Cosas que suceden al cambiar de década
Martes, 5 de enero de 2010
Desde el post anterior,
– he acudido a una nochebuena en la que he visto el doble de asistentes de los que realmente estaban en la sala
– he invadido la decoración navideña urbana
– he recenado restos de una nochebuena búlgara-macedonia,
– he aprendido a tener mucho cuidado con la palabra «sobras»,
– he sido filmado por un cámara que cambiaba de género según la sílaba acentuada,
– he intentado comprar billetes que Renfe me ofrecía y luego no existían,
– he pospuesto dos veces un viaje por visitas sorpresa,
– he celebrado el año con una campeona del mundo de gimnasia,
– he bailado en medio de fuegos artificiales que se rebobinaban,
– me he calzado las gafas naranjas de «el party»,
– he conocido a Leo, que considero mi sobrino pese que no hay consanguineidad, y que tiene un segundo nombre que no usará hasta dentro de dos décadas,
– he hablado con un oncólogo sobre el cáncer, por motivos cercanos,
– he conocido la mayor diferencia de edad en la novia de un amigo: 17 años,
– he fallado en responder todos los sms de felicitación que recibí (sí, yo también tuve mi dosis de «la asociación del Alzheimer te felicita»)
y en general, estaba a otra cosa, no en los teclados. Algún twitter esporádico, que habrán visto en la columna de la derecha. Todo esto es para decirles que mi retraso estaba justificado, pero ustedes no se libran: feliz década. Rompan filas.