No les dé vergüenza ignorar una cosa elemental. Todos ignoramos cosas elementales que está harto de saber nuestro vecino. Lo vergonzoso no es nunca ignorar una cosa- eso es, por el contrario, lo natural. Lo vergonzoso es no querer saberla, resistirse a averiguar algo cuando la ocasión se ofrece.Pero esa resistencia no la ofrece nunca el ignorante sino, al revés, el que cree saber.
Esto es lo vergonzoso: creer saber. El que cree que sabe una cosa pero en realidad la ignora, cierra con su presunto saber el poro de su mente por donde podía penetrar la auténtica verdad. (…)
Quien ha llevado una vida intelectual pública muy activa en España y fuera de España, automáticamente compara y la comparación le fuerza a convencerse de que en el español ese hermetismo mental es un vicio permanente y endémico.
José Ortega y Gasset, Qué es Filosofía (1929)
Alianza Ed. págs 198-199.
Ochenta años después, para el español sigue siendo una afrenta que le lleven la contraria, y calibra los duelos sobre la verdad y la razón usando como baremo quién es que habla el último: el que dice la última palabra es el que tiene la razón.
Bola extra: Remata Ortega, unas páginas después:
Las objeciones certeras son la cosa más agradable del mundo (…) Las acojo encantado, y no sólo las acojo, sino que las estimo, y no sólo las estimo, sino que las solicito. Siempre se extraer de ellas excelentes ganancias.
íbidem, pág 213
Vamos, que sin que le corrijan, uno no aprende nunca. Y cuando las objeciones son con criterio, la misma aparición de la duda abre nuevos campos.
Bola extra 2: La Razón, de Theros y Metlikovez, ya aparecidos en este rincón.