No han hecho falta ni tres posts para que este blog sea acribillado por los mismos robots de spam que convierten mi buzón en practicamente inutilizable. No sé como defenderme de los spam, ni cuando aparecen el los comentarios, ni cuando colapsan mi bandeja de entrada. No se como decirles que no quiero viagra, ni bombas que me inflen el pene, ni posibilidades inmobiliarias en Seattle, ni acciones petrolíferas. Más allá del borrado, no sé luchar contra él.

El Spam, la publicidad mecanizada que te inunda y que viene sin ser llamada -bueno, toda publicidad cumple estas dos funciones o lo intenta- nos recuerda cual es la posición del consumidor: Traga.

parece que no soy el unico al que el 95 por ciento de cartas que le llegan es basura

En paralelo, amigos míos que han estado medio año en Florida logran devolver (recuperando su dinero, en efectivo) todos los productos que han comprado. Incluso el carrito de la niña que malentendieron como roto fue atendido por el departamento postventa y le enviaron uno nuevo por mensajero. Solo hablando por teléfono(!!). En realidad había colocado mal la rueda, y acabó con dos carritos plenamente operativos. Pero la satisfacción del cliente es lo más importante. Eso es años luz de Europa.

Por estas tierra la perspectiva es «hay que luchar con la picaresca de la gente». Yo creo que la gente es mucho menos pícara si satisfacen sus objetivos. Un circulo vicioso en el que el consumidor, en Europa, tiene pocos visos de salir bien parado. Los servicios postventa al usuario privado son muy poco satisfactorios.

Spam es esta carne. El corazoncito roto es obra de esta chica. Hay gente pa tó.

De momento, el spam permanente me recuerda cuál es mi posición como consumidor, que para los comerciales o comerciantes o para el comercio mismo, el resto de mi vida funciona exactamente igual que mi buzón de inbox. Tragar o borrar. Por eso insiste el spam. Por si se me olvida. Para mantener la herida abierta. Para conservar las ganas de devolver el golpe. Para mantenerte como un boxeador engrasado, hasta que veas el hueco y puedas golpear.