampoco, ponemos a una persona de una raza distinta.
Da igual. Al cerebro lo que le importa es la continuidad. Todo lo demás es accesorio. Vean: