Sociología parda: cuando fuimos héroes
Martes, 9 de octubre de 2007
Mañana voy a coger carretera para ver el concierto de vuelta de los Héroes del Silencio. Este domingo, volaba leyendo la página completa que el diario El Mundo dedicaba al grupo y su concierto en México. El artículo no aparece en la web del medio, de modo que no recuerdo su autor. Pero sí recuerdo que se equivocaba en los nombres de los intérpretes -ya es mala suerte, sólo habiendo cuatro- y los ubicaba como un residuo espúreo de «La Movida». Ese juicio madrileño-chovinista me puso de los nervios. Principalmente porque los Héroes del Silencio han sido los únicos que han vendido sólidamente en países de habla no hispana. Han sido el único grupo que prosperó, porque los Mecanos y los Radiofuturas (por poner un grupo que aborrezco y otro que adoro) fuera de los hispanohablantes no se comieron nada.
Ese «residuo espúreo» superó ampliamente a todos sus predecesores. Tanto, que hay una sensación de «pasado de moda» que sólo se aplica a las propuestas que se ponen seriamente de moda. Entiéndanme, soy el primero al que Bunbury le parece incómodamente histriónico encima del escenario. Pero basta acudir a las videotecas para ver que ese histrionismo es, en movimientos, idéntico al de Robert Plant de Led Zeppelin. Y nadie reduce a Page a sus gestos en escena. (Por otro lado, funcionaban de una manera muy notable cuando Bunbury jugaba a Rey Lagarto, y con gestos de Jimmy Page montaba una intervención a lo Jim Morrison; ya saben: todo lo que no es tradición es plagio, y si tienes que copiar, copia a los buenos).
A modo de equilibrio universal, permítanme hacer un mínimo recorrido pardo por lo que significaron los héroes del silencio. Detalles tangenciales que nunca entran en las biografías.
De modo que el post se reinicia aquí.
Lo primero que enseñaron los Héroes del Silencio a sus seguidores es esto: «si quieres que sea mejor, sigue trabajándola». Parece una frase de cajón, uno de estos refranes en los que uno queda bien de boquilla. Pero ellos lo materializaban con dos cortes. Uno era «Héroe de Leyenda» de su primer EP -que es un himno generacional, le pese a quien le pese-. El otro, era la primera grabación de «Héroe de Leyenda». Antes de los intercambios de música en la internet, las cintas grabadas eran el material musical de estraperlo. Y yo, en los primeros noventa, había acumulado una sólida colección de grabaciones primerizas de los héroes del silencio y de sus grupos predecesores (de hecho, de muchos grupos zaragozanos, pero los héroes eran los que realmente *lo estaban haciendo*). Esa primera grabación de Héroe de Leyenda es indescriptiblemente horrible. No se hacen una idea. El shock al escucharla -imbuido en una marea en la que esa canción, en la versión definitiva grabada años después, es omnipresente- es total. Esto se puede convertir en aquello. Sólo necesita trabajo y más trabajo. Esa fue la primera lección de los héroes.
La segunda es que lo puedes lograr, y lo puedes lograr a lo grande. Y no hablo de girar por todo el planeta, sino de amasar un público que realmente no quiere metadonas ajenas, sino sólo lo que tú les das. En Zaragoza, en el 89, yo vi con mis propios ojos como el telonero de Heroes era expulsado del escenario por el público. Es algo increíble, y de hecho nunca más lo he vuelto a ver. El desafortunado fue Víctor Abundancia y sus Coyotes. La segunda lección es que puedes lograr eso, y lo puedes lograr con la gente que te cruzas por la calle -porque los héroes, lógicamente, no flotaban a dos metros del suelo-.
La tercera lección de los Héroes se encarnó en no recuerdo qué concierto de aniversario de los cuarenta principales en Madrid. Esencialmente, mientras el resto de grupos de la tardenoche saldaban su presencia con desgana, los HdS decidieron que esa iba a ser una noche para recordar. E hicieron lo que habían hecho los u2 en el primer liveAid: dejar a todos los demás en evidencia. La diferencia es que los u2 lo hicieron como los torerillos espontáneos en corridas ajenas, y los héroes lo hicieron como cabeza de cartel. La lección fue que no sólo puedes demostrar que eres la cabeza de cartel, sino que puedes dejar claro que quien quiera seguirte el paso va a tener que sudar mucho. Repitieron la jugada en Berlin 91, lo que indicba que el listón que ponían no se debía a las limitaciones de la competencia.
De las tres, la más importante, a efectos personales, fue la primera, la que se formulaba sola cuando comprabas cintas recopiladas de estraperlo en el bar Muelle, de la calle Doctor Cerrada. Las malísimas primeras maquetas de los héroes, grabadas con pantalones de pitillo, jersey de cuello alto y sombrero -tengo imágenes demostrativas- se convirtieron, a base de fé y de trabajo, en una marca de tiempo tan potente que hasta los críticos musicales restallan los dientes antes que conceder.
