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post Milagros de andar por casa: el DDT contra las penas

Lunes, 12 de noviembre de 2007

Raul Sensato a eso de las 5:09 pm

El DDT contra las penas

Ayer volví a casa nervioso y sonriente. Hay veces que deseas cosas pequeñas con fuerza, y se cumplen. Son pequeños milagros de andar por casa. Ayer tuve uno de esos. Entre las inmensas estanterías de una conocida librería de segunda mano, se escondía una de esas joyas que crees que nunca tendrás en las manos. Cuando lo ví, cuando lo abrí, cuando lo hojeaba, no daba crédito. Era verdad. Estaba allí.

Eran tres tomos, encuadernados en tapa dura, con el lomo en letras doradas, el estándar del bum de la encuadernación por entregas de los setenta. En los lomos, se leía sólamente «El DDT». En el interior, los números íntegros, del 41 al 80, del 81 al 120, y del 121 al 160. El DDT contra las penas. Del año cincuenta y uno en adelante.

Minutos más tarde, los repasaba sentado en una cafetería. Legítimos Bruguera de los cincuenta, una piedra angular de la historieta española. Los repasaba con un cuidado y un respeto absolutos. Si quieren ver páginas escaneadas, el excelente blog Lady Filstrup las tiene a puñados. El milagro enloquecido era que aparecieran en mis manos, porque estas piezas sólo las manejan los coleccionistas concienzudos. Sin embargo, en un rincón, por sorpresa, ahí estaba el pequeño cáliz. Era arqueología parda. Indiana Jones desempolvando legajos de los mejores años de Cifré, Conti y Peñarroya. Un milagro de andar por casa. Aún tengo la sonrisa en la boca.

post Cosas que dan gusto

Martes, 23 de octubre de 2007

Raul Sensato a eso de las 1:06 pm

subido a hombros de titanes

Uno:

Ayer en la Fnac de Barcelona, se reunió una mesa de titanes para denunciar el maltrato para las nuevas generaciones de escritores. Moderaba el maestro Eloy Fernández Porta (de cuyo tremendo libro afterpop ya hemos hablado aquí), y le acompañaban Alvy Singer (socio de vuelos en eliTeVisión), el escritor y crítico Vicente Luis Mora (con su recentísima Circular 07) y la poetisa Myriam Reyes, que hace unos experimentos líricos en Flash y audiovisual que la crítica aún no sabe por donde coger.

La reunión la condensó F.Porta en una historia que tituló «la popización forzosa del nuevo escritor«, en la que contaba que, para poder publicar su colección de relatos, tuvo que sustituir el evocador título original por otro hacía un doble juego con el orden universal: «Caras B de la música de las esferas», y que en las críticas era sistemáticamente rebautizada como «caras B». En los múltiples relatos entrelazados del volumen, adoptaba formas de narración romana, medieval, etc, entre ellos había uno, anecdótico, adoptando narración actual. De nuevo las críticas se centraron sobre ese tramo y obviaron -probablemente por severa ceguera literaria- los demás textos, la trama que urdían juntos y el monumental tramo final que le daba la vuelta a un conocido texto y en lugar de resistir las tentaciones, el personaje alcanza la virtud a través de los vicios. Todo eso fue ignorado. Los críticos en bloque -con una excepción que detallaba don Eloy- se cegaron en lo pop. Porque el título tenía un detalle pop, obligado para su publicación, se cegaron con el pop e ignoraron la materia literaria de la obra. Para publicar, tienes que titular pop: si no no publicas. Y te etiquetan como pop, porque el título debe condensar el alma de la obra. Lo hacía, claro, pero si no caías en la trampa de las caras B. Un desastre. Esta es la situación, forzosa, a fecha de hoy.

Estuvieron todos a un gran nivel, Porta repartiendo juego, Mora definiendo las reglas de la partida -muy grande, Mora-, Alvy mostrando la perspectiva de los que llegan -Alvy es muy joven, y muy interesante- y Myriam en el espacio que los demás dejaron sin pisar. Hasta hubo un detalle para mi ego: Porta me sacó como ejemplo, de refilón, sin saber que yo estaba en la sala. Lo que mostró que lo hacía con sinceridad.

