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Miércoles, 12 de marzo de 2008
Raul Sensato a eso de las 5:49 pm
Miércoles, 12 de marzo de 2008
Raul Sensato a eso de las 8:14 am
Se celebra en Zaragoza una exposición de Playmobil (en mis tiempos, Famobil) con cinco mil piezas y dioramas. Está ubicada en una carpa en la Plaza del Pilar.
La instalación más pintoresca es esta:
Pulsen para ampliar
Una reconstrucción del concierto de retorno de los Héroes del Silencio.
Los peinados de plástico los encuentro fascinantes. El detallito del click con la banda en la cabeza, en cuya camiseta se puede leer «heavy metal», es resultón. Pero lo enternecedor es la presencia de los seguratas: son el perfecto negativo de lo infantil y de lo lúdico, pero el confeccionador no ha tenido ánimo para quitarlos.
un soplo de papá Bambino,
de esta noticia
Martes, 11 de marzo de 2008
Raul Sensato a eso de las 8:19 pm
Estrictamente, un escaño para cada uno de ellos:
«Sus señorías Frankenstein y Hitler han revalidado sus escaños este fin de semana. Ha sucedido en India, en el pequeño estado tribal de Meghalaya. Aunque Adolf Lu Hitler Marak parecía predestinado para la política, igualmente escalofriante es la carrera de Frankenstein Momin, a quien sus paisanos confiaron la educación de sus hijos en calidad de ministro de Enseñanza.»
noticia original
Frankenstein, el ministro de enseñanza. Adolf Lu Hitler, el diputado. Y luego se preguntan por qué aquí no hay interés en la política…
un Ausente de Rancio
Martes, 19 de febrero de 2008
Raul Sensato a eso de las 4:50 pm
Efectivamente, esperemos que sea «el comienzo del cambio». Me explico: no hay ningún problema en que la Alemania Nazi exterminara a unos cuantos millones de personas: eso se perdona. Pero que Cuba venciera a los Estados Unidos lo ha pagado hasta hoy. Aislados del comercio, obligados a arañarse entre sí por la miseria, como a una familia a la que no le dejan salir de su casa, como a los personajes de El Angel Exterminador.
Esperemos que sea el comienzo del cambio, y Cuba pueda exportar e importar, y deje de pagar por el supremo delito de haber dejado de ser colonia de los Estados Unidos. Un crimen, al parecer, mucho mayor que el de matar millones de personas.
Actualización horas después:
Parece que nos han leído. Esta es la nueva noticia de portada e ElPais.com:
Lo dicho. El delito supremo de vencer a los Estados Unidos no tiene enmienda. No sea que alguien más se lo plantee.
Miércoles, 13 de febrero de 2008
Raul Sensato a eso de las 9:18 pm
El lugar con los alquileres más caros del mundo, tiene este aspecto desde el aire.
Pulsen para ampliar.
Lunes, 5 de noviembre de 2007
Raul Sensato a eso de las 12:00 pm
Mitos del espectáculo: El Teatro Chino de Manolita Chen en Jerez, 1964:
«De todas las ediciones que recuerdo, quizás sea la celebrada en el 64 la que produjo en los mentideros de la ciudad las tertulias más apasionadas y las disputas más acérrimas. Y fue el caso que el afamado Circo de Manolita Chen traía una atracción estrella anunciada con el nombre de «La Reolina del Ni : el enano más potente del siglo XX«. Nicomedes expósito, el Ni, poseía un apendículo sexual que rozaba la elefantiasis aunque, a diferencia de los que tienen este padecimiento, el miembro de este enano mantenía una firmeza y un desafío a la ley de la gravedad verdaderamente excepcionales. Tal era su consistencia que el Ni lo introducía en un orificio de la mesa del prestidigitador y, ayudándose con las manitas y los piececitos daba vueltas sobre el eje carnal como un poseso. Los espectadores aplaudían y gritaban, y más de cinco señoras llegaron a desmayarse, a consecuencia del calor de la salla y de la falta de aire, según explicaron al reponerse.
