Supongamos que estamos hartos de los vehículos, y en particular del enorme espacio que tienen secuestrado bajo el concepto «estacionamiento». No todos los coches se mueven siempre, no todos los coches se ponen en marcha todos los días. En cierta manera, es basura permanente con dueño constante. Ruido visual. Un asco.
Michael Rakowitz y el Rebar Group proponen ocupar los espacios de aparcamiento. Primero como viviendas privadas: todo ese espacio desaprovechado y privatizado puede ser optimizado con unas tiendas de campaña como estas, en forma de coche.
Otra forma más llamativa es montar un parque dentro de la plaza de aparcamiento. Cada persona puede entrar y tirarse en el cesped, y sentarse en el banco. Y pagar el parquimetro que, eso sí, sigue corriendo. La nueva guerrilla necesita calderilla. Malos tiempos. Así está la cosa.
Soy parte de la alineación de Compradicción, el nuevo blog de WeblogsSL. Está dedicado al consumo, a las compras, a las cosas bonitas, a los aparatos bien pensados, y en general a todos esos objetos que queremos para nostros o para nuestras amistades, por prácticos o por bonitos o por ingeniosos.
Allí estaré regularmente sugiriendo esos objetos que nos hacen volver a casa con una sonrisa cuando los llevamos en una caja envuelta para regalo.. Pásense con frecuencia. Seguro que hay algo que les gusta.
Confieso mi abierta adicción a la serie Perdidos, que en el original se titula LOST y que mi novia , mientras aparece la cabecera en las entregas fansubtituladas que provee la internet, insiste en llamar «Los Té«.
Los Té es probablemente la mejor serie de televisión de la década, y está ahí arriba con clásicos de décadas pasadas. Parece una afirmación atrevida, pero céntrense en una sola idea: el objetivo de la televisión es que el espectador se quede a ver los siguientes treinta segundos. En esa mecánica de la zanahoria infinita que el teleespectador persigue, Perdidos es imbatible. El año pasado las amistades, que estaban en un serio estado de adicción a la serie, me recomendaron esperar al verano para verla de una tacada. Lo hice, pero este segundo año presentaba la misma adicción y los mismos síntomas que ellos. Así que no puedo recomendarle a nadie que «espere a que», a menos que sea el final de la serie, que no se ve precisamente cercano. Sea cuando sea, comiencen, porque es un clásico moderno.
La cuestión es que los miles de interrogantes que la serie va generando en su desarrollo, están siendo concienzudamente analizados por los fans en la enciclopedia de Los té: la Lostpedia.
Una visita sirve para refrescar la memoria (hay unos cuantos cabos sueltos que no recuerdas hasta que los ves de nuevo) y también para ver hasta qué punto el fan es capaz de relacionar ideas sensatas y peregrinas. Seguro que los propios creadores de Los Té están flipando con las propuestas, asombrados con las relaciones subterráneas e incorporando alguna de esas ideas que, de no ser por los fans locos, jamás se les habrían aocurrido. La enciclopedia de Los Té fabrica, en su confusión, material para muchos perdidos.
Si sólo han visto la primera temporada (que es la parte emitida en españa) Lostpedia les destrozará muchas sorpresas, así que manejenla con cuidado. El resto estamos haciendo todas las posibles combinaciones con 4 8 15 16 23 42. Claro que eso es del segundo año. Argh.
Lo dicho. Si no consumen perdidos, háganlo. Y si lo hacen, acudan al Lostpedia. Cuando estás perdido bien se agradecen las guías.
Nota: La página oficial de los creadores de Los Té es una web llamada El Fuselaje. Pero ahí no hay locuras, y hay demasiada fijación en encubrir pistas. Nada, nada. Donde hay un fan hay un tesoro.
Que no quiero que me ensucies los cristales. Coñe.
La publicidad agresiva va tan enloquecida apretando los dientes que pisa unos terrenos cuanto menos conflictivos. En particular me ha dejado de piedra la imagen de arriba. Gillete se ha propuesto, aunque sea durante un momento, patrocinar a esos pelmazos que se dedican a ensuciarte los cristales del coche con agua sucia y trapos polvorientos. Bravo. Las marcas comerciales pueden abandonar su habitual prudencia y hacer lo que hacen los ministerios y los gobiernos autonómicos: subvencionar actividades que son abiertamente molestas e innecesarias. De modo que vamos a por los nuevos modelos patrocinados por marcas: maquineros con el radiocasete a tope, vechiculos que cambian repetidamente de carril -estos si que se ganan las miradas del resto de conductores: ese espacio hay que aprovecharlos-, personas de elevada edad que le preguntan al tendero el precio de todos los productos que tiene a la vista, personas que invierten eras geológicas en buscar una moneda de un valor particular en su monedero, y en general todas esas actividades que a base de detener nuestra actividad, ganan nuestra atención, con los ojos no precisamente llenos de simpatía. Sí señor, ahí hay que poner un logotipo. Pues nada, a seguir por ahí. Machotes.