Tuve el privilegio de tomar unas cañas con nuestros protagonistas. En un arranque de sociabilidad, don Eloy me apunto las directrices de su siguiente obra, y me enganchó de inmediato. Estoy impaciente por poder sumergirme en ella. Gran tarde. Con cena y copas y música siniestra, o afterpunk que dicen los puristas. Da gusto ver que los titanes, son personas que dan gusto.

Dos:

Esta noche hablaré en la radio del videoblog Reflexiones de Repronto, en la emisora icatfm, junto con Absence. Lo pueden seguir por internet, incluso por video. No tienen excusa. Las instrucciones las detallo aquí.

post Sociología parda (cont.)

Martes, 16 de octubre de 2007

Raul Sensato a eso de las 12:15 pm

Heroes del Silencio, el 10 de Octubre de 2007, con Zaragoza a la espalda

Fin de la pausa de fiestas zaragozana, que ha tenido momentos de gran diversión. Un momento brillante fue una noche en la que un buen amigo apareció con un funda de guitarra que dentro escondía un jamón. Dimos buena cuanta de él en la recena, y de camino al desayuno nos encontramos con la tradicional ofrenda de flores. Nos miramos y nos pusimos a regalar jamón a los oferentes, que venían vestidos de baturro. «Jamón gratis», gritábamos, mientras mi Joaquín iba cortándolo por el método del violín. Sólo se acercaban los niños. «Hace tanto que no veis nada gratis que no os lo creéis». Los adultos nos miraban, pero eso de ir a coger jamón de desconocidos no está bien visto. «Si fuera droga gratis, vendríais como locos». Cuando apareció la comitiva de la policía municipal, nadie quiso coger. «No me digáis que estáis de servicio». No hubo manera. A la hora y pico, con unos cuantos platos de jamón repartidos, no podíamos ni con nuestras pestañas.

Las fiestas tienen estas cosas. O van a las cosas que te preparan (conciertos, obras, montajes, etc) o te haces tu fiesta. que es lo que manda la tradición. Las fiestas son el hueco para hacer tus fiestas. En otras ciudades -Barcelona, como ejemplo-, a toda actividad que vean que no pertenece al ayuntamiento, vienen y te disuelven. Y te aporrean.

Como nota extra (continuando esta entrada anterior), el concierto de los Héroes del Silencio en la Romareda fue particularmente emotivo. Bueno, puntualizo. Mientras estaba en el estadio, era simplemente un espectáculo, uno grande y muy bueno. Pero al salir del recinto y volver a casa, me di cuenta de que el concierto me había dejado muy, muy tocado.

Y supe que hay una historia de los héroes que quiero contar, una historia larga y retorcida y relevante que no aparecerá en este blog. Llevo todos estos días pensando en ella. La historia de un grupo desde la perspectiva de un chaval que aparecía casualmente en sus conciertos, que aparecía casualmente por los bares que convirtieron en su fuerte, que conoce de oídas las historias que todos conocen de oídas. Una historia del grupo narrada por alguien que nunca ha hablado con ellos y que nunca ha tenido información privilegiada sobre el grupo. Y una historia que explica, desde la barrera, todas las perspectivas que hay sobre el grupo. Repito: no que enumera las perspectivas, sino que las explica.

A ver cuando me encierro y empiezo a escribirla.

post Sociología parda: cuando fuimos héroes

Martes, 9 de octubre de 2007

Raul Sensato a eso de las 12:18 pm

heroes en los ochenta

 

Mañana voy a coger carretera para ver el concierto de vuelta de los Héroes del Silencio. Este domingo, volaba leyendo la página completa que el diario El Mundo dedicaba al grupo y su concierto en México. El artículo no aparece en la web del medio, de modo que no recuerdo su autor. Pero sí recuerdo que se equivocaba en los nombres de los intérpretes -ya es mala suerte, sólo habiendo cuatro- y los ubicaba como un residuo espúreo de «La Movida». Ese juicio madrileño-chovinista me puso de los nervios. Principalmente porque los Héroes del Silencio han sido los únicos que han vendido sólidamente en países de habla no hispana. Han sido el único grupo que prosperó, porque los Mecanos y los Radiofuturas (por poner un grupo que aborrezco y otro que adoro) fuera de los hispanohablantes no se comieron nada.

