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post Cinco detalles de la Eurocopa

Lunes, 30 de junio de 2008

Raul Sensato a eso de las 11:50 pm

Esto es madrid. Cáceres era otra cosa.

1) Alejense del TDT. No, en serio. Cuatro segundos son un mundo en las retransmisiones en directo. Un mundo. Las personas que veían los partidos a través de TDT oían por la ventana a los vecinos gritar gol cuando el lateral aún estaba preparando el pase. El directo y el descodificador no se mezclan bien. Tanto vender las bondades del digital y encontrarte con esto. Para hacérselo tragar a los impulsores. Aparato por aparato.

2) Qué alegría da ver cómo celebran las cosas en Cáceres. Los cacereños de fiesta son unos colosos. Las celebraciones deportivas en Madrid o Barcelona o Valencia son habituales. Pero Cáceres… ¿qué celebra Cáceres? Sin equipo de éxito… Y sin embargo, en el telediario eran la escala patrón de la diversión, así, con apenas cuatro segundos en antena. ¿Cómo podemos permitir que los grandes de la celebración no celebren? Hay que repetirlo como sea. O plantar un equipo campeón allí. Tenemos que aprender a celebrar. Que tenemos prestigio fuera como señores de la fiesta (la prensa internacional ha cubierto el tema con admiración), pero hay diferencias. Denle cancha a los buenos. Cáceres son los líderes del celebrar en la calle. No podemos dejar ese activo de brazos cruzados.

3) La autoorganización por sms está sobrevalorada. La gente en Barcelona tomó las calles con las banderas al aire ocupando todas las avenidas, sorteando las furgonetas de policía que cortaban el camino hacia el aparcamiento en los lugares céntricos. No había un lugar de reunión prefijado, así que los que iban en coche se fueron a Plaza de España, mientras los peatones y los motociclistas se apiñaban en las Ramblas. En la reunión céntrica, la de la fuente de Canaletas, mientras los turistas sacaban fotos, comprobaba con asombro que se puede ligar repetidamente con una bandera atada al cuello. Al menos, uno de los asistentes lo hacía con una facilidad pasmosa.

(Nota al margen sobre la celebración barcelonesa: el lunes siguiente, la televisión autonómica catalana dedicaba toda una sección del programa de sobremesa «el club» a dilucidar si celebrar los éxitos de la selección nacional entraba o no en el canon de catalanidad, sea lo que eso significa. No se sorprendan; su voluntad de establecer el canon les ha llevado en el pasado a hacer cosas tan asombrosas como machacar por antena que los ciudadanos llaman a la basura de una forma inapropiada. Porque las formas de hablar, para algunas mentes privilegiadas, no son cosa de la gente. El rebaño está para ser guiado.)

Las caras de la gente eran muy extrañas, porque los que estuvieron en Plaza de España quisieron estar en Canaletas y viceversa. El poder de los sms entra en conflicto con la imposibilidad de aparcar. Hace falta organización.

4) Es asombroso lo comedido que ha estado el personal, teniendo un finalista que se llamaba Mertesacker, a un palmo del metesaca. También es admirable que el portero Alemán se llamara Lehman, invitándonos a tener un portero apellidado «Pañol». En otro orden de cosas, el chaval que se puso a cantar «yo soy español» al ritmo del kalinka en homenaje a la semifinal con Rusia, ha metido un gol de campeonato. A los españoles nos gusta meter siempre un guiño extranjero al hablar de lo nuestro, por los conflictos autonómicos. Al fin y al cabo, el propio himno de España es importado. Aunque para corear siempre ha sido mejor el Que Viva España de Manolo Escobar, que, lo crean o no, lo conocen en todo el mundo. Pero todo. Música y letra. Hagan la prueba.

5) Por encima de todo lo anterior: qué grande el ejemplo del entrenador Luis Aragonés. Un hombre al que han intentado hundir mediante el acoso y derribo por tinta y ondas. Un hombre al que le sometieron a un interrogatorio de una hora en televisión en directo para plantearle una única pregunta: cómo tiene usted la desvergüenza de no llevar a la selección al delantero estrella del equipo de la capital. Curiosamente, el programa se llamaba «tengo una pregunta para usted», y efectivamente, sólo hubo una, reformulada cien veces.

Aragonés es un símbolo accidental de la rebeldía, pero símbolo al fin y al cabo. Ahí sus narices. Tuvo a todos contra él. O mejor dicho, tuvo a todos los que se consideran que representan a todos, contra él. Y ganó. Ganó como lo quieren las películas de Hollywood y las biopics de lujo. Llenando un plano final, echándose las manos a los bolsillos y dirigiéndose al vestuario, dejando en el campo a los chavales abrazándose. La victoria patria y el orgullo nacional y el triunfo de un tipo de futbol que retoma las ganas de verlo -porque yo lo abandoné en la era del cerocerismo, que sigue con una salud envidiable-, me son menos interesantes que ese señor canoso de gafas, al que llaman zapatones, que abandona la selección porque a sus enemigos no se les puede ganar todo el tiempo. Ya saben que la diferencia entre los finales felices y los finales tristes es sólo una cuestión del momento en el que paras la cinta. Esta película temina cuando Aragonés marcha al vestuario. Es un final colosal, de gran pantalla, de tozudez contestataria que lleva a la leyenda. Bravo por él.

Grandes complementos: el orgullo y el patrioterismo han sido excelentemente separados en esta entrada de Dr. Zito. Allí les dirijo.

Por si les apetece ver qué es lo que le falta a la prensa deportiva española, tienen un ejemplo precioso en esta hilarante selección de «lo mejor de la eurocopa» del diario The Guardian. Incluye sms enviados por accidente, los uniformes de los entrenadores (incluida una alusión a los míticos sobacos de Camacho de 2002), titulares con juegos de palabras chungos, y un error en la retransmisión que incluyó el himno alemán de la época nazi, que lleva medio siglo prohibido en su país. Un informe excelente. Léanlo aquí.

Actualización: Queco, en su Página 36, ha hecho ya el guión de la biopic. Es buenísimo. Léanlo aquí.

Actualización 2: Abundando en lo que decimos de que los españoles gustamos de cantar nuestra identidad usando canciones extranjeras, Absence me recuerda en el privado que Que Viva España es -tenía que serlo- una canción belga:

«Corría el año 1972, Christina Bervoets tenía 24 años y una prometedora carrera musical bajo el nombre artístico de “Samantha”. Cierto día su productor le ofreció la oportunidad de grabar un nuevo tema, con una simplona pero pegadiza melodía, que se titularía “Eviva España”. La canción había sido encargada al compositor Leo Caerts, un belga cuyo destino vacacional solía ser la soleada costa española. Todos pensaban que sería un auténtico bombazo… y lo fue, en tan solo un año el tema vendió 127.000 discos en Bélgica y 475.000 en el resto del mundo. Se escribió una versión en español del tema a través de Manuel De Gómez, un empleado de la embajada española en Bruselas y Samantha fue invitada a viajar a Madrid y Barcelona para actuar en varios actos y programas de televisión.

Un buen día de 1973 esta canción llego a manos de Manolo Escobar, por entonces el artista que más discos vendía y más películas rodaba. El resto ya lo conocemos, “Eviva España” pasó a titularse “Y viva España” y con el tiempo el tema se ha considerado como uno de los “himnos” más importantes y cantados de este país. Las cifras de ventas han alcanzado los más de 40 millones de discos en todo el mundo.»

original aquí

 

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