El COI y lo importante de participar
Jueves, 4 de diciembre de 2008
P. ¿Cómo le cambió la vida después del gesto?
R. Todo cambió para siempre. Recibimos amenazas de muerte, cartas, llamadas… Después de los Juegos Olímpicos, todos mis amigos desaparecieron. Tenían miedo de perder sus amistades blancas y sus puestos de trabajo. Yo tenía 11 récords del mundo, más que cualquier persona en el mundo, y el único trabajo que encontré fue lavando coches en un aparcamiento. Y me echaron porque mi jefe dijo que no quería que nadie trabajara conmigo. No quería que alguien que defendía la igualdad de derechos estuviera en su plantilla.
P. ¿Nadie le ayudó?
R. Todo el mundo tenía mucho miedo. A mis hermanos les echaron del colegio. A otros, en el equipo de fútbol de la universidad, les prohibieron competir por lo que yo hice.
P. Ha llamado estúpidos a los miembros del COI. ¿Nadie le ha pedido perdón?
R. No, nunca. En privado me dicen: ‘Estuvo muy mal lo que te hicieron, fue una pena…’. Mentiras. Destruyeron mi vida, la de John, la de Norman… La esposa de John se suicidó, yo me divorcié… Todo, por pedir que las personas seamos iguales. Todo eso lo consintió el COI y el comité estadounidense no hizo nada por pararlo.
Como ven, el comité olímpico aplica a rajatabla el eslógan del barón de Coubertin, en todas sus variantes, incluida «lo que importa es si has participado».