En la sesión de madrugada, el orificio de la mesa se cambiaba por el de la domadora de tigres, pero Su Eminencia el Señor Arzobispo de la diócesis de Sevilla, cuya jurisdicción llegaba hasta la margen derecha del río Guadalete, tomó cartas en el asunto y le hizo llegar a Manolita Chen que siguiera utilizando el tapete verde, si no quería tener que responder a las acusaciones de escándalo ´publico, perversiones, desviaciones de la naturaleza y tratos demoniacos.
A pesar del convencimiento aparente de Su Eminencia, lo tertulianos del café de La Moderna cruzaron apuestas sobre la utilización o no de prótesis por parte de nicomedes, debate que el enano zanjó el último día dándose un pequeño corte en el glande, del que brotó abundante sangre. Fue el delirio. El público aplaudía desaforadamente. Los jóvenes gritaban y daban vivas al Ni. A la domadora de tigres le dieron convulsiones epilépticas sobre el escenario, y Manolita Chen debió salir al estrado para jurar por su santa madre que su circo no faltaría jamás en la Feria de Jerez. Y daba sin parar gracias a su querido público, al que tanto debía, según ella.»
Extraido del último número de la siempre imprescindible revista Mondo Brutto, número 38, otoño 2007. Créanme: quieren leerla.
Miércoles, 24 de octubre de 2007
Raul Sensato a eso de las 11:54 am
Javier Pérez Andújar es un grande. Pero un grande entre los grandes. No sé qué parámetros usar para describir su nivel. Javier aparecía en la televisión local de Barcelona explicando clásicos griegos utilizando capítulos de Expediente X, y revelaba vínculos entre, no sé, Tarantino y los rusos afrancesados del diecinueve. Javier maneja la cultura -la grande y la pequeña y la alta y la baja y la sacralizada y la de los contornos: toda; la cultura- y la relaciona con una facilidad y una concreción que te muestra de un plumazo, de dónde hemos venido, a dónde intentábamos llegar y dónde hemos acabado, y por qué es lo mismo que ha sucedido en este o este otro caso célebre. Su capacidad para explicar y ubicar y conectar es sencillamente insuperable.
Este es el perfil del comentarista cultural ideal. Y pienso -con la mano en el corazón- que Javier Pérez Andújar es el mejor del mundo. No bromeo. Del mundo.
Ahora Javier Pérez Andújar ha escrito en su novela Los Príncipes Valientes un retrato de la Barcelona que le tocó en su juventud, y la ha leído con una sinceridad que es políticamente incómoda pero realmente necesaria.
Ha decidido no presentar la novela: tiene ese pudor de la persona que atesora y esa voluntad de que la obra literaria tenga su propio recorrido. Y tiene pinta de que el recorrido va a ser largo, porque por lo que parece ha escrito un novelón. Un novelón.
Miren, miren cómo lo valoran en el blog el café de Otaca:
«la he estado leyendo con un nudo en la garganta, porque en cada página he encontrado la reivindicación honesta de la literatura como arte contra la desmemoria, sobre todo contra la desmemoria voluntaria. Y la reivindicación está hecha como sólo merecen reivindicarse estas cosas, con la verdad, rimando cada palabra con su propio sentido.(…)
«Los príncipes valientes” reivindica el desarraigo haciendo de la reivindicación un refugio en forma de novela que, estoy completamente seguro de ello, pasará a la historia de la literatura española. Has escrito sin proponértelo “El Jarama” de una Cataluña que no para de gesticular intentando quitarse según qué pasados de encima.
Me he encontrado con M*, el Gran Crítico, y hemos estado hablando de la novela y me ha dicho que es muy original. “Pero no es sólo eso”, le he contestado yo, “es, además, un gran tratado de ética, con una prosa perfecta, sincera y valiente”. Él me ha reconocido que así era y que has firmado la mejor novela de tu generación..
