Ed. Anagrama. 371 págs. 19,50 €
A la venta a partir del 6 de noviembre.
Casi nada. He mirado en Google y por lo que parece esta va a ser la primera reseña sobre «Homo Sampler: Tiempo y consumo en la Era Afterpop«, el nuevo y reluciente libro de Eloy Fernandez Porta. Es un privilegio. Ya saben de mi fascinación por su anterior libro, Afterpop, que ha aparecido con frecuencia en este blog. No es impedimento para decir, desde el primer párrafo, que el libro de Eloy es extraordinario.
Comentar un libro y destripar su contenido son dos cosas al parecer paralelas en los textos de Ensayo. Por ejemplo, entre mis amigos bromeamos diciendo que los libros «populares» de Gustavo Bueno, se leen mirando el índice: es un listado de las opciones que va descartando hasta decantarse por la que aparece en el último epígrafe. Afortunadamente, en el caso de Homo Sampler, se puede hacer a la inversa. Se pueden plantear las preguntas que resuelve, y dejar intuir el enorme armazón explicativo que las revela. Y son preguntas que, con frecuencia, han aparecido, no ya en este blog, sino en los rincones en que se comenta cultura popular. Por ejemplo:
– ¿Por qué el epígrafe cultura basura se aplica a las revistas y las películas, pero nunca al teatro, los textos ensayistas o las editoriales literarias?
– ¿Por qué los programas del corazón y los presentadores de Reality Shows nos parecen -abiertamente, notablemente- fachas?
– ¿Cómo dinamitar la creencia pacata de que «la tecnología nos está creando un falso tiempo acelerado»? ¿Por qué mantenemos la figura del artista resistente al tiempo?
– ¿Cómo es que la publicidad actual está tan centrada en los eslóganes ecologistas, en los discursos anticapitalistas underground (con frases tomadas de epítomes de la cultura combativa) y en los ecos de lo atávico («vuelve a la naturaleza»)?
– ¿Por qué estamos habituados a reflexiones del estilo «en mis tiempos, sí había pop de verdad; el de ahora -esta subescena pop salpimentada con soflamas de resistencia política y delirios de alternativa comercial- es casi peor que el pop para las masas«?
El centro de Homo Sampler es el tiempo. El tiempo como elemento consciente y subconsciente en la creación y en el consumo (incluyendo, cuando vamos a comprar el diario, o un reloj). Y sobre él, F.Porta construye dos conceptos cuya utilidad sabremos en el futuro. El primero es el concepto de «Tiempo™» (vean abajo la nota *) en oposición al tiempo real (esa cosa que va a segundo por segundo). El segundo es el concepto de «Ur-Pop«, que va intrínsecamente ligado al primero, pero que es el que antes se presenta en la obra.
El Ur-pop es el levantamiento de acta de la emergencia inesperada de figuras, valores o emociones primitivos en un espacio ultramoderno. Como en la imagen de la portada, en la que un menú de fastfood forma parte de una talla precolombina que retrata un pasado que nunca existió. El Ur-pop (y aquí pongo tres ejemplos que NO salen en el libro) se reflejaría en las fotos porno realizadas en punto de cruz en la exposición de Mauro Entrialgo (el trabajo manual, pretecnológico, da credibilidad a la obra), en la fijación que tiene Boing Boing (el blog de más éxito mundial) por los tricotados con motivos contemporáneos, y -tirando del hilo hasta el final- en los nacionalismos/regionalismos de montaña y boy-scout con rastas, que reclaman, como esas tallas del macdonalds, un pasado reescrito y, por tanto, sugerente.
El Tiempo™ (insisto: vean nota *) es la concepción espectacularizada del tiempo real. Como enuncia F.Porta cuando introduce ese Homo Sampler que titula el libro, el tiempo real (el de a segundo por segundo) nos viene elaborado y mezclado de fábrica. Y lo que hacemos con él es samplearlo. Crear momentos de más intensidad que otros (en realidad, una pura pugna por conseguir el momento de más intensidad, momento tras momento [**]) y después, a posteriori, justificar una continuidad.
El libro se remata con un último tercio dedicado a la cultura basura, que toma el discurso donde lo dejaron la exposición Cultura Basura de Jordi Costa y la sección Planeta Enfermo de Manuel Valencia, y lo lleva a donde los analistas culturales -como el eslogan de Star Trek- no se atreven a acercarse.