Sólo un detalle de sociología parda: cuando explotó el mundo héroe en zaragoza, en el 87-88, comprar ropa negra no era nada, nada sencillo. De hecho, la mayoría teníamos que teñir camisetas estándar para vestir de negro. Ahora lees frases como «pink is the new black». Sólo ese detalle ya marca lo que ha sido todo este tiempo de pausa. Pero las lecciones siguen ahí. Si cada grupo tuviera la misma voluntad de los primeros héroes en redondear las canciones, si cada grupo tuviera la misma voluntad que ellos en llevar la experiencia del concierto un paso más allá, yo tendría mucha menos pereza en acudir a las actuaciones. Y no sólo estoy hablando de grupos nacionales.
El concierto de regreso de los héroes será un bonito ejercicio de sociología parda. No sé cuántas bandanas los asistentes desempolvarán del armario. El centro gravitacional zaragozano del movimiento (La Estación, La Kama, el tremendo bar Sevilla,…) abandonó una piel que tengo curiosidad de si volverá, por unas horas, al calor de los focos y de los altavoces rugientes. Y ya veremos si el concierto empieza con «Song to a siren»de «This mortal Coil», con el que la banda comenzaba cada concierto, y que en Zaragoza fue un icono antes de que David Lynch la incoporara a sus secuencias más inquietantes.
Y saber si va Cachi. Pero esa sí que es otra historia.
Ya saben que yo soy más estoico («soy parte de un grupo») que cínico («todos los demás son idiotas»). Fingir que no viví la era de los Héroes es un cinismo imperdonable. Y lo es especialmente en los críticos musicales. El miercoles veremos lo que quedó de la Avalancha. Si vuelven a repetir lo de Madrid y Berlin, si vuelven a demostrar que pueden pisotear a cualquier grupo nacional en directo, me quitaré el sombrero. Por mucho histrionismo que despliegue el cantante.
Más, leyendo aquí…
Héroes? fuera, fuera, fuera!!!
Ahora en serio, esta muestra de sinceridad le honra, Raúl.
Comentario de C. Rancio — octubre 9, 2007 @ 7:33 pm
Nunca fuí un héroe, lo digo escuchando una recopilación orquestal de grupos de la movida, que curiosamente, tampoco fui de ella. Sin embargo, con el tiempo, supongo, nos volvemos nostálgicos. Me suenan muchas de las canciones de los Héroes, y no cabe duda de que son unos artistas. Al menos espero que fueran (sean) muy naturales y poco marketing.
Comentario de PECE — octubre 9, 2007 @ 10:45 pm
cuando entrevistaban a los héroes en la MTV y hablaban en inglés de I.N.B. con acento de zaragoza molaba mucho, y totalmente de acuerdo con raul sensato en que no ha habido una banda que haya llegado más lejos en la península, y meterlos con la movida es insultante, principalmente porque una movida de provincias y que molaba mucho más que las oficialmente guays que eran las que salían en la radio. el éxito de los héroes comenzó cuando empezaron a tocar en TODAS partes, no hacian ascos a cualquier pueblo muy poco glamour que tuviera y eso no lo han hecho los grupos de la movida (puta movida, como bien decia santiago segura) ni los cantautores supuestamente progres.
en fin, que serán unos chulos y de provincias pero a quien le importa, eran los mejores y no hay duda, cientificamente es demostrable.
pero la ciencia, amigo mio, no es un criterio relevante en este país 🙂
Comentario de ulrike meinhoff — octubre 11, 2007 @ 8:53 pm
[…] nota extra (continuendo esta entrada anterior), el concierto de los Héroes del Silencio en la Romareda fue particularmente emotivo. Bueno, […]
Pingback de No Recomendable » Sociología parda (cont.) — octubre 16, 2007 @ 12:17 pm
Confieso que no te había leído hasta hoy, y que estoy de acuerdo contigo punto por punto.
Me alegra haber formado parte de la experiencia.
Por cierto, la canción cuyo título no recuerdo «… están abiertas a la oscuridad…» que en el concierto te dije que nunca la había oído en directo desde la época de las maquetas, pues es falso, me traicionaron los recuerdos: está en el fabuloso «Senda 91» que se quedó en casa de mi madre, con el resto de los vinilos, que algún día tendré que rescatar.
No tocaron la decadencia, y nos privaron del histrionismo más puro, pero da igual.
Ah, y tengo una leyenda urbana para ti….
Comentario de Fernando — octubre 21, 2007 @ 1:04 am
Fliparías de lo que se pagaba por ese Senda 91 antes de que sacaran este año una caja con todos los vinilos reeditados.
«Decadiencia», en directo, era MONUMENTAL. El extremo del histrionismo se ve visionando el DVD de «Flamingo’s» sin sonido. Son cosas diametralmente opuestas.
Esa leyenda urbana me la tiene que enviar al privado… ya sabe lo que estoy cociendo…
Comentario de Raul Sensato — octubre 22, 2007 @ 10:55 am
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Trackback de blog — agosto 24, 2016 @ 8:19 pm
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