En la novela de ficción El Origen Perdido de Matilde Asensi la trama gira alrededor de una supuesta lengua ascendiente del aimara que tiene la cualidad de condicionar la mente de quien se comunica con ella. La pragmática es el área del conocimiento que estudia esta influencia de la comunicación en la conducta. ¿Existe realmente la posibilidad de diseñar un lenguaje persuasivo perfecto? ¿En qué estado se encuentra la tecnología al respecto?
Es una pregunta tan interesante y tan redonda que me da miedo contestarla, por si la estropeo. Decía Gregory Bateson que lo importante de la epistemología de la ciencia es mantener las preguntas vivas, ya que a veces las respuestas cierran demasiado el discurso. Umberto Eco escribió En busca de una lengua perfecta, donde hizo una breve reseña histórica y antropológica de cuáles han sido los intentos más significativos de esta búsqueda que han explorado los seres humanos, y habla primero del lenguaje de los gestos y de la mímica y del lenguaje onomatopéyico. Lenguaje que imitaba los sonidos de la naturaleza con el que los primeros humanos informaban de situaciones peligrosas fuera y así permitían decidir a la tribu si podían ir allí o no. Otro fue el lenguaje de las matemáticas; Pitágoras dijo que la lengua perfecta la formaban los números, que siempre dan la misma respuesta si respetamos las cantidades de la fórmula. Otra hipótesis fue el lenguaje de los pájaros, ya que volaban en todos los cielos y hablaban con todos los dioses. En consecuencia, eran capaces de bajar la voluntad divina a la Tierra y decírsela a los hombres. También los jeroglíficos, ya que son trazos más universales por estar basados en dibujos. En definitiva, pienso que los lenguajes persuasivos son los lenguajes orientados a captar el pensamiento sensorial del interlocutor, es decir, a captar la sabiduría que él ya tiene en su interior, en las imágenes mentales, en los sonidos archivados, en las sensaciones llenas de memoria muscular. Hay dos tipos de pedagogía. Una es educare, la que habla de cómo transmitirles las cosas a las personas para que las aprendan. La otra es ex ducere, que consiste en sacar el pensamiento y las improntas más potentes de cada una de las personas. Creo que en esta última se basan los lenguajes persuasivos y a mi juicio son tres: uno es el lenguaje metafórico, que lo que busca es mediante el relato sacar el verdadero relato del oyente, otro es el lenguaje hipnótico, que lo que busca, más que influenciar a la persona, es posibilitar que exprese y desarrolle su alma o su inconsciente o su mejor condición epigenética, que vendría a ser lo mismo, y el tercero sería el arte de interrogar, el arte de hacer preguntas, que también lo que busca es sacar lo más potente que tienen las personas. Esos son los lenguajes persuasivos.
Bernardo Ortín, entrevistado en Jot Down
Bola Extra: De la misma entrevista…
-El adolescente que calla
Hay que recordar que la palabra infante quiere decir “el que no habla”. En nuestra sociedad se pasa demasiado tiempo diciéndole a los niños que se callen, y cuando entran en la pubertad comienzan esa etapa muda y alucinada; y entonces los padres les pedimos que hablen y se pronuncien, callar es su venganza.
-Pluma frente a espada
La acción que más ha rebajado los índices de criminalidad, homicidios y robos con violencia en la historia del mundo fue el invento del libro. Desde la imprenta de Gutemberg y el libro como artefacto conversacional el descenso de homicidios fue bestial.
-Era una persona muy agradable
El ser humano desarrolla su vida para ser completo, es decir, para integrar también su parte más sombría. Hace poco hemos visto cómo algunos abogados defensores de soldados torturadores de la cárcel de Guantánamo han llevado a testificar a vecinos y familiares para que dijeran que los acusados son personas fantásticas, cuando han cometido actos atroces. Como decía Jung, que el contexto no nos haga sacar a pasear nuestro aspecto más sombrío, porque puede ser terrible. Una persona en un contexto determinado puede realizar comportamientos muy graves.
– Hay que prohibirlo
Un sistema político público tiene cuatro discursos que pugnan siempre entre ellos. Uno es el jurídico-penal, que es el ordenamiento legal del sistema. Actualmente tenemos una gran predominancia, quizá excesiva, de ese cuadrante, ya que todo es denunciable. Otro discurso que configura la modernidad de los sistemas públicos es la organización político-administrativa de los recursos. El tercero es el científico-técnico y profesional, que es cuando el facultativo decide si ya es hora o no de proveer a un paciente de una vacuna. Y en último lugar está el discurso social, que dice dónde está el sistema colectivo de creencias. Un sistema maduro debe combinar los cuatro discursos. Quizá ahora el social y el técnico-profesional están en recesión mientras que el político y el jurídico-penal tienen demasiado protagonismo.