Llevaba ya tiempo rumiando hacer una entrada sobre el celtiberismo de nueva estampa, el de los chavales de nueva tecnología. Hay quien piensa que los contenidos de nuestro museo celtibérico tienen un corte generacional bien visible, que son remanentes (o mejor, pecios) de una época pasada y desfasada. Al revés: el celtiberismo permanece -si no, a qué construir el museo-, manteniendo firme el norte, aunque mudando la piel y las formas.
Para retratar someramente el celtiberismo de nuevas generaciones, les he seleccionado unos ejemplos; todos sacados de la misma web: Visto en Facebook.
(Su logo debería aparecer en las imágenes siguientes, pero las he recortado por las limitaciones de espacio en el diseño de este blog. Son ellos quienes han sustituido los avatares y tachado los nombres para guardar el anonimato de los intervinientes).
Vean en este breve recorrido cómo el celtiberismo aflora, se desarrolla y culmina en las redes sociales, adaptándose al nuevo ecosistema.
1- Aquí la ortografía Hoygan conjuga con una pasión por la fama televisiva que a) debería generar envidia entre quienes nos rodean y b) se gestiona por cercanía: «yo he visto de cerca a» es una situación que transmite fama, o potencial de fama, como si fuera una enfermedad contagiosa:
2-Este otro ejemplo muestra la variación en las costumbres sobre el error: antes se modulaban múltiples matices alrededor de la equivocación (que iba desde el malintencionado hasta el cándido), pero hoy el error, sea cual sea, se entiende como algo que se debe escarmentar, concentrado en un «te jodes» que se usa para todo:
3- En este, noten como el remedio es peor que la enfermedad por un quítame unos síntomas falsos, en esa cosa española del no medir las consecuencias y luego lamentarse sin vergüenza por su intento, en esa ostentación de «este plan casi me ha salido»:
4- Pero mi favorito en el celtiberismo cani es el sacar consecuencias apoyándose firmemente en el convencimiento de que son los demás los que se encuentran en el error. Los ejemplos son múltiples, pero me gusta éste en el que el razonamiento desemboca en una máxima inolvidable: «la gente, para ser indie, ya no sabe qué decir«. Uno es la normalidad, y todo el que no sea como yo es indie; aún más, indie fingido. Puro celtiberismo del siglo XXI:
Tal vez donde más se subraya el carácter celtibérico de la interacción en las redes sociales es en el conflicto con la familia.
1- El conflicto básico se ilustra con este vistoso ejemplo
2- Si el ejemplo anterior ilustra cómo los familiares se sienten excluidos por la pasión en el uso de las redes sociales, este de abajo retrata el conflicto cuando la familia aparece en un espacio donde el equilibro entre lo público y lo privado está, en realidad, descompensado:
3- Aunque el verdadero caracter celtibérico de la presencia de familiares cercanos es cómo dinamitan tus intentos de crear una imagen pública con halito poético. Vean concretamente en este ejemplo lo dificil que es retratarse como un emo afligido y melancólico cuando aparece tu madre:
En suma, el desequilibrio entre lo social y lo tecnológico, y las lecciones que afloran de ese conflicto, se condensan en este último ejemplo que concreta el celtiberismo de nueva tecnología:
Bola extra: una reveladora coda al respecto del lenguaje hoygan. Igual que asomar los calzoncillos por la cintura no es incapacidad para vestir, tampoco es desconocimiento todo lo que reluce:
Insisto, todas las imágenes
están extraidas del rincón
Visto en Facebook.
El título de esta entrada
es un homenaje al pasodoble
«España cañí»