La maestría de Fernández Porta no consiste en depurar las preguntas correctas, sino en retratar que esas corrientes existen, simultáneamente, en todos los estratos de la comunicación cultural. Saca ejemplos de todos los ámbitos: las películas, los tebeos, la literatura, la fotografía, la televisión, las artes plásticas… y teje con todos un tapiz que muestra a la luz el dibujo subyaciente. Da la impresión de que F.Porta es un erudito en todo, por la simple razón de que nadie practica una reflexión tan audaz, tan actual, tan profunda y tan diversa de lo que es -en todos los sentidos culturales de la palabra- el ahora.
Tienen que entender mi asombro. Yo tengo mucho pudor antes de hablar de Mr. Brain, la colección de fanzines que publicaba el hoy luego director de El Jueves Manel Fontdevila. Pienso que no hay tantas copias y que comentar la pasión de Fontdevila por las claves del humor (como su análisis del chiste Miss Tetas) es una arrogancia de coleccionista («¡ustedes fueron unos despistados: deberían tenerlo en su estantería!»). F.Porta hace justo lo contrario. No sólo abunda en Mr Brain, y en fotografías premiadas y en ferias de arte de vanguardia de público escaso. Lo toma todo y hace un enorme collage anatómico en el que te presenta cada singularidad como partes de un todo. Del mismo todo que te hace plantearte las preguntas ante la tele o en el cine o leyendo un periódico, porque allí ese todo también asoma (y los caza).
La mayor virtud de Porta es sin duda que, con todo lo profundo del texto, logra arrancarte permanentemente carcajadas. Te hace una reducción al absurdo de ti mismo. Te retrata en tus tics y en tus maneras y en la forma que tienes de relacionarte con lo que te rodea. Y lo hace alternando lo sesudo con lo hilarante, con su pasión por los términos híbridos, y las denominaciones™ con® marcas© -qué tan bien usa la blogosfera entendida y que tanto le debe al gran Mike Ibáñez-. Lo mejor de Homo Sampler es que hay tramos que se pueden recitar en voz alta, y -lo he comprobado- obtienen la admiración del respetable tanto por la forma como por el contenido. Porque forman y porque divierten.
¿Es todo bueno en Homo Sampler? No; todo tiene un pero. En España, las cosas que hacen gracia siempre son tildadas de superficiales, cuando no directamente de vacías. Así que Fernandez Porta arranca el tomo con una introducción densa, tirando a difícil, que es un manifiesto que en esencia dice «todo lo que viene detrás va en serio«. Esas primeras veinticinco páginas pueden hacer desistir a los lectores accidentales, pero ustedes ya están sobre aviso. Cuando después de la lectura de los textos mayores acudan a esa entradilla, todos los conceptos presentados les serán mucho menos arduos.
Por otro lado, el desarrollo del Ur-pop que realiza Fernández Porta (y que ocupa un tercio del libro, poca broma) lleva en ocasiones a la confusión. El autor alterna a lo largo del texto la perspectiva cínica («lo que hacen los demás») y la perspectiva estoica («esto nos pasa a todos»), y esos cambios nos hacen dudar si es un síntoma para el que hay salida, o es un «cambio atmosférico» de la época cultural (Ortega y Gasset lo llamaría una vigencia). Ese cambio de lente en el discurso puede impedir que cuaje el término Ur-Pop con la fuerza con el que cuajó su término Afterpop.
Con todo, Homo Sampler supera a Afterpop. Es mejor libro. Hay más porcentaje de material interesante para el hombre de la calle y para el comentarista inquieto. Y tiene dos partes (la del Tiempo™ y la del TrashDeLuxe, casi doscientas páginas) que son para enmarcar.
En serio. Un libro para quitarse el sombrero. De lectura obligatoria.
__________
(*) En realidad, F. Porta llama RealTime al tiempo «civilizado falso/remezclado», y Tiempo™ al tiempo de reloj. Me parece que la forma intuitiva de llamarlos es, precisamente, a la inversa. ¿Por qué oso a darles la vuelta para este comentario? Porque el tiempo «civilizado / distinto del real» es consensuado por los grandes intereses (esa sensación de que el tiempo se acelera, esa necesidad de tener noticias constantes aunque no sean suficientemente importantes como para cambiar la web del periódico) y, porque es sampleado, de ahí lo de Homo Sampler, lo cual le da un extra de idea humana registrable. La partícula «™» condensa todo eso de un vistazo. Como ésta es una revisión telegráfica, prefiero los grosso-modo visuales. Al fin y al cabo, lo importante es transmitir la idea que enuncia y desarrolla don Eloy.
[**] En un fingido crescendo hacia un supuesto momento máximo que nunca sucede. Como decía Althusser: “la hora solitaria de la ‘ultima instancia’ no llega nunca”
Recuerden. Lo vieron primero aquí.