Prioridades municipales contemporáneas
Jueves, 10 de mayo de 2007
Ya saben que en este blog somos defensores acérrimos del celtiberismo, que tradicionalmente condensa barroquismo y sobreesfuerzo en aparentar, dejando a la vista la verdadera cualidad del autor/protagonista. El manual imprescindible, el Celtiberia Show de Luis Carandell pueden descargarlo aquí.
El celtiberismo, como ha demostrado este blog en buen número de entradas, sigue vivo. Pero no siempre hemos reflexionado sobre sus mutaciones. Y creo que es necesario a la hora de afrontar la neoceltibérica candidatura de Jorge Juan a la alcaldía de Valencia.
Su campaña, tanto en las propuestas electorales como en los impagables vídeos que muestra, presenta todas las características del celtiberismo, pero reformuladas como consecuencia de un exceso de revistas del corazón y de interiorismo. Lo que hace que una ciudad esté en el mapa no es tener la mejor sanidad ni el urbanismo más cálido, porque eso no sale en las revistas ni da envidia ninguna. Lo que tiene que tener, son famosos y tiendas caras y descapotables pagados por el erario y pistas de esquí en el casi-trópico levantino.
Un concepto similar se aplicó en Marbella -con los resultados que todos conocemos-, con similar barroquismo e ínfulas, pero dirigido directamente a la gente de dinero. En lugar de, como era tradición, tomar el líquido de los jeques que venían en vacaciones para mejorar la ciudad, la gran idea fue invertir el proceso: tomar el dinero de los ciudadanos para mejorar la vida de los chicos de la jet-set.
Pero esta candidatura valenciana es más barroca y más ostentosa y más celtibérica por su propuesta de convertir a toda la ciudadanía en guay, transformando la urbe entera en el arquetipo de hotel caro en barrio gay. Pieles distintas para un celtiberismo que está en todos nosotros.
A esto hemos llegado programando famosos en televisión a todas horas. Con su tomate nos lo comeremos. Compruébenlo viendo los vídeos de Jorge Juan Alcalde.com.
Bola extra: suponemos esta candidatura propone que, en las entradas a Valencia, en los andenes de los trenes y en los controles de los aeropuertos, suene permanentemente por megafonía el gran éxito de Peret «Usted no puede pasar! La fiesta no es para feos!»