Aqui, sensibilizando

Diario El País:
Una bomba de política-ficción ha conmocionado Bélgica. El país, pegado a las pantallas de televisión, contuvo la respiración durante casi media hora, después de que la programación de la cadena pública belga francófona RTBF se interrumpiera a las 20.21 del miércoles con una noticia urgente: «Flandes ha proclamado unilateralmente su independencia». El país quedaba partido en dos: por un lado, la rica región flamenca con aspiraciones independentistas, y por el otro, la Valonia francófona del sur del país. La temida noticia bomba daría lugar a una cascada de reacciones en el país, entre ellas, la abdicación y huida a África del monarca belga. Alberto II habría renunciado al reinado de un país «que ha dejado de existir».

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Diario Siglo XXI:
El simulacro, que pasó totalmente desapercibido en los medios flamencos, se preparó durante semanas. La prensa valona lo calificó de «ejercicio de política ficción peligroso pero verosímil».

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Sentimientos enfrentados. Soy muy partidario de experimentos televisivos extremos. Por ejemplo, soy super-fan del programa Brass Eye «especial Pedofilia». Fue un falso especial informativo que era realmente un programa de humor. Y que hacía humor al cuello con uno de los temas más delicados de la sociedad actual (que tiene varios horizontes intocables, a saber: la igualdad, la vida humana, los niños,… estos argumentos pueden servir para justificar decisiones que rayan la locura). Pueden ver un extracto del programa aquí (en inglés). No está el gran final: en él, el presentador tenía al pedófilo colocado en un cadalso medieval, y le espetaba «¡Cabrón! ¡Tengo que proteger a mis niños de tí!». «Eh, no, no hace falta»- contestaba el pedófilo-«sus hijos no me atraen. Son bastante feos». «¡Cómo que mis niños son feos! ¡Niño ,mueve el culito para este señor!».

Pero Brass Eye era visiblemente ficción; el falsodocumental de la Bélgica secesionista, no lo considero importante por «ser un ejercicio verosímil», sino por llevar a miles de personas a atrancar las puertas de sus casas. A nosotros nos cae un poco lejos. Creo que lo más cercano que tenemos en el recuerdo que haya llevado a tantas subidas de pulso en los domicilios es cuando los tanques tomaron las calles de Valencia en el 81.

Tocar temas hasta el fondo no es problema. Ojalá todos se hablaran abiertamente. Ahí está Brass Eye, inquietando y provocando y mostrando los extremos. Provocar infartos antes de declarar la guerra es otra cosa.

En el puente, como les conté, estuve en casa de una Serbia que me contó las razónes básicas que ella tenía en la cabeza como causantes del conflicto. No es una analista política, es una ciudadana a la que la guerra le cayó encima. Desconozco la situación Belga, pero las razones que aludía mi amiga serbia eran paralelas a justificaciones que encuentro regularmente en la prensa barcelonesa cuando se hacen eco de las justificaciones nacionalistas. Es un perpetuo canto a la injusticia entre las urbes (que corroboro y subrayo, porque ¿es comprensible que a Teruel capital solo lleguen carreteras de un carril en cada dirección? En cualquier capital hay megavías hasta de cercanías). Un canto a la injusticia que, como de muestra Sarajevo, llega, con el fuego bien atizado, hasta las últimas consecuencias (o sea, la vida humana, la igualdad y los niños). Pero se debe hablar de ello, y programas como Vaya Semanita (vasco) y Polonia (catalán) tocan el tema independentista con frecuencia. Identificándose, eso sí, como programas de ficción.

Aceptemos la alarma como sensibilización a los temas. El jueves, siete millones de muertos -ficticios- por infección por Anisakis, el parásito del pescado crudo. El sábado siguiente, doce millones de personas con malformaciones -ficticios- por beber agua del grifo con menores controles de calidad de los recomendados por la OMS. Un mes después, los béticos son apuñalados en sus casas por sevillistas, al estilo del ángel exterminador. Otros dos días más, y los hombres se organizan en bandas para maltratar a las mujeres al por mayor y encerrarlas en granjas.

Y así, sensibilizar, tema por tema, a golpes de martillo según atrancamos las ventanas. Con dos cojones.