Colmillos transilvanos
Martes, 31 de octubre de 2006
A ustedes esto les parece una monería de personas que gustan de vestir a sus animales. A mí me pone los pelos de punta.
Me explico. Este verano fui de vacaciones a Transilvania. La zona es muy bonita -qué les voy a contar; si no lo fuera, no gozaría del prestigio que tiene-. Mucho castillo, mucha calle pavimentada a piedra y mucho joven gótico-siniestro. Supongo que en el gremio del siniestrismo, si eres transilvano, empiezas de teniente.
Una cosa común a toda Rumanía es que hay una legión de perros callejeros. Bulgaria está inundada de gatos y Rumanía de perros, y los ciudadanos de cada país reflejan esta situación. Los rumanos son fieles y sonrientes, los búlgaros son solitarios y reservados, y entre ambos pueblos se llevan como el perro y el gato.
Caminar por Rumanía rodeado de jaurías de perros es inquietante, particularmente porque es muy común la rabia. En Rumanía hay clínicas especializadas en rabia: imaginen el número de casos. En Brasov, coincidimos con una enferemera australiana que tuvo que cancelar sus vacaciones de campotravés por los cárpatos debido a los mordiscos de los perros transilvanos, y quién sabe si la rabia.
En suma, reconstruir con perros el arquetipo vampiro de los cárpatos me pone los pelos de punta. Un tipo con dientes de plástico es ridículo, y me da risa. Pero en Transilvania, tengan mucho cuidado con los perros. El que ha hecho la foto de arriba no sabe hasta qué punto se ha acercado a la realidad de la tierra de los vampiros.
literalmente «Aullido-por-salchicha», figurativamente «Halloween mediante mascotas».