Ese «residuo espúreo» superó ampliamente a todos sus predecesores. Tanto, que hay una sensación de «pasado de moda» que sólo se aplica a las propuestas que se ponen seriamente de moda. Entiéndanme, soy el primero al que Bunbury le parece incómodamente histriónico encima del escenario. Pero basta acudir a las videotecas para ver que ese histrionismo es, en movimientos, idéntico al de Robert Plant de Led Zeppelin. Y nadie reduce a Page a sus gestos en escena. (Por otro lado, funcionaban de una manera muy notable cuando Bunbury jugaba a Rey Lagarto, y con gestos de Jimmy Page montaba una intervención a lo Jim Morrison; ya saben: todo lo que no es tradición es plagio, y si tienes que copiar, copia a los buenos).

A modo de equilibrio universal, permítanme hacer un mínimo recorrido pardo por lo que significaron los héroes del silencio. Detalles tangenciales que nunca entran en las biografías.

De modo que el post se reinicia aquí.

Lo primero que enseñaron los Héroes del Silencio a sus seguidores es esto: «si quieres que sea mejor, sigue trabajándola». Parece una frase de cajón, uno de estos refranes en los que uno queda bien de boquilla. Pero ellos lo materializaban con dos cortes. Uno era «Héroe de Leyenda» de su primer EP -que es un himno generacional, le pese a quien le pese-. El otro, era la primera grabación de «Héroe de Leyenda». Antes de los intercambios de música en la internet, las cintas grabadas eran el material musical de estraperlo. Y yo, en los primeros noventa, había acumulado una sólida colección de grabaciones primerizas de los héroes del silencio y de sus grupos predecesores (de hecho, de muchos grupos zaragozanos, pero los héroes eran los que realmente *lo estaban haciendo*). Esa primera grabación de Héroe de Leyenda es indescriptiblemente horrible. No se hacen una idea. El shock al escucharla -imbuido en una marea en la que esa canción, en la versión definitiva grabada años después, es omnipresente- es total. Esto se puede convertir en aquello. Sólo necesita trabajo y más trabajo. Esa fue la primera lección de los héroes.

La segunda es que lo puedes lograr, y lo puedes lograr a lo grande. Y no hablo de girar por todo el planeta, sino de amasar un público que realmente no quiere metadonas ajenas, sino sólo lo que tú les das. En Zaragoza, en el 89, yo vi con mis propios ojos como el telonero de Heroes era expulsado del escenario por el público. Es algo increíble, y de hecho nunca más lo he vuelto a ver. El desafortunado fue Víctor Abundancia y sus Coyotes. La segunda lección es que puedes lograr eso, y lo puedes lograr con la gente que te cruzas por la calle -porque los héroes, lógicamente, no flotaban a dos metros del suelo-.

La tercera lección de los Héroes se encarnó en no recuerdo qué concierto de aniversario de los cuarenta principales en Madrid. Esencialmente, mientras el resto de grupos de la tardenoche saldaban su presencia con desgana, los HdS decidieron que esa iba a ser una noche para recordar. E hicieron lo que habían hecho los u2 en el primer liveAid: dejar a todos los demás en evidencia. La diferencia es que los u2 lo hicieron como los torerillos espontáneos en corridas ajenas, y los héroes lo hicieron como cabeza de cartel. La lección fue que no sólo puedes demostrar que eres la cabeza de cartel, sino que puedes dejar claro que quien quiera seguirte el paso va a tener que sudar mucho. Repitieron la jugada en Berlin 91, lo que indicba que el listón que ponían no se debía a las limitaciones de la competencia.

De las tres, la más importante, a efectos personales, fue la primera, la que se formulaba sola cuando comprabas cintas recopiladas de estraperlo en el bar Muelle, de la calle Doctor Cerrada. Las malísimas primeras maquetas de los héroes, grabadas con pantalones de pitillo, jersey de cuello alto y sombrero -tengo imágenes demostrativas- se convirtieron, a base de fé y de trabajo, en una marca de tiempo tan potente que hasta los críticos musicales restallan los dientes antes que conceder.

