El colectivo L3BAS(Lló Lo Beo A Si) ha publicado, justo a tiempo para el día del libro, un fanzine contra la lectura(«… o no, al menos no exactamente») titulado «Hitler de Pequeño leía mucho».
Allí se reunen textos de Rubén Lardín, Grace Morales, Toni Blanco, Victor Nubla, Jonatan Sark, Sarah Ingram, Joan Ripollés, y de los organizadores del cotarro: Gloria Langreo y Carlos Acevedo. Y también hay un texto mío.
Tengo una copia física desde hace un par de días, pero también tienen edición en internet. Lo pueden leer aquí:
Ha muerto J.G. Ballard, el hombre que nos mostró que el porvenir inquietante estaba en el próximo cuarto de hora. El que nos dijo que habíamos sobrepasado el futuro que proponía el progreso, y que ya vivíamos en las ruinas de la era espacial.
«Un huevo de pascua virtual es un mensaje oculto, o una capacidad escondida, contenido en un objeto, como una película, un disco compacto, DVD, programa informático, o videojuego.
Lo que ven arriba es una captura de la web del diario italiano La Repubblica. Es una foto especialmente significativa para los italianos, claro: una pancarta bien visible que le pide disculpas al presidente de los EEUU por tener como representante a Silvio Berlusconi, que está dando para la historia las frases de mayor desfachatez entre los gobernantes democráticos de nuestra época.
Lo gracioso es que esta foto, esta página, que pueden encontrar aquí, es un «huevo de pascua oculto». Si ustedes avanzan o retroceden en la galería, no pueden volver a la foto. Basta abandonar esta imagen para que la galería pase de quince a catorce fotos.
Por lo que se ve, el contestatarismo en prensa se está articulando en forma de huevos de pascua. Uno puede señalar la foto en su web y remitir a los lectores a la página de La Repubblica, que le da el marchamo de credibilidad, pero el periódico se asegura de sacarlo del recorrido natural, evitando los conflictos con los visitantes habituales.
La prensa oficial también ofrece contenidos bajo mano. Bienvenidos a los tiempos modernos.
De los creadores del concepto «tiempo de calidad» (esa excusa fabricada para los padres que no pasaban bastante tiempo con sus hijos como les gustaría), ahora llega:
Si alguna vez se ha preguntado por la caricia perfecta, un grupo de científicos suecos y estadounidenses ha dado con la clave: una persona debe ser acariciada a una velocidad de entre cuatro y cinco centímetros por segundo para sentir placer. O dicho de otra manera, tal y como una madre hace con su hijo.
Para ello, el equipo analizó las respuestas nerviosas de 20 personas en el momento de recibir una caricia en el antebrazo; así, hallaron un tipo de fibra nerviosa (C-tactile) que se activa únicamente cuando dicha caricia se produce a una velocidad de entre cuatro y cinco centímetros por segundo. Si la caricia se hace más deprisa o más despacio, el tejido no se activará.
Y de esta manera, se crearon dos tipos de personas: las que ensayan para querer bien, y las que quieren de verdad. Y luego, esa desazón de no ligar pese a ponerse desodorante de esa marca tan buena. Pues nada, a disfrutar con esos robotitos que nos pasarán un trapo humedo a exactamente 4,876632 cm/seg. Esa máquina servirá para estimular los C-tactiles. Y así iremos avanzando.