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post La semiótica Rambis

Viernes, 20 de junio de 2008

Raul Sensato a eso de las 12:44 pm

Ahora que ha pasado el furor de las finales de la NBA, con el español Gasol por medio, es cuando apetece hablar de lo- mismo- pero- otra- cosa.

Esta primavera leía «Sexo, drogas y arroz chocolateado» de Klosterman, un libro con el que me lo pasé pipa. Tenía un artículo sobre la célebre rivalidad boston-Lakers de los ochenta, la era Magic Johnson-Larry Bird. Klosterman decía que lo condensaba todo: conflictos raciales, diferencias económicas, lo rompedor frente a lo tradicional,… Incluso tenía sus paradojas, como que Johnson se había criado en un barrio rico mientras que Bird no podía haber salido de una familia con más conflictos ni de un barrio con más problemas.

Pero una de las cosas que me fascinó más fue que señalaba que, en el equipo negro de los Lakers, el único blanco notable era voluntariamente feo.

Kurt Rambis.

Por si no lo recuerdan, este era su aspecto:

la inexplicable estética de kurt rambis

Deben tener en cuenta que Rambis se encontraba en el banquillo de Pat Riley, que encarnaba, con su traje y su gomina, al broker de riesgo que conseguía el éxito rompiendo las reglas. La estética de Rambis, nunca me había parado a pensarlo, era voluntaria.

El caso Rambis sale a colación ahora que los actores tienen, por contrato, que ofrecer una imagen de ficción. La protagonista de Yo soy Bea no podía salir a la calle excepto con el atuendo del personaje. El actor que encarnaba a Roberto Chikilicuatre no podía ejercer públicamente. El personaje sustituye a la persona, como sucede en la mente de los cortos de mollera que paraban a Santiago Segura por la calle proponiéndole «unas pajillas».

La diferencia es que en Kurt Rambis, más allá del contrato -que no tenía, por lo que sé, cláusula estética-, su decisión es de militancia.

En los reportajes sobre la final de este año, aparecía de vez en cuando Kurt Rambis, que sigue trabajando para los Lakers, pero con una estética bien distinta. La época de su personaje ha acabado. Pero en los ochenta, Rambis fue la estética militante silenciosa.

Un mensaje que se emitía con gafas y bigote que parecían de complemento de feria. Pero, sin lugar a dudas, un mensaje.

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