Soy un apasionado del diseño de la Europa del este, por muchos motivos. Primero, la diferencia: estoy tan imbuido e inundado del diseño «occidental» que los ejemplos filocomunistas siempre llaman la atención. Es como un hombre que toca maravillosamente la guitarra con una sola mano. Tanto o más que su virtuosismo, te entusiasma la diferencia.
Segundo, porque son herederos directos de las vanguardias artísticas de principios de siglo, el momento verdadero y honesto en el que la estética creada por el hombre se disparó y se ramificó en millones de masas incandescentes. (Todo ese brillo y ese fulgor fue fulminado por la apisonadora nortemericana de posguerra, pero de eso les hablaré en el futuro.)
Su estética es, por tanto, heredera de la búsqueda y del hallazgo, en lugar de la que tenemos, que busca la seducción y el desembloso. La diferencia es enorme.
Les saco todo esto a colación al hilo de esta galería de carteles de cine polacos, checos y cubanos. Muchos de ellos son de películas bien conocidas, como regreso al futuro, en busca del arca perdida, tiburón 2, o rompiendo las olas. Pero da la impresion de que sea imposible que hablen de esas películas.
Lo maravilloso de estos carteles es que cumplen de un plumazo (o mejor dicho, de un golpe de vista) todas las funciones de un cartel de cine (descriptivo, llamativo, diferencial…) y una más, que aquí es impensable: la interpretación de la propia película. No solo te dicen qué vas a ver sino cómo debes verla, desde un punto de vista hermenéutico.
Armas de mujer muestra a una señorita encaramándose a la cabeza-escalera de un hombre. Los caballeros las prefieren rubias muestra el desenlatado de los labios sellados de Marilyn. Cuando una película habla de vacío, te muestra el vacío, y cuando habla de soledad te muestra la soledad. Y en cierto modo, todos parecen -a un espectador occidental- carteles de terror, porque decir abiertamente estas cosas es demoledor. Es una cosa de crítics y de cinéfilos y de gente interesada.
¿Tiene el espectador casual interés en esas cosas? Los diseñadores hacen el corte en el grafismo. Si te interesa el cartel, te interesa la estética. Si te interesa la estética, te interesa el trasfondo de la obra. La propia image determina que te interesa lo que está más allá de la superficie.
Definitivamente, lo hermoso de estos carteles es la diferencia, y la diferencia es abismal.
La galería completa de carteles de cine polacos, checos y cubanos está aquí.
(Noten que al autor al que dejan intacto en sus carteles es a Saul Bass: Anatomía de un crimen, El hombre del brazo de oro… conservan sus grafismos originales porque saben que Bass es un genio honesto: uno «de los nuestros»).
Las manos son tan pinza como es habitual,
pero los pies muestran un inquietante dedo gordo
Tanto sumergirme últimamente en pelis de terror, esta mañana me he sorprendido comprando este fanstasma/esqueleto/brilla-en-la-oscuridad de playmobil.
Los zombies se han usado como crítica al consumismo (especialmente en Amanecer de los muertos, en la que los zombies «hacen lo que recuerdan que hacían en su vida anterior» y acuden en masa a pasear por el centro comercial), pero yo como espectador he terminado pasando por caja para tener uno pequeñito y fantasmal en mi estantería.
Esxtraña moraleja. Cogemos el mensaje, pero caemos en la misma trampa. Y de forma consciente. Me merezco un mordisco.
Al hilo del libro de Stephen King «Danza Macabra» me he abandonado al visionado de películas de terror viejas (Dementia 13, House on Haunted Hill,…) y en los últimos días me he repasado las cuatro pelis de George A. Romero sobre zombis: La Noche de los muertos vivientes, El Amanecer de los Muertos, El Día de los Muertos y La Ciudad de los muertos.
Por la Internet hay muchas y muy buenas críticas sobre la relevancia de estas películas. El mensaje de que los monstruos no vienen del espacio o de ultratumba sino que somos nosotros, el demoledor final de la primera, las críticas al racismo/consumismo/militarismo/statu quo,… Hay mucha literatura de esas ocho horas de metraje. No les voy a dar mi versión ni mi juicio comparativo. Es sólo que hay una idea que me inquieta particularmente.
Los zombis son unos tipos con un hambre voraz que comen carne viva, preferentemente humana. La comen aunque ellos mismos no tengan estómago y sean una cabeza y dos manos mal unidas a un esqueleto andante. Si te muerden, te convierten en uno de ellos. A menos que te devoren, claro, y no haya nada con lo que levantarse.
La cuestión en la que no había caído y que me inquieta especialmente es que los zombis han sido aquellos que han sido atacados pero han muerto en paz. Los que han escapado pese a su bocado y se han tumbado a esperar pacíficamente la muerte. Esos son los que se convierten en amenaza.
Aparte del horror de los cadáveres andantes, el mundo zombi es inquietante porque es el perfecto negativo de nuestra muerte ideal. Lo que deseamos es terminar en la cama, rodeados de la familia, tomando el ultimo aliento tranquilos y tumbados. Los zombis nos dicen que hacerlo te convierte en un monstruo. Los zombis son la encarnación del vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver. No esperes una muerte tranquila y dulce. No quieres una muerte tranquila y dulce. Si lo haces, eres un problema para los demás.