Sólo un detalle de sociología parda: cuando explotó el mundo héroe en zaragoza, en el 87-88, comprar ropa negra no era nada, nada sencillo. De hecho, la mayoría teníamos que teñir camisetas estándar para vestir de negro. Ahora lees frases como «pink is the new black». Sólo ese detalle ya marca lo que ha sido todo este tiempo de pausa. Pero las lecciones siguen ahí. Si cada grupo tuviera la misma voluntad de los primeros héroes en redondear las canciones, si cada grupo tuviera la misma voluntad que ellos en llevar la experiencia del concierto un paso más allá, yo tendría mucha menos pereza en acudir a las actuaciones. Y no sólo estoy hablando de grupos nacionales.

El concierto de regreso de los héroes será un bonito ejercicio de sociología parda. No sé cuántas bandanas los asistentes desempolvarán del armario. El centro gravitacional zaragozano del movimiento (La Estación, La Kama, el tremendo bar Sevilla,…) abandonó una piel que tengo curiosidad de si volverá, por unas horas, al calor de los focos y de los altavoces rugientes. Y ya veremos si el concierto empieza con «Song to a siren»de «This mortal Coil», con el que la banda comenzaba cada concierto, y que en Zaragoza fue un icono antes de que David Lynch la incoporara a sus secuencias más inquietantes.

Y saber si va Cachi. Pero esa sí que es otra historia.

Ya saben que yo soy más estoico («soy parte de un grupo») que cínico («todos los demás son idiotas»). Fingir que no viví la era de los Héroes es un cinismo imperdonable. Y lo es especialmente en los críticos musicales. El miercoles veremos lo que quedó de la Avalancha. Si vuelven a repetir lo de Madrid y Berlin, si vuelven a demostrar que pueden pisotear a cualquier grupo nacional en directo, me quitaré el sombrero. Por mucho histrionismo que despliegue el cantante.

Más, leyendo aquí…

post Constatando lo obvio

Lunes, 30 de julio de 2007

Raul Sensato a eso de las 6:13 pm

el diseño no es facil

una imagen alegórica y descriptiva

Ya se habrán dado cuenta de que ha cambiado el aspecto de este blog, y si miran en la parte superior de la ventana, verán que además de la piel, ha cambiado también su ubicación.

De modo que aquí me tienen peleándome con las plantillas y los programas del pintar. En breve volverán los links de la derecha.

Recuerden actualizar sus suscripciones (si las usan) usando los vínculos del final de esta ventana. Si me disculpan, me pongo otra vez las gafas de soldador y vuelvo al tajo. No pisen las manchas de grasa. Disculpen las molestias, y perdonen las disculpas.

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post Lo que hace todo el mundo

Domingo, 29 de julio de 2007

Raul Sensato a eso de las 5:34 pm

Composición de lugar: una cosa así, pero con topless

Ayer en la playa un conjunto de chicas discutían sus lecturas, que se centraban en libros -cito textualmente- «que me cuenten historias, no que me hagan pensar». Los cinco nombres que aparecieron en la tertulia fueron, más o menos en este orden, «la catedral del mar», «la sombra del viento», Jorge Bucay, Paulo Coelho y Harry Potter. La alineación, como ven, es la que es, porque somos como somos.

A tres metros de mí y mi toalla, estas desconocidas se recomendaban lecturas que ellas mismas reconocían no haber disfrutado («a mí, es que leer, no me emociona», es otra frase textual). Para qué recomiendas algo que no te apasiona, es algo que no entiendo. Igual porque recomendar libros, en los círculos de estas chicas, es ubicarte un poco más arriba en la escala de importancia. Esta idea, a los lectores habituales, nos produce una inmediata repugnancia. Pero las pruebas eran abrumadoras.

Me giraba y ojeaba mi copia de «flor de farola» (desenterrada por este comentario) pero mi cerebro seguía escuchando esa defensa de los libros («un poco de autoayuda sí, pero no son de autoayuda», otra frase sic). La cuestión es que no me imaginaría mi papel si yo hubiera sido parte de ese grupo. Supongo que exactamente el mismo que tenía a metros de distancia: callarme y ver el percal.

Se van a reír, porque saco todo esto a colación para hablar de un grupo de rock.

