Alterando la jerarquía
Martes, 9 de agosto de 2011
El otro día estaba yo de visita cuando en la mesa de mi anfitrión -un hombre de edad avanzada, ya necesitado de complementos nutricionales- vi esta caja:
La comparto en este rincón porque trae incluida una extraña alteración de la jerarquía. Y además de una jerarquía de sabores, que es particularmente firme en sus directrices. Por si no se han dado cuenta del detalle, el sabor del producto era particularmente específico:
Entre los clientes de la salud hay que jugar así de fino: mentar al café entre los pacientes voluntarios es llamar a la tormenta, así que se invoca al café descafeinado, mucho más inocuo e inocente.
Pero aquí se da un giro estupendo y se le invoca como un ideal: estos polvos persiguen el sabor del café descafeinado el cual a su vez persigue el sabor del café pero -y aquí está la metafísica saboril- los polvos no persiguen el sabor del café, se desmarcan voluntariamente. Además se añade, claro, la presencia en el bodegón de granos de café, que pueden ser granos descafeinados -para eso se tratan con CO2 o con triglicéridos- pero que requieren una conceptualización suprema para que evoquen el sabor del café descafeinado y no el del café-café, que se decía en tiempos.
La existencia de dentífricos con «sabor a chicle de fresa», desde luego, no sirve para ubicarse en el giro de jerarquía que supone el «sabor café descafeinado». Es una abstracción que está más allá de mis papilas gustativas.