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post La muerte de Cristo y los pecados

Martes, 4 de mayo de 2010

Raul Sensato a eso de las 11:29 am

Cristo presenta

He estado leyendo los obituarios de la muerte del domador y empresario Angel Cristo. Los textos señalan que si conocemos a Cristo es porque se casó con la actriz Bárbara Rey, prototipo de jamona en los tardosetentas. La convenció para abandonar el glamour de la pantalla plateada, con sus desnudos si-lo-exige-el-guión, y cabalgarse en el nómada y esforzado gremio del circo. Cuando tuvieron su primer hijo en 1981, recuerdo que en la calle se lamentaba, con media sonrisa, que no le impusieran el nombre de Jesús. Jesús Cristo Rey; eso es un nombre rotundo.

Me fascinan los obituarios de Angel Cristo porque están formulados como un inmenso listado de desgracias. Detallan las ocasiones en las que fue hospitalizado por ataques de las fieras -que es la amenaza constante de la profesión de domador-, sus denuncias, su ruptura matrimonial y su quiebra económica. El obituario de Angel Cristo es el retrato de un camino hacia abajo, donde sólo hay sombras.

Me recuerda en exceso a los compilados que les muestran a los concursantes de Gran Hermano cuando abandonan la casa: videos en los que se expone, condensada, la peor parte de si mismos. Broncas y tensiones repartidas a lo largo de meses, concentradas en minutos. En las selecciones de los realities, «lo mejor» del concursante sólo se comprende como «lo peor» del concursante. Los tiempos buenos están fuera del perfil; un perfil que se le impone a priori.

Cristo, ese hombre que giraba por las ciudades montando y desmontando carpas entre nubes de polvo levantadas por el viento, no tiene la suerte de los toreros. En las biografías de los diestros se detallan sus cornadas, pero también las veces que salieron por la puerta grande. Entre los domadores, no existe más éxito que el propio aplauso. Todo lo que puede ser noticia es el desastre. No hay lado positivo posible en la imagen presupuesta de Angel Cristo: su negocio sólo interesa como bancarrota, sus actuaciones sólo interesan como accidentes de hospital, su matrimonio sólo interesa como ruptura.

Los obituarios de Angel Cristo se leen como la trama principal de Asfixia de Palahniuk. Cristo sólo está ahí para materializar, dar carne, a los lados negativos. No hay espacio para la magia de las focos ni para un premio que sólo podía tener forma de palmas. En el relato de la muerte de Angel Cristo, sólo hay lugar para las sombras. En la muerte de Cristo sólo hay pecados, sin redención.

Ya hay 4 comentarios »

  1. He encontrado un obituario distinto, pero claro, era un amigo.

    http://www.elpais.com/articulo/cultura/trabajador/ejemplar/elpepucul/20100504elpepucul_2/Tes

    Comentario de Fernando — mayo 4, 2010 @ 12:10 pm

  2. Fernando: Es cierto! Ha aparecido, eso sí, después de publicar esta entrada…

    Comentario de Raul Sensato — mayo 4, 2010 @ 1:07 pm

  3. Sólo avisaba, no te quito la primicia, porque el periodismo «de oficio» ha hablado tal y como tu explicabas.

    Por cierto, esa imagen de Ángel Cristo con Miguel de la Cuadra Salcedo con los leones y José María Íñigo con los elefantes me parece antológica.

    Comentario de Fernando — mayo 4, 2010 @ 3:14 pm

  4. Bellisimo. Aplauso.

    Comentario de Dr Zito — mayo 11, 2010 @ 8:59 am

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