Hay dos formas de hacer las cosas para que sean interesantes: hacerlas como las hace todo el mundo, pero mejor, o hacerlas como no las hace nadie. La segunda tiene una fecha de caducidad bastante rápida. La originalidad no está muy bien valorada, y el público general valora lo primero que les llega con esa novedad, aunque ese primero promocionado sea un plagio industrial. Creen que Harry Potter es original, que leer a Coelho les disimula del barrio chungo de los libros de autoayuda, que el bestseller de hoy es la narrativa sobre la que no es necesario construir ni desarrollar porque al fin y al cabo leer no les emociona: es una cosa para dejar caer, como los nombres de los famosos que estaban en tal bar o en tal calle. Y nada más.

En la música, la cosa que hace todo el mundo es tener un grupo de pop con una guitarra (o dos), un bajo y una batería. Y cuando unos amigos montan un grupo de esos, sabemos exactamente cómo debían de sonar, y de inmediato reconocemos que son flojitos tirando a malos por cuánto se alejan de ese ideal.

El ideal de la guitarra-bajo-batería debería estar conformado por las copias promocionadas que inundan las radiofórmulas, y debería estar cerrado ahí. Una vez establecido el estándar, es muy difícil -si no imposible- hacer algo que guarde toda su forma pero a la vez lo eleve un nivel más.

Pues bien. Les invito a que escuchen el sublime disco «Grand Prix» de Teenage FanClub. Descarguenlo pulsando aquí.

Contra todo pronostico, Teenage Fanclub toman el estándar de la canción pop que quiere hacer todo el mundo, con la misma estructura que todo el mundo, con la disposición estándar, pero las hacer mejor que nadie. Hacen esa canción que creemos haber oido cientos de veces, con detalles que le dan una vuelta extra y nos demuestran que igual no es verdad que la hayamos escuchado.

Tal vez Grand Prix sería el disco que todas las personas a las que escuchar música no les emociona(*), se recomendarían unos a otros, sin saber que, al contrario que la mayoría de sus recomendaciones literarias, estarían repartiendo una obra que ha trascendido la copia hasta crear un nuevo listón.

Solo hay dos formas de sorprender: hacer las cosas de forma original, o hacerlas como todo el mundo, pero mucho mejor. Grand Prix es un ejemplo de lo segundo. Repártanlo en las toallas.

Mas de lo mismo, pero mejor.
Que es la única manera en lo que queremos más de lo mismo.

link al disco via Musica para bajar

(*) Esta frase no la he escuchado nunca. Pero la sinceridad musical está peor vista que la sinceridad literaria, en las toallas de playa.

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post Sugestión consumista

Viernes, 27 de julio de 2007

Raul Sensato a eso de las 10:07 am

Las manos son tan pinza como es habitual,
pero los pies muestran un inquietante dedo gordo

Tanto sumergirme últimamente en pelis de terror, esta mañana me he sorprendido comprando este fanstasma/esqueleto/brilla-en-la-oscuridad de playmobil.

Los zombies se han usado como crítica al consumismo (especialmente en Amanecer de los muertos, en la que los zombies «hacen lo que recuerdan que hacían en su vida anterior» y acuden en masa a pasear por el centro comercial), pero yo como espectador he terminado pasando por caja para tener uno pequeñito y fantasmal en mi estantería.

Esxtraña moraleja. Cogemos el mensaje, pero caemos en la misma trampa. Y de forma consciente. Me merezco un mordisco.

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post Agenda: el correo como nostalgia

Jueves, 19 de julio de 2007

Raul Sensato a eso de las 11:41 am

Los siempre sorprendentes Mil Pesetas hacen un concierto-conferencia-performance esta noche reivindicando las postales de vacaciones, ya en desuso por la electrónica.

Ya les hemos hablado del conjunto Mil Pesetas (que cambian de nombre según el leitmotif de la actuación; esta tarde serán Mil Timbrados) de modo que les remito directamente a que les vean en directo, al módico precio de tres eurillos, siguiendo las instrucciones de este suelto:

Pulsen para ampliar

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post Elogio de Pep Pascual

Lunes, 2 de julio de 2007

Raul Sensato a eso de las 8:56 pm

Un saxofonista que hace solos con los instrumentos más inesperados

«Pep Pascual que nos deleitó con alguna de las piezas mas impresionantes; en plena cortina de sonido llevaba la voz cantante desinflando un globo, soplando pajitas de refresco y cambiando las notas a base de cortarla con una tijeras, o una batería de timbres ding dong de puerta.»

