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post Lecturas necesarias: La economía no existe

Lunes, 1 de junio de 2009

Raul Sensato a eso de las 8:03 am

La economia no existe, de Antonio Baños

No se imaginan cuánto he disfrutado la lectura «La Economía no existe», de Antonio Baños. Es un libro de economía que no juega al misterio y al «ustedes no saben y nosotros si y déjenlo en nuestras manos» que tanto se da en la literatura económica.

De hecho, se puede decir que no es un libro económico, porque se entiende, porque se aprende un montón, y porque la lectura es una delicia. Es otro tipo de libro: de los que forman, informan y divierten. Un libro magnífico.

Cuando les conduzco a que se pasen por su librería cercana para distribuir entre sus amigos piezas como esta, lo habitual es poner un extracto. Aquí abajo les pongo uno, que explica que la economía se basa esencialmente en el hambre. Y que explica muchos, muchos procesos que siguen vivos hoy en día. (He puesto un par de negritas, para la gente con prisa):

Una de las más interesantes líneas que permiten rastrear el origen y el desarrollo de la «idea económica» y de su prosperidad está, ¡oh, paradoja!, en el estudio de los pobres. (…)

Durante buena  parte de la Edad Media se entendía que hubiese ricos y poderosos, de la misma manera que había pobres y lisiados. Era el orden divino. Respecto a esas dos clases de seres, la teología parecía respetar a los primeros y alabar a los segundos acercándolos a los cielos. El pobre, si no santo, estaba más cerca de la santidad. (…) Los pobres servían para que los demás pudiesen ejercer la virtud de la caridad. (…)

En el siglo XIV, ya se sabe: la peste negra.(…)Y ahí apareció, ¡zas!, por primera vez una situación que nos acompañará hasta hoy: los conflictos entre ricos y pobres. La imagen del pobre sumiso, bendecido y sentado a la puerta de la parroquia fue reemplazada por la del superviviente que va de un lado a otro, incontrolable, y que ha descubierto el valor de sus brazos.

Y así nace la pobreza como «problema». Como un problema de orden público. Si los pobres se mueven libremente, pueden reunirse, crear revueltas, presionar a los señores. Al igual que ocurre hoy con las pateras que nos llegan de África, la preocupación de los señores no era la pobreza, sino la «movilidad del pobre».

Cuando llegamos al siglo XVI, la pobreza ha cambiado del todo su estatus. El cada vez más fuerte Estado debía hacerse cargo de que la gente estuviese en su sitio. Y la mejor manera de conseguirlo fue mediante otra magnífica invención: el empleo asalariado.

En esa época, la pobreza se convirtió en un asunto tratado en libros y debates entre intelectuales. Luis Vives, el célebre humanista valenciano, publicó con increíble éxito su Tratado del socorro de los pobres. En él se plantea la creación de unas «casa de Caridad» donde acoger (fijar, inmovilizar, controlar) a esa población cuyos pies traen tantos problemas.

Nacen entonces dos conceptos básicos: primero, el de la responsabilidad social del pobre. Y, segundo, la obligatoriedad del trabajo.(…)

El primer paso de esa «revolución de los ricos contra los pobres», como resume magistralmente Karl Polanyi, ya se había dado. Pero pronto se descubrió que había un medio más sofisticado para tener bajo control a la levantisca población. Algo más eficaz que los latigazos o las amputaciones por mendicidad: el hambre.

Joseph Townsend, un grandísimo hijo de puta y clérigo del siglo XVIII (que saldrá más en este libro porque un buen supervillano es fundamental para cualquier historia), aconsejó en su Dissertation on the Poor Laws: «El hambre domesticará a los animales más feroces, enseñará a los más perversos la decencia y la civilidad, la obediencia y la sujeción. En general, únicamente el hambre puede espolear y aguijonear [a los pobres] y obligarlos a trabajar».

¡Qué tío tan capitalista! Perversamente genial.

Y ahora una frase de Thomas Carlyle que prefigura el genocidio econocrático de los siglos xix y el xx: «Si se les hace la vida imposible, necesariamente se reducirá el número de mendigos: un método aún más rápido es el arsénico, incluso podía resultar más suave si estuviera permitido». ¿Quién dice que los nazis inventaron algo nuevo?

¡Magnífico! La cosa marcha. ¿Y cómo consiguieron los ricos generar la suficiente hambre a la vez que convencían a sus súbditos de que se pusiesen a trabajar? Pues poniendo puertas al campo. Esta vez en sentido literal.(…)

Los cercados, dichas enclosures, acabaron con estas tierras «de reserva» para convertirlas en pastos para las ovejas que sustentaban las crecientes exportaciones de lana inglesa.

Para la corona (impuestos), para los comerciantes (divisas) y para los señores (imperio) era mucho más interesante mantener vivas a las ovejas que a los campesinos. (No sé por qué, pero me da que esta afirmación no os habrá sorprendido.)

Los cercados obligaron a muchos jornaleros, que habían subsistido gracias a las tierras ahora valladas, a desplazarse a las ciudades. Allí se enteraron de que la reina Isabel I, esa que sale tan bien en las películas, había dictado la Poors Law de 1601. (…) Todo pobre que fuese útil (en la ley inglesa de 1576 se recogía ya una distinción: se habla de los pobres inútiles y de los able-bodied poors, los físicamente útiles) tenía que «encomendarse» a la workhouse de la parroquia donde estuviese registrado. Allí se les obligaba a trabajar a cambio de un salario de subsistencia. Así que, mientras los señores comerciaban con lana y la nación se enriquecía, crecía de manera nunca vista el número de pobres. (…) si no hay muchos pobres no se puede generar suficiente riqueza.(…) El ejército de reserva de trabajadores, del que hablará Engels más tarde, se recluta con un gran contingente de hambre y represión.