Esto es lo que se llama un mensaje subversivo. Los zombis, en cierta manera, hablan de las residencias y de los viajes del inserso. Y te están diciendo que hagas puenting de una maldita vez.
Precioso poster para la exposición «Películas de Culto» que organiza Kevin Smith en la galería G1988.
Dan premios a quien acierte todas las alusiones que aparecen en el cartel. Como entretenimiento está muy bien, y la ilustración da gozo verla. Entretenimiento bonito y cool.
Vean también las obras expuestas en estas páginas: 1, 2, 3, 4, 5
Este es etarra fijo. Cóbrale el doble por la carrera.
El Santo es un dios de la subcultura mexicana. El gran icono de la lucha libre enmascarada. El tronco seminal del que salen las payasadas del Pressing-catch y las musicales y bizarras luchas sudamericanas (de las que les hablaré, espero, en el futuro).
La cuestión es que el hijo del Santo ha decidido mantener vivo el espíritu de superhéroe de su padre (que protagonizó películas tebeos, fotonovelas y lo que puedan imaginarse) y cumplir sus mismos preceptos: defender el bien, no quitarse nunca la máscara, etc.
Este perfil histórico y bien conocido de El Santo es un problema por estas tierras. Su visita a España ha resultado de lo más accidentada. Miren qué hermosa estampa cuando la policía ve al Santo cruzar por Madrid en moto:
«Ya rumbo al centro, la policía se percató de una moto tipo Harley en la que viajaba un hombre enmascarado que, para acabarla de fastidiar, llevaba mal puesto el casco.
Esto puso en guardia a los agentes, en una ciudad en la que está decretado el estado de alerta máxima por las amenazas de la banda terrorista vasca ETA. Los policías ordenaron que los dos mexicanos descendieran de la moto y cuando vieron al Santo con la máscara puesta lo miraron sospechosamente pese a que su plateada máscara no tiene nada que ver con la capucha blanca que usan los etarras.»
Hombre! Claro! Los de la ETA van con máscaras plateadas… para no llamar la atención. Es el modo de pasar desapercibidos.
(Nótese el precioso detalle del redactor mexicano de la noticia que, para explicarse la situación, supone que igual que el santo va siempre con su máscara por la calle, en España los etarras deben ir con la capucha todo el dia. )
Pero al Santo le llovieron palos por todas partes. De hecho iba en moto porque el taxista que le cogió en el hotel le chuleó y le dió vueltas por el centro para inflar el precio de la carrera:
“Quiero dejar bien claro que me encantó España, Madrid, donde no venía desde los 12 años cuando mi padre me trajo. Lo único que no me ha gustado es la mala educación de los taxistas, son unos mal educados. Ahora ya sé cómo se llamará mi próxima película: Santo contra los taxistas de Madrid«, dijo el Enmascarado de Plata mientras brindaba con agua.
El conflicto celtibérico con los iconos pop se sigue saldando con serios conflictos. Taxistas que timarían al mismísimo Mickey Mouse, y polis que inmovilizarían por vasco malo a Batman y a Robin. Como ven, en breve el cine chatarra mad-mex pondrá de villanos a los taxistas españoles. Ya tocaba.
«Elevar a la categoría del normal
lo que a nivel de calle es simplemente normal»
(Adolfo Suarez, 1976)
Notas de campo para sociólogos culturales del futuro:
«No sé si «Suicide club» se puede comprar «legalmente», si estará en descarga o en algún videoclub, pero sí que está doblada al castellano. Ah, y en Youtube estaba hasta hace poco en VOSInglés, colgada entera en varias partes (aunque es un poco penoso ver una peli así, ¿no?). Yo se la compré ayer a mi negro de confianza, el que se esconde detrás de un contenedor de vidrio al lado de mi casa. Los negros, no sé por qué, suelen tener en su manta basurillas de culto bastante raras y videoliendres directas a vídeo que no sé ni de dónde las sacan, mientras que los chinos sólo venden mierdazas palomiteras grabadas en cines mexicanos desde un móvil 1-G. Lo tengo comprobado. Mami, yo no sé lo que tiene el negro, pero nunca me falla cuando se trata de serie Z pirata.»
Sé que en las bibliografías del futuro no saldrán estos detalles sobre las distribuciones subterráneas y los topmantas. De modo que ahí queda para los universitarios de generaciones venideras.
Así que se pueden imaginar nuestra sorpresa al encontrar flotando en el Youtube este fan-trailer de una película inexistente que adaptaría ese tebeo a la gran pantalla. Viene de manos del malagueño Miguel Mesas.
Una pena, las voces. Pero atentos a los hombros del murciélago, muy fieles al original:
Slavoj Zizek resume la situación de Cataluña, describiendo la realidad de la Eslovenia en tiempos de la unión soviética:
«Había tres niveles de disidencia:
El primer nivel era: ¿Te permiten impartir clase?
El segundo nivel era: ¿Te permiten publicar?
El tercer nivel era: ¿Puedes encontrar trabajo en tu área de vivienda?»
Extraido de la película «Zizek!» (minuto 18),
sobre el pensador del que les hemos hablado aquí
En Cataluña, tanto
la universidad (y colegios y parvularios), como
las subvenciones (o aparecer en TV, o que puedas usar el teatro, etc…) y
el acceso al funcionariado
(los elementos directamente controlados por el estado)
funcionan preocupantemente así.
Y en los campos privados en los que el govern puede actuar su influencia, tres cuartos de lo mismo.