Composición de lugar: una cosa así, pero con topless
Ayer en la playa un conjunto de chicas discutían sus lecturas, que se centraban en libros -cito textualmente- «que me cuenten historias, no que me hagan pensar». Los cinco nombres que aparecieron en la tertulia fueron, más o menos en este orden, «la catedral del mar», «la sombra del viento», Jorge Bucay, Paulo Coelho y Harry Potter. La alineación, como ven, es la que es, porque somos como somos.
A tres metros de mí y mi toalla, estas desconocidas se recomendaban lecturas que ellas mismas reconocían no haber disfrutado («a mí, es que leer, no me emociona», es otra frase textual). Para qué recomiendas algo que no te apasiona, es algo que no entiendo. Igual porque recomendar libros, en los círculos de estas chicas, es ubicarte un poco más arriba en la escala de importancia. Esta idea, a los lectores habituales, nos produce una inmediata repugnancia. Pero las pruebas eran abrumadoras.
Me giraba y ojeaba mi copia de «flor de farola» (desenterrada por este comentario) pero mi cerebro seguía escuchando esa defensa de los libros («un poco de autoayuda sí, pero no son de autoayuda», otra frase sic). La cuestión es que no me imaginaría mi papel si yo hubiera sido parte de ese grupo. Supongo que exactamente el mismo que tenía a metros de distancia: callarme y ver el percal.
Se van a reír, porque saco todo esto a colación para hablar de un grupo de rock.
Hay dos formas de hacer las cosas para que sean interesantes: hacerlas como las hace todo el mundo, pero mejor, o hacerlas como no las hace nadie. La segunda tiene una fecha de caducidad bastante rápida. La originalidad no está muy bien valorada, y el público general valora lo primero que les llega con esa novedad, aunque ese primero promocionado sea un plagio industrial. Creen que Harry Potter es original, que leer a Coelho les disimula del barrio chungo de los libros de autoayuda, que el bestseller de hoy es la narrativa sobre la que no es necesario construir ni desarrollar porque al fin y al cabo leer no les emociona: es una cosa para dejar caer, como los nombres de los famosos que estaban en tal bar o en tal calle. Y nada más.
En la música, la cosa que hace todo el mundo es tener un grupo de pop con una guitarra (o dos), un bajo y una batería. Y cuando unos amigos montan un grupo de esos, sabemos exactamente cómo debían de sonar, y de inmediato reconocemos que son flojitos tirando a malos por cuánto se alejan de ese ideal.
El ideal de la guitarra-bajo-batería debería estar conformado por las copias promocionadas que inundan las radiofórmulas, y debería estar cerrado ahí. Una vez establecido el estándar, es muy difícil -si no imposible- hacer algo que guarde toda su forma pero a la vez lo eleve un nivel más.
Pues bien. Les invito a que escuchen el sublime disco «Grand Prix» de Teenage FanClub. Descarguenlo pulsando aquí.
Contra todo pronostico, Teenage Fanclub toman el estándar de la canción pop que quiere hacer todo el mundo, con la misma estructura que todo el mundo, con la disposición estándar, pero las hacer mejor que nadie. Hacen esa canción que creemos haber oido cientos de veces, con detalles que le dan una vuelta extra y nos demuestran que igual no es verdad que la hayamos escuchado.
Tal vez Grand Prix sería el disco que todas las personas a las que escuchar música no les emociona(*), se recomendarían unos a otros, sin saber que, al contrario que la mayoría de sus recomendaciones literarias, estarían repartiendo una obra que ha trascendido la copia hasta crear un nuevo listón.
Solo hay dos formas de sorprender: hacer las cosas de forma original, o hacerlas como todo el mundo, pero mucho mejor. Grand Prix es un ejemplo de lo segundo. Repártanlo en las toallas.
Mas de lo mismo, pero mejor.
Que es la única manera en lo que queremos más de lo mismo.
Los siempre sorprendentes Mil Pesetas hacen un concierto-conferencia-performance esta noche reivindicando las postales de vacaciones, ya en desuso por la electrónica.