Este fin de semana estuve en Francia, asisitiendo al homenaje de un torero francés fallecido. Su hermano mayor leyó a Lorca en escena y en Francés. Delante, el público tenía una sólida mayoría de personas con canas, sección pelo completamente blanco. Del tipo que, tradicionalmente, es poco permeable a las innovaciones juguetonas.

Ese público aplaudía entregado pidiendo un bis de la actuación del dúo Enric Casasses-Pascal Comelade. Poesía más piano de juguete. Pero lo que les había llevado a dejarse las palmas pidiendo unos minutos más no era ninguno de estos nombres que aparecían en el programa.

El que les había seducido hasta la médula era el extraordinario Pep Pascual, que les había desplegado unos solos de sierra con arco, de campanas de mano, de trompetillas de feria, y, sobre todo , de -como mentaban arriba- pajitas de refresco que iba cortando para conseguir notas progresivamente más altas.

Pese a que le había visto repetidamente en Barcelona, con este mismo espectáculo y alineación, Con Comelade y Roger y el Gran Oriol Luna, Pascual simplemente resplandecía. En un ambiente estirado y formal y con cuerpo de documental de canal arte, las cuchufletas y los martillos de feria y los monos de plástico fueron reyes.

Pep Pascual es grande. Y alguien tiene que decirlo.

Pueden visitar su web en Tot Bufant (juego de palabras entre «todo soplando» y «en un plis plas»).

Este es parte del arsenal del maestro Pep Pascual

Fotos y cita de esta entrada en McRaven

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post Mimos, tunos y drag queens: el Gaypride 2007 de Madrid

Miércoles, 27 de junio de 2007

Raul Sensato a eso de las 7:00 pm

el mismo coágulo de mal rollo

La semana pasada en televisión he visto un número considerable de reportajes sobre el cercano día del orgullo gay, a celebrar en Madrid. Los reporteros no hablaban con los organizadores, por motivos misteriosos. En su lugar mostraban las opiniones de gente de la calle. Para ser específicos, de la calle Chueca. Todos, con una pluma considerable. Todo sea dicho, muchos de los reporteros, tambié hacían ostentación de la suya.

Desde aquí nuestro apoyo a las reivindicaciones de los derechos (y las obligaciones) de los homosexuales. Eso por delante.

Ahora bien, lo del Gay Parade, y celebraciones del estilo, hay que cambiarlo pero ya. Ya basta.

Por si no es evidente, les transcribo un párrafo del imprescindible libro Mondo Bulldog, de Jordi Costa (Ed. Temas de hoy). Léanlo imaginando el aterrador espectáculo de carrozas y purpurina y sonidos pregrabados:

Hay que decirlo de una maldita vez: las drag queens han heredado el papel social antes ocupado por los tunos y los mimosLos zapatos de plataforma, las pelucas hiperbólicas y el playback chirriante han sustituido a la tradicional capa, la bandurria y las beodas interpretaciones de Clavelitos. Los maquillajes post-glam y la verba petarda son la evolución finisecular de la cara blanca y la lírica gestual de pacotilla

Tunos mimos y drag queens han sido la sucesiva encarnación del pequeño porcentaje de excentricidad que la sociedad se permite tolerar y, hasta cierto punto, legitimar.

Por eso, a los ojos de los auténticos amantes del desorden -un desorden sin coartadas, un caos sin centro-, tunos, mimos y drag queens han sido las sucesivas pieles del mismo coágulo de mal rollo.

¿Hay algo peor que que soportar la intromisión de de una manada de tunos cantarines en un restaurante?¿Puede concebirse una idea de la diversión menos estimulante que la de contemplar a un mimo midiendo, interminablemente, con sus manos desnudas, las dimensiones de una pared invisible?

La respuesta a ambas preguntas es afirmativa: sí, hallarse en el punto más recóndito y mal ventilado de una fiesta cuando empieza el espectáculo-sorpresa de las drag queens.

¿Qué hay que hacer cuando se detecta la presencia de drag queens en una fiesta? ¡Huir en estampida!

Jordi Costa, Mondo Bulldog, pag 155

No se puede decir mejor ni más claro. Oigan, está escrito en 1999.

Ya vale. Muchas gracias.

Bola extra: el cierre de la cita, la huida en estampida, fue reformulado por Palahniuk en su «Asfixia». Léanlo aquí.

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