Miguel Servet:
Una lección que a los maños nos gusta mucho sacar a la luz
pero que al parecer no tenemos nada aprendida.
El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, se mostró a favor de la decisión de TUZSA de no admitir la campaña promovida por la Unión de Ateos y Librepensadores, que comenzó ayer en Barcelona con el lema ‘Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida’. El máximo responsable municipal calificó la iniciativa de «anacrónica». «Me suena como del siglo XIX. Eso de empezar a hacer manifestaciones de si usted cree o no cree en Dios, es algo que debe estar fuera del debate político. Carece de sentido», dijo.
del Heraldo de Aragón
Y luego que Zaragoza tiene fama de ultraconservadora y facha ( desde luego, la academia militar ayuda lo suyo a esa imagen, claro). Tanto pelear diciendo que los zaragozanos sabemos qué es vivir en el ahora… y nos viene lo que han podido leer arriba.
Censurar levantando las manos y diciendo que se es neutral. Los maños, que tanto mentan a Miguel Servet.
Un medio público -los autobuses- censura a su gusto lo que debería estar al alcance de quien lo pueda pagar. Y luego se quejan de que haya pintadas.
Un representante de la ciudadanía que dice que el tema religioso es una discusión anacrónica (¡anacrónica! ¿Qué periódicos lee este señor? ¿Se piensa que el conflicto de oriente medio es por el billar?), pero que no tiene el coraje de decir cuál es la solución de esa «discusión hace tiempo resuelta». Que no tiene nobleza para decir cuál es la verdad.
Qué sonrojante la posición del alcalde, representante de los zaragozanos. Causa el mismo pudor que dan esos oficinistas que se callan en los juicios en los que se acusa de acoso sexual al jefe. Se calla por miedo a no conservar su empleo. Y no se limita a callar, sino que se regala, porque hace ostentación de su silencio. El equivalente del antipaladín oficinista que se pavoneaba testificando «si es que se visten como golfas». Permitiéndolo, bendiciéndolo, compartiéndolo.
Estos son los anacronismos españoles, dice. Tapar las vergüenzas con el mantón del Pilar. Qué sonrojo.
Zaragoza, como toda España, es mariana (recuerden los asaltos en la guerra civil: «al hijo lo que queráis, pero a la madre ni tocarla»). Es mariana, sí. Pero si algo ha distinguido a los zaragozanos, es ir con la verdad por delante. A riesgo de que les llamen brutos. Jugar con las cartas levantadas.
La pilarica es un icono que no necesita ni mentir, ni amordazar a nuevos Miguel Servet. Es un icono que viene de la mentira, pero que es el nuestro. Como para otros los Centauros, o los Grifos, o Mickey Mouse, o Rómulo y Remo.
No requiere acallar consintiendo la injusticia. No requiere mentir diciendo «soy neutral» mientras se tapa la verdad y se consiente acallar a los sinceros.
Qué vergüenza. Se acabó la nobleza baturra. Ahora, al decir que soy maño, me colocarán con estos.
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