Más que nada
Domingo, 11 de noviembre de 2012
Si ustedes dicen que todo es sexista, nadie les puede llevar la contraria. Si quieren decir que todo es sentimental, tampoco encontrarán pegas. Pueden extender la práctica sobre cualquier campo. Por ejemplo, pueden juzgar que todo el arte es ecuestre: cuando aparecen caballos, porque salen, y cuando no aparecen caballos, porque no salen. Toda la obra de Picasso se puede entender como un negar y un permitir la presencia de caballos.
Con esa perspectiva en mente, me ha maravillado esta foto que necesito compartir con ustedes:
Efectivamente, las pipas sin sal no tienen sal, pero la etiqueta la incluye como ingrediente necesario. Imprescindible. Si el listado sólo dijera «pipas» perdería la referencia primordial sobre la que orbita todo lo demás. La sal brilla por su ausencia: el productor no ha podido resistirse a incluirla en los componentes. Que esté presente materialmente es secundario. Las pipas sin sal tienen como ingredientes pipas y sal, y decir otra cosa sería mentir sobre el propio sistema sobre el que se ha construido el producto. La sal, no hay mejor forma de decirlo, es sustantiva.
La mosca acredita la foto a Sarda.es
pero se la vi a Ramonacus