No puedo esperar para hincarle el diente. Y ustedes no pueden saltársela. El maestro que simultanea textos en el Babelia y en el Mondo Brutto se ha sacado de la chistera una pieza para la historia.
Los príncipes valientes. Tenía que compartirla, antes de empezarla. Corran a por ella, porque está hecha para ustedes.
Actualización: Aquí la crónica del libro, una vez leído.
Martes, 16 de octubre de 2007
Raul Sensato a eso de las 12:15 pm
Fin de la pausa de fiestas zaragozana, que ha tenido momentos de gran diversión. Un momento brillante fue una noche en la que un buen amigo apareció con un funda de guitarra que dentro escondía un jamón. Dimos buena cuanta de él en la recena, y de camino al desayuno nos encontramos con la tradicional ofrenda de flores. Nos miramos y nos pusimos a regalar jamón a los oferentes, que venían vestidos de baturro. «Jamón gratis», gritábamos, mientras mi Joaquín iba cortándolo por el método del violín. Sólo se acercaban los niños. «Hace tanto que no veis nada gratis que no os lo creéis». Los adultos nos miraban, pero eso de ir a coger jamón de desconocidos no está bien visto. «Si fuera droga gratis, vendríais como locos». Cuando apareció la comitiva de la policía municipal, nadie quiso coger. «No me digáis que estáis de servicio». No hubo manera. A la hora y pico, con unos cuantos platos de jamón repartidos, no podíamos ni con nuestras pestañas.
Las fiestas tienen estas cosas. O van a las cosas que te preparan (conciertos, obras, montajes, etc) o te haces tu fiesta. que es lo que manda la tradición. Las fiestas son el hueco para hacer tus fiestas. En otras ciudades -Barcelona, como ejemplo-, a toda actividad que vean que no pertenece al ayuntamiento, vienen y te disuelven. Y te aporrean.
Como nota extra (continuando esta entrada anterior), el concierto de los Héroes del Silencio en la Romareda fue particularmente emotivo. Bueno, puntualizo. Mientras estaba en el estadio, era simplemente un espectáculo, uno grande y muy bueno. Pero al salir del recinto y volver a casa, me di cuenta de que el concierto me había dejado muy, muy tocado.
Y supe que hay una historia de los héroes que quiero contar, una historia larga y retorcida y relevante que no aparecerá en este blog. Llevo todos estos días pensando en ella. La historia de un grupo desde la perspectiva de un chaval que aparecía casualmente en sus conciertos, que aparecía casualmente por los bares que convirtieron en su fuerte, que conoce de oídas las historias que todos conocen de oídas. Una historia del grupo narrada por alguien que nunca ha hablado con ellos y que nunca ha tenido información privilegiada sobre el grupo. Y una historia que explica, desde la barrera, todas las perspectivas que hay sobre el grupo. Repito: no que enumera las perspectivas, sino que las explica.
A ver cuando me encierro y empiezo a escribirla.
Martes, 9 de octubre de 2007
Raul Sensato a eso de las 12:18 pm
Mañana voy a coger carretera para ver el concierto de vuelta de los Héroes del Silencio. Este domingo, volaba leyendo la página completa que el diario El Mundo dedicaba al grupo y su concierto en México. El artículo no aparece en la web del medio, de modo que no recuerdo su autor. Pero sí recuerdo que se equivocaba en los nombres de los intérpretes -ya es mala suerte, sólo habiendo cuatro- y los ubicaba como un residuo espúreo de «La Movida». Ese juicio madrileño-chovinista me puso de los nervios. Principalmente porque los Héroes del Silencio han sido los únicos que han vendido sólidamente en países de habla no hispana. Han sido el único grupo que prosperó, porque los Mecanos y los Radiofuturas (por poner un grupo que aborrezco y otro que adoro) fuera de los hispanohablantes no se comieron nada.