Este anuncio-guerrilla de Lego es mucho más bonito, deja el mensaje bien claro y no te jode el coche. Salvo desastre.
Hoy empieza el mundial de fútbol y alguna alusión teníamos que hacer. A nosotros nos gusta la figura de manolo el del bombo: nos concedió una entrevista en su bar de Valencia, y nos leimos de corrido su autobiografía Manolo a todo bombo, un libro espectacular. Es el personaje que mejor ha construido la imagen mítica del seguidor de fútbol, en contraposición al presidente de club, una persona que vende la imagen de «los colores» y cosas así con el objetivo principal de tener una masa social que lo blinde cuando empiece a hacer dinero, principalmente mediante constructoras.
[La dinámica de la masa social patriotera y enfervorizada como encubrimiento de dudosas actividades económicas la comenzó Jordi Pujol -antes se llamaba «que no le procesen por Banca Catalana»; hoy se llama nacionalismo catalán-, y la siguieron Mario Conde (CDS) y Jesús Gil (GIL), y sigue vigente en nuestros días. Vamos, que es una cosa patria, patria.]
Pero bueno, el fútbol nos trae un poco al pairo, y le tenemos miedo a una final España- Brasil, que convertiría en real el apocalíptico panorama que mostraba la obra de teatro 30 millones de gilipollas, de Mauro Entrialgo. Así que nos centramos en el bombo.
Y de los bombos así festivos y que uno puede aparcar cuando le apetece, nos quedamos con The Empathy Belly»® Pregnancy Simulator, un simulador de embarazo para que te sientas empatía con el sufrimiento que tiene tu pareja, o tu amiga, o alguien que está embarazado de verdad. Un bombo falso que intenta joder como uno de verdad. La broma cuesta 750 dólares y muchos dolores, que diría Emilio el Moro, porque da pataditas, te revienta la espalda, provoca vómitos y en suma simula todo el proceso, sin el milagro del parto. Vaya, que es como el cilicio, pero en caro y en malrollero.
No es fácil ser manolo el del bombo. Pero alguien tiene que hacerlo. Es-pa-ña, dum-dum-dum.
Yo tengo una fijación con las máscaras de gas. La mostré desde mis primeras obras en internet y aún defiendo la base teórica. Construir una explicación de por qué un elemento te fascina te sirve no tanto para justificar ante terceros tus motivaciones, como para localizar nuevas piezas que cumplen la propiedades, pese a que son aparentemente imposbles de relacionar.
Esta extraño y fascinante casco de bomberocumple las características que tanto me gustan de las máscaras de gas, y a la vez tiene una estética eluciente. Parte Steampunk, parte castigo, parte misterio, parte peligro, parte decó, parte futuro alternativo. Todo él. Un icono que viene del siglo XIX para conquistar el XXI.
Tomen arena de playa, común y corriente. Esppoloréenla con partículas microscópicas de silicio puro y expóngalo a vapores de trimetilhidroxisilano(CH3)3SiOH, otro compuesto de silicio.
El resultado: una arena que repele el agua. No se moja. La sumerges en agua y permanece seca.
Aún no se sabe qué utilidad darle:¿Playas secas donde la arena no se pega a los pies? ¿Carreteras donde la lluvia se filtra al interior? Es como mirar un objeto del futuro y no saber por dónde cogerlo.
Mientras encontramos un uso, la arena antiagua, como todo experimento que corre en contra del sentido común, nos parece una sustancia mágica y fascinante. Y azul. Que como color es poco común.
En España también jugamos al beatle falso. Y anda que no entraban…
Los completistas de los Beatles, los admiradores de las adaptaciones marcianas de grupos famosos -como los célebérrimos Beatles de Cádiz que enmarcan este texto-, los amigos de versiones extrañas de canciones conocidas, los curiosos por el Bollywood de los sesenta y las personas inquietas sin más particular disfrutarán con esta versión hindú de «I wanna hold your hand» de los Beatles con grupo local camuflado incluido. Vamos, como la chirigota gaditana, pero con el curry y el tikka sustituyendo la manzanilla y el pescaíto. Globalizando sin conciencia.
Pónganse creativos usando este Generador de errores. Asusten a sus amigos a la vuelta de correo. Un mensaje inquietantes con un botón de «aceptar» es la imagen moderna del pánico.
Recomiendo empezar con frases como «El teclado no funciona. Pulse cualquier tecla para continuar», o «¿Borrar todo el contenido de su ordenador? Aceptar / OK». Con suerte, oirán gritos en la lejanía.
De parking a parque
Mejor que un coche
