Este telediario, peor que los humoristas
No me he quitado de la cabeza el informativo -llamémoslo así- de mediodía en Antena 3 televisión que vi el pasado fin de semana. En el poco espacio que no dedican ni a deportes ni a anunciar películas –un tronco de la información a todas luces- decidieron hablar de matemáticas. En particular de la colosal tarea del ruso Grigory Perelman, que logró resolver, tras años de encierro, la conjetura de Poincaré.
Ese problema era un enigma matemático de primer orden, al que se han enfrentado las mentes más brillantes del siglo XX. Un verdadero logro de «la humanidad», del incansable esfuerzo y brillantez del ruso. Una tarea de años de caminar en una interminable oscuridad hasta encontrar la forma de iluminarlo todo. Qué menos que treinta segundos de informativo, frente a los quince minutos que habitualmente dedican a los millonarios que patean balones.
«Cualquiera puede entender que si la prueba es correcta no se necesita ningún otro reconocimiento»
Este es Perelman. Menos atractivo pero más valioso que Beckham.
Hasta aquí todo ok, hasta el momento en que termina la entradilla y abordan la noticia. Tras dos notas biográficas con fotos de juventud, Perelman desaparece. Y aparecen en pantalla personas que han rechazado premios (el nobel de literatura, el óscar,… todos los premios son de humanidades, como curiosidad). De la conjetura de Poincaré no se menciona nada. Quiero decir, si Perelman está en el telediario, es por lo que ha conseguido, no por lo que rechaza. Al menos, es necesario apuntar por qué es relevante. No tiene sentido meter a Perelman para ignorarle, como lo sería una noticia de waterpolo que termina siendo un informe de cómo construir piscinas. Para desarrollar esa noticia, el paseo de famosos que reniegan a premios, bastaba con decir «un matemático rechaza dinero». Pero si mencionas «Perelman», tienes que explicar por qué él en particular es relevante.
Es decir, si Perelman es noticia, hay que decir qué le hace un personaje sobresaliente. En caso contrario, se habla de otra cosa. Pero si decides que es noticia, tienes que desarrollarla.
Vean como negativo el humorista norteamericano Stephen Colbert, al que tengo en un pedestal desde que torpedeó al presidente Bush en su misma cara con una intervención para la historia del humorismo [aqui: transcripción en texto] (luego completada con una imitación cara a cara muy notable). En el humor es más necesario enganchar al público que en los informativos, pero Antena 3 se echó atrás y empezó a rellenar porque sí con caras famosos, mientras Colbert explicó –a su modo- de qué estaba hablando, forzando un donut para convertirlo en una esfera. El humorista fue más informativo, más estricto, más honesto y más exhaustivo que el informativo. No es un logro del humorista. Es una vergüenza local, a la que estamos acostumbrados, en todo lo que no sean equipos de futbol y comunicados de partidos políticos mayoritarios. Ojala pudieramos reirnos (con Colbert).
No se confundan. Hay una idea general de que los humoristas son más reveladores que los informativos porque atacan a los poderosos, y celebramos sus ocurrencias entre codazos, repitiendo “mira lo que ha dicho”. Este en particular no es el caso (aunque lo es en el de Bush, señalado arriba). Tiene que ver con un humorista que hace mejor periodismo que los informativos, con un material neutro –por apolítico- y poco agradecido. Nada de sobrevaloración del humorista. No en este caso.
Mientras, los telediarios dicen «no podemos informar porque perdemos audiencia». Colbert demuestra que es falso. El periodismo moderno según A3: anunciar películas que se estrenarán el año que viene.
Colbert -a la derecha- se esfuerza en explicar la conjetura de Poincaré
Por cierto, aquí tienen una explicación del problema: según el diario El Pais y según la wikipedia. Como ven, explicarla y encima hacerla entretenida, no es despreciable. Pero es la obligación de los que tienen como oficio el explicar.