Ese «residuo espúreo» superó ampliamente a todos sus predecesores. Tanto, que hay una sensación de «pasado de moda» que sólo se aplica a las propuestas que se ponen seriamente de moda. Entiéndanme, soy el primero al que Bunbury le parece incómodamente histriónico encima del escenario. Pero basta acudir a las videotecas para ver que ese histrionismo es, en movimientos, idéntico al de Robert Plant de Led Zeppelin. Y nadie reduce a Page a sus gestos en escena. (Por otro lado, funcionaban de una manera muy notable cuando Bunbury jugaba a Rey Lagarto, y con gestos de Jimmy Page montaba una intervención a lo Jim Morrison; ya saben: todo lo que no es tradición es plagio, y si tienes que copiar, copia a los buenos).
A modo de equilibrio universal, permítanme hacer un mínimo recorrido pardo por lo que significaron los héroes del silencio. Detalles tangenciales que nunca entran en las biografías.
De modo que el post se reinicia aquí.
Lo primero que enseñaron los Héroes del Silencio a sus seguidores es esto: «si quieres que sea mejor, sigue trabajándola». Parece una frase de cajón, uno de estos refranes en los que uno queda bien de boquilla. Pero ellos lo materializaban con dos cortes. Uno era «Héroe de Leyenda» de su primer EP -que es un himno generacional, le pese a quien le pese-. El otro, era la primera grabación de «Héroe de Leyenda». Antes de los intercambios de música en la internet, las cintas grabadas eran el material musical de estraperlo. Y yo, en los primeros noventa, había acumulado una sólida colección de grabaciones primerizas de los héroes del silencio y de sus grupos predecesores (de hecho, de muchos grupos zaragozanos, pero los héroes eran los que realmente *lo estaban haciendo*). Esa primera grabación de Héroe de Leyenda es indescriptiblemente horrible. No se hacen una idea. El shock al escucharla -imbuido en una marea en la que esa canción, en la versión definitiva grabada años después, es omnipresente- es total. Esto se puede convertir en aquello. Sólo necesita trabajo y más trabajo. Esa fue la primera lección de los héroes.
La segunda es que lo puedes lograr, y lo puedes lograr a lo grande. Y no hablo de girar por todo el planeta, sino de amasar un público que realmente no quiere metadonas ajenas, sino sólo lo que tú les das. En Zaragoza, en el 89, yo vi con mis propios ojos como el telonero de Heroes era expulsado del escenario por el público. Es algo increíble, y de hecho nunca más lo he vuelto a ver. El desafortunado fue Víctor Abundancia y sus Coyotes. La segunda lección es que puedes lograr eso, y lo puedes lograr con la gente que te cruzas por la calle -porque los héroes, lógicamente, no flotaban a dos metros del suelo-.
La tercera lección de los Héroes se encarnó en no recuerdo qué concierto de aniversario de los cuarenta principales en Madrid. Esencialmente, mientras el resto de grupos de la tardenoche saldaban su presencia con desgana, los HdS decidieron que esa iba a ser una noche para recordar. E hicieron lo que habían hecho los u2 en el primer liveAid: dejar a todos los demás en evidencia. La diferencia es que los u2 lo hicieron como los torerillos espontáneos en corridas ajenas, y los héroes lo hicieron como cabeza de cartel. La lección fue que no sólo puedes demostrar que eres la cabeza de cartel, sino que puedes dejar claro que quien quiera seguirte el paso va a tener que sudar mucho. Repitieron la jugada en Berlin 91, lo que indicba que el listón que ponían no se debía a las limitaciones de la competencia.
De las tres, la más importante, a efectos personales, fue la primera, la que se formulaba sola cuando comprabas cintas recopiladas de estraperlo en el bar Muelle, de la calle Doctor Cerrada. Las malísimas primeras maquetas de los héroes, grabadas con pantalones de pitillo, jersey de cuello alto y sombrero -tengo imágenes demostrativas- se convirtieron, a base de fé y de trabajo, en una marca de tiempo tan potente que hasta los críticos musicales restallan los dientes antes que conceder.
