Las estrellas en San Jorge
Viernes, 25 de abril de 2008
Dos imágenes, en espejo, del pasado día de San Jorge, alias el día del libro:
1) Book Star
Me tiene muy desubicado la omnipresencia de Carlos Ruiz Zafón y su última novela, que en la tradición de los grandes superventas, se ha promocionado como gran éxito antes de vender el primer ejemplar. Pero es como debe ser.
Zafón es el primer escritor que veo señalado en medios como rock star literario. Un millón de ejemplares de tirada inicial es una cantidad deslumbrante, el equivalente de un escenario de cuarenta metros de altura y pantallas gigantes. Las ventas lo justifican, y me parece sano que, igual que hay estrellas del cine y de la música, también las haya de la literatura.
Lo gracioso es el conflicto de la estrella.
No somos conscientes, pero tenemos un arquetipo de estrella que está totalmente importado. Y la estrella es una persona con dinero para realizar excesos y que hace ostentación de su condición. Ahí está, por ejemplo, el problema de la ACB. Los chavales del baloncesto leen más que los del futbol, y el estandar del chuloputas se da con nula frecuencia. En la NBA, es otra cosa, con los jugadores que viajan con joyas en los maletines para regalarlas a la concubina voluntaria de la noche. En el cine y en la música, evidentemente, hay más de lo mismo.
Y a Zafón le pasa como a las estrellas de la ACB. Está atrapado entre dos mundos, con dificil reconciliación. Por una parte, está el prestigio de escritor, y en las promociones responde con aplomo. Por otra, no niega nada, no afirma nada, no resuelve nada en sus declaraciones. Todo es constantemente neutro, igual que el modelo -dificilísimo modelo- de Britney Spears, que ha logrado -chapó por ella- que «la niña de doce la vea como héroe, el chico de veinte como estrella porno, y la novia del chico de veinte como un ejemplo de por qué las mujeres se odian». Este equilibrio del vacío en el que todos obtienen lo que quieren, que se manifiesta en el gris de las respuestas de Zafón sobre su obra, se derrumba ante la firme decisión del escritor de no caer en el paripé. Zafón es una estrella en la que todo es una estrella menos la estrella.
No puedo evitar compararle con Michel Houellebecq, que, con lo que muchos dicen que es astucia, pero que -a la vista de lo expuesto- es ser puramente consecuente, es el escritor rock star francés. Con un consciente perfil de chuloputas, ajustado a la figura de la estrella.
Lamento no haber pasado de la página cien de La Sombra del Viento, que abandoné, porque debería consumirlo igual que los discos de pop y las comedias norteamericanas. Los de Houellebecq, casualmente, me los terminé todos.
Así es la estrella de rock española. Debe ser guay, pero se resiste a ser guay, porque moralmente, internamente, no puede ser demasiado guay. Y les remito a este ejemplo ya expuesto.
2) Liber Nui
En la gala de San Jorge emitida por la 2, salió al escenario Joaquin Reyes, pieza fundamental de Muchachada Nui/La Hora Chanante, haciendo en directo una entrega de Celebrities/Testimonios, caracterizado de Denzel Washington.
Según hacía su monólogo, repetía incesantemente su nombre -en la tradición de la sección que representaba- y miraba al público asumiendo la situación. Estaba siendo recibido en un absoluto silencio. O peor, como si fuera una actuación de bar de carretera, de teatro cantante desconchado.
En el día del libro, con señores vestidos de traje ostentando el sagrado nombre de la literatura como un fular de seda cara, se despreciaba sonoramente (con todo el ruido del silencio) la presencia de Reyes.
Era la misma tipología que, en otros tiempos, celebraba al humorista andaluz que se hacía pasar por hombre del campo o por homosexual encubierto. Igual no entendían por qué interpretaba a un actor, pero para imitar es necesario tener un arquetipo, así que sólo podría haber imitado a Houellebecq. Imitar a Antonio Gala lo habría hecho caer, simultáneamente, en los dos casos mencionados.
Pero creo que la base estaba en la dicción. En Reyes, todas las figuras hablan con acento de Albacete, tienen coletillas de abuelo, y miran el mundo del lujo con los dos pies en el suelo. Tiendo a pensar que lo imperdonable era el acento de Albacete. En cierta medida, Reyes es tan rock star como Zafón, y sufre de la misma reticencia a ejercer de estrella.