Mi gerontogeist
Sábado, 6 de marzo de 2010
Pónganse en la piel del abuelo Cebolleta. Ustedes también tendrán sus batallitas, no como celebración de lo pasado, sino como marca constante del cambio. No olvides, recuerdan los mayores, que las cosas no siempre fueron así. Hablar con la gente de edad te saca de un tipo de pensamiento y te lleva a otro: dibuja el caducado, pero acota el moderno. Hay pensamientos estándar en la época moderna que sólo se revelan cuando encuentras el lugar en el que terminan. Tenemos la idea de que los tiempos cambian necesariamente a mejor, pero las ideas-fuerza, los pensamientos para los que inviertes muchas vueltas en razonar una alternativa, no son mejores ni peores, con el tiempo. La unicidad los convierte igualmente en perniciosos.
Cuando proyectas nuestra generación hacia el futuro, incluyes el ordenador porque es parte constante de la vida actual. Las conversaciones de bar se tornan en intercambios de twitter, las preguntas por amigos de segundo contacto se solventan a golpe de facebook. Ahora vivimos una barrera de edad en la que la juventud abunda en la red como en tiempos abundaba en la calle, pero ese límite se trasladará y necesitaremos por narices una gerontorred, un lugar de ancianos, donde conservaremos el dospuntosparéntesis para sonreir mientras los chavales lo marcarán con algo que no esté anticuado.
Mi generación combatirá el aislamiento de las casas de residencia manteniendo la conversación en un ordenador en el que teclearán con dificultad por la artrosis en las manos, que ajustarán con las gafas bifocales hasta tocar el monitor con la nariz. Y entonces lamentaremos la falta de reconocedores de voz, esos programas en los que las palabras dichas se convierten en palabras tecleadas, donde es mejor la corrección puntual con músculos doloridos que el agónico recorrido letra por letra que tenemos hoy. En la gerontorred, nuestros hijos y sobrinos y nietos nos banearán de las redes sociales con el miedo de que les dejemos en evidencia ante sus compañeros, rematarán su no venir a visitarnos en la cama-celda con un constante ignorar nuestras llamadas de Skype. Y nos remitiremos a la gerontorred, seguiremos en nuestro bar lento, hablando del tiempo y del dolor y de la textura de las deposiciones, porque hay un tiempo para cada tema.
El gerontogeist digital que viviré se buscará diariamente en Google, o en su simétrico, y encontrará todo lo que habló y lo que hablará; el abuelo Cebolleta será un copiapega constante, la misma historia con las mismas palabras, con los nuevos recuerdos añadidos a conciencia. Seremos viejos y seguiremos conectados, a distancia y rodeados, como hoy pero con dolor en cada tecla. Y buscaremos el wifi mientras estamos atados con tubos a bolsas de colostomía, a alimentación intravenosa. Mientras somos todo cable buscaremos el inalámbrico etéreo en el que está todo lo nuestro, mientras dure.
Joder, qué mal saber de boca deja este texto…
Comentario de Jaime — marzo 7, 2010 @ 6:21 pm
Intensa distopía. Felicidades.
Comentario de Luis — marzo 7, 2010 @ 8:17 pm
Astrud decían que «la nostalgia es un arma»
Comentario de El dios del primo del Marlo — marzo 10, 2010 @ 2:31 pm
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