Sólo un detalle de sociología parda: cuando explotó el mundo héroe en zaragoza, en el 87-88, comprar ropa negra no era nada, nada sencillo. De hecho, la mayoría teníamos que teñir camisetas estándar para vestir de negro. Ahora lees frases como «pink is the new black». Sólo ese detalle ya marca lo que ha sido todo este tiempo de pausa. Pero las lecciones siguen ahí. Si cada grupo tuviera la misma voluntad de los primeros héroes en redondear las canciones, si cada grupo tuviera la misma voluntad que ellos en llevar la experiencia del concierto un paso más allá, yo tendría mucha menos pereza en acudir a las actuaciones. Y no sólo estoy hablando de grupos nacionales.
El concierto de regreso de los héroes será un bonito ejercicio de sociología parda. No sé cuántas bandanas los asistentes desempolvarán del armario. El centro gravitacional zaragozano del movimiento (La Estación, La Kama, el tremendo bar Sevilla,…) abandonó una piel que tengo curiosidad de si volverá, por unas horas, al calor de los focos y de los altavoces rugientes. Y ya veremos si el concierto empieza con «Song to a siren»de «This mortal Coil», con el que la banda comenzaba cada concierto, y que en Zaragoza fue un icono antes de que David Lynch la incoporara a sus secuencias más inquietantes.
Y saber si va Cachi. Pero esa sí que es otra historia.
Ya saben que yo soy más estoico («soy parte de un grupo») que cínico («todos los demás son idiotas»). Fingir que no viví la era de los Héroes es un cinismo imperdonable. Y lo es especialmente en los críticos musicales. El miercoles veremos lo que quedó de la Avalancha. Si vuelven a repetir lo de Madrid y Berlin, si vuelven a demostrar que pueden pisotear a cualquier grupo nacional en directo, me quitaré el sombrero. Por mucho histrionismo que despliegue el cantante.
Más, leyendo aquí…
Martes, 2 de octubre de 2007
Raul Sensato a eso de las 4:57 pm
No sé si se han dado cuenta, pero en España hay dos décadas que no existen. Si ven un audiovisual de la historia de España, se pasa directamente de la posguerra-estraperlo a la juventud yeyé de los guateques. Veinte años son muchos para eliminar de forma tan sistemática. Es como si de los chavales de falange saltáramos a la complaciente generación x de los videojuegos, ignorando a los contestatarios, los rojos, «la revancha»-que es como se conocía «la Transición» entre los españoles más conservadores-, los rockeros, los yonquis, las pandas al rebufo de El Vaquilla, y las vallas que protegen las farmacias de guardia.
Cada cosa que descubro sobre los años ignorados me crea más y más sorpresa. Un ejemplo: los hombres tenían que vestir con camisas con bolsillo en el pecho. No llevar bolsillo en el pecho era un delito, al menos en Zaragoza (¿Por qué? ¿Alguien lo sabe? Respondan en los comentarios).
La cuestión es que, igual que la ciencia ficción ha construido el steampunk (que imagina una ciencia espacial que, en lugar de desarrollarse a partir de la electricidad, se ha articulado a partir de la máquina de vapor), debería haber una construcción de ficción articulada en esos tiempos oscuros. Si la máquina de vapor fue un origen, abandonado para construir el futuro, que ha sido recuperado por la ficción, la Europa bajo timón del fascio es otro origen abandonado -para misterio de los que hemos venido detrás, y para desazón de los que la vivieron y no han tenido respuestas a sus preguntas- del que se puede construir ficción.
Con todo eso en la cabeza, miren el trailer de esta película italiana que condensa lo anterior, reformulado, eso sí, en la habitual sal gorda de la comedia italina: «Fascistas en Marte».
Un producto que el cine actual no genera porque… no se puede vender a Estados Unidos, ni como película ni como derechos. ¿A alguien se le ocurre otro motivo?
un soplo del masterpulp Crescencio Rancio
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