El libro lo publica Los libros del lince.

Clasificado como: contestatarios,filosofia,libros

Ya hay 23 comentarios »

  1. Cuando lo recomendó en el Focoforo me lo apunté. Después de leer este extracto este libro pasa a formar parte de la parrilla de salida de libros a leer. Cuando me termine «El hombre que calculaba» que me regaló una amiga y que tiene mucha filosofía debajo del uso de las matemáticas para resolver los problemas; y cuando me haya leído el Mondo Píxel Vol.2, buscaré este libro y lo sorberé.

    Muchas gracias por la recomendación.

    Comentario de morri — junio 1, 2009 @ 10:07 am

  2. En una de las entradas del modernista Hospital de Sant Pau hay una incripcion que dice «Ayudemos a los pobres para que los pobres nos ayuden a nosotros».

    Comentario de Dr Zito — junio 2, 2009 @ 8:34 am

  3. Más «lecturas necesarias»:
    http://i2.photobucket.com/albums/y2/editorialcornoque/malavida/S6300038-3.jpg

    Comentario de XCAR Malavida — junio 2, 2009 @ 11:23 am

  4. XCAR: Los chicos de Malavida, además de obligarme a retratarme con Escenas de Matrimonio Bande-Desinée, me invitaron a cerveza, me inundaron a lecturas, me dedicaron ejemplares, y elevaron el torno del buen rollo como solo ellos saben.

    ¿Ustedes no leen los tebeos de Editorial Cornoque? ¿Pero qué les pasa? ¡Señores!

    Comentario de R. Sensato — junio 2, 2009 @ 1:11 pm

  5. Minchinela, ¿está usted a dieta? Es que en los Reprontos lo veo, no más gordito, pero si algo más corpulento, y en el afoto que XCAR enlaza arriba, lo noto bastante delgado. Igual es un efecto óptico, o simple gilipollez propia; al menos espero que no esté vos malito.

    Comentario de NtmeC — junio 2, 2009 @ 8:56 pm

  6. Buen ojo. He perdido peso por prescripcion facultativa…

    Comentario de R. Sensato — junio 2, 2009 @ 9:48 pm

  7. No me malinterprete, no está usted peor más delgado, solo es que me había fijado.

    Pues ahora que dice lo de buen ojo, siempre he pensado de mí mismo precisamente lo contrario, que para darme cuenta de los cambios de peso y de look de la gente era pésimo. Nunca termina uno de conocerse del todo…

    Comentario de NtmeC — junio 2, 2009 @ 10:26 pm

  8. Son los ricos, que le hacen pasar hambre para mantenerlo a raya!

    Comentario de Fernando — junio 3, 2009 @ 2:36 pm

  9. Gracias, Raúl. Muchas gracias. Una recomendación acertadísima sobretodo bajo el título ‘Lecturas Necesarias’.

    Y sí, todo sea dicho, el libelo en cuestión es el culpable de la hora.

    Comentario de HT — junio 6, 2009 @ 2:43 am

  10. Yo lo estoy leyendo y pienso escribir la próxima entrada sobre el libro. Sabe alternar pasajes para entendidos con pasajes que se entiendes. Y sí, es un buen libro y hay un gran trabajo detrás.

    Comentario de — junio 7, 2009 @ 6:42 pm

  11. Hombre, pues no sé. Que pintaba bien el extracto, pero al ver que cita una frase de Thomas Carlyle como si estuviera dicha para ser interpretada literalmente (ese hombre escribio eso irónicamente! es como interpretar los consejos para acabar con la pobreza de Jonathan Swift literalmente como una manera de pensar del autor!) me he quedado un poco a cuadros.

    Un tema que me parece muy interesante es como en nuestra sociedad es muy dificil elegir vivir humildemente trabajando menos. El coste de la vida no te deja esa opción, al menos en España.

    Comentario de fromthedrain — junio 22, 2009 @ 10:27 am

  12. Creo que es una lectura necesaria, más en estos momentos. En las primeras páginas, llenas de recursos muy manidos, puede llevar a confundirnos con un «libelo», tal como figura en el título, pero a medida que se profundiza en conceptos y hechos recientes, observamos que es una reflexión seria y que hará pensar a más de uno la necesidad de cambiar el enfonque de la economía.

    Comentario de José María de la Riva Ámez — agosto 26, 2009 @ 2:05 pm

  13. […] extra: Más sobre el libro aquí Clasificado como: […]

    Pingback de No Recomendable » Un chute de valor añadido — septiembre 17, 2009 @ 9:24 am

  14. […] que está sometida bajo el juicio de “lo mejor para la economía”. Se puede afirmar que la economía no existe, pero simultáneamente es una ficción que -como la religión- guarda en sí la directriz, […]

    Pingback de No Recomendable » Elijan libertad o economía — enero 20, 2010 @ 11:18 am

  15. […] fluyendo dinero fresco en sus voraces tuberías. Tal y como explica Antonio Baños en su libelo ‘La economía no existe’, a partir de los años 80, los brokers financieros lograron convencer a los ahorradores de que […]

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  18. el enlace al libro, ahora mismo, está mal. Es http://www.loslibrosdellince.com/la-economia-no-existe/

    Comentario de agremon — diciembre 8, 2013 @ 2:38 pm

  19. […] fluyendo dinero fresco en sus voraces tuberías. Tal y como explicaAntonio Baños en su libelo La economía no existe, a partir de los años 80, los brokers financieros lograron convencer a los ahorradores de que […]

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