Mimos, tunos y drag queens: el Gaypride 2007 de Madrid
Miércoles, 27 de junio de 2007
La semana pasada en televisión he visto un número considerable de reportajes sobre el cercano día del orgullo gay, a celebrar en Madrid. Los reporteros no hablaban con los organizadores, por motivos misteriosos. En su lugar mostraban las opiniones de gente de la calle. Para ser específicos, de la calle Chueca. Todos, con una pluma considerable. Todo sea dicho, muchos de los reporteros, tambié hacían ostentación de la suya.
Desde aquí nuestro apoyo a las reivindicaciones de los derechos (y las obligaciones) de los homosexuales. Eso por delante.
Ahora bien, lo del Gay Parade, y celebraciones del estilo, hay que cambiarlo pero ya. Ya basta.
Por si no es evidente, les transcribo un párrafo del imprescindible libro Mondo Bulldog, de Jordi Costa (Ed. Temas de hoy). Léanlo imaginando el aterrador espectáculo de carrozas y purpurina y sonidos pregrabados:
Hay que decirlo de una maldita vez: las drag queens han heredado el papel social antes ocupado por los tunos y los mimosLos zapatos de plataforma, las pelucas hiperbólicas y el playback chirriante han sustituido a la tradicional capa, la bandurria y las beodas interpretaciones de Clavelitos. Los maquillajes post-glam y la verba petarda son la evolución finisecular de la cara blanca y la lírica gestual de pacotilla
Tunos mimos y drag queens han sido la sucesiva encarnación del pequeño porcentaje de excentricidad que la sociedad se permite tolerar y, hasta cierto punto, legitimar.
Por eso, a los ojos de los auténticos amantes del desorden -un desorden sin coartadas, un caos sin centro-, tunos, mimos y drag queens han sido las sucesivas pieles del mismo coágulo de mal rollo.
¿Hay algo peor que que soportar la intromisión de de una manada de tunos cantarines en un restaurante?¿Puede concebirse una idea de la diversión menos estimulante que la de contemplar a un mimo midiendo, interminablemente, con sus manos desnudas, las dimensiones de una pared invisible?
La respuesta a ambas preguntas es afirmativa: sí, hallarse en el punto más recóndito y mal ventilado de una fiesta cuando empieza el espectáculo-sorpresa de las drag queens.
¿Qué hay que hacer cuando se detecta la presencia de drag queens en una fiesta? ¡Huir en estampida!
Jordi Costa, Mondo Bulldog, pag 155
No se puede decir mejor ni más claro. Oigan, está escrito en 1999.
Ya vale. Muchas gracias.
Bola extra: el cierre de la cita, la huida en estampida, fue reformulado por Palahniuk en su «Asfixia». Léanlo aquí.
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Comentario de TERE — diciembre 16, 2008 @ 8:48 pm
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