Ya les hemos hablado del conjunto Mil Pesetas (que cambian de nombre según el leitmotif de la actuación; esta tarde serán Mil Timbrados) de modo que les remito directamente a que les vean en directo, al módico precio de tres eurillos, siguiendo las instrucciones de este suelto:
Pedro y Mayka Álamo, los intérpretes de las piezas, y candidatos a la Eurovisión de las faltas de ortografía
Por si todavía tenían dudas acerca de la profundidad del abismo musical en España, y del desprestigio de la educación nacional, aquí tienen la aportación de don Pedro Álamo Vaquera, que ha logrado unir ambas cosas.
Ha sumado los dos abismos y ha sacado uno con el doble de profundidad: las reglas ortográficas, en forma de canción. «29 Canciones con 128 reglas de ortografía y 128 videoclips». Es indescriptible, así que conecten sus audífonos y pulsen aquí.
Abisal. Si necesitaban el último sello para comenzar el apocalipsis, ahí lo tienen pero bien.
Y después de la cortinilla, colosos como Solzhenitsyn (no en la imagen)
En 1972, vía ese consumidor musical llamado Jose María Iñigo, había programas de máxima audiencia con sintonías del calibre de esta joya:
A ver quién tiene el coraje de encontrar hoy un programa de prime time con un encabezado tan glorioso como el Psyché Rock de Pierre Henry. Yo diría que vamos a peor.
Ya saben que, mientras la mayoría de los blogs pierden el trasero en comentar las novedades de la cadena sueca Ikea, en este humilde rincón nuestra preferencia en muebles se inclina definitivamente por los zaragozanos Muebles Rey. Pero no por la calidad o la estética de sus productos, sino por sus tremendas campañas celtibéricas, que hemos repasado en esta entrada -que recorría el histórico- y en esta otra.
Para promocionar las rebajas de este año, y siendo consecuentes con la trayectoria que hemos venido narrando, han optado por el eslógan «ofertones de la Pradera«.
La figura, no podía ser de otro modo, es el colosal Chiquito de la Calzada, rebautizado como Chiquito de las Rebajas.
El punto celtibérico diferencial de este año lo encontrarán en su portada. Les he colocado el Flash gemelo, pero desde aquí no pueden escucharlo; deben acudir a la portada de mueblesrey.com. En la película flash, encontrarán un link con el texto «actuación exclusiva». Lo que escucharán tras pulsarlo es, estrictamente, la versión internáutica de las casetes de humor de gasolinera.
Un revival necesario que, como es tradicional, las personas con miras cortas verán como una paletada, porque necesitan que estas resurrecciones las hagan las revistas de tendencias con un guiño irónico patrocinado por una cara marca de zapatillas deportivas. Espero que no sean tan cortos de mollera y lo vean como lo que es. Un nuevo paso para seguir abundando en la publicidad celtibérica y en el entertainment «de toda la vida» como forma de destacar en el competido -o apisonado, según como vean Ikea– mundo de la venta de muebles.
Una cosa monumental. Y la frase «vengan sin miedo, que nadie les va a quitar el monedero» es digna de grabarse en cobre y ser colocada en todas las tiendas de la cadena.
Para escucharla, acudan a la portada de muebles rey. com siguiendo este vínculo y pulsen «actuación exclusiva» en la ventana que tiene el aspecto de la imagen de abajo.
Un saxofonista que hace solos con los instrumentos más inesperados
«Pep Pascual que nos deleitó con alguna de las piezas mas impresionantes; en plena cortina de sonido llevaba la voz cantante desinflando un globo, soplando pajitas de refresco y cambiando las notas a base de cortarla con una tijeras, o una batería de timbres ding dong de puerta.»
Este fin de semana estuve en Francia, asisitiendo al homenaje de un torero francés fallecido. Su hermano mayor leyó a Lorca en escena y en Francés. Delante, el público tenía una sólida mayoría de personas con canas, sección pelo completamente blanco. Del tipo que, tradicionalmente, es poco permeable a las innovaciones juguetonas.
Ese público aplaudía entregado pidiendo un bis de la actuación del dúo Enric Casasses-Pascal Comelade. Poesía más piano de juguete. Pero lo que les había llevado a dejarse las palmas pidiendo unos minutos más no era ninguno de estos nombres que aparecían en el programa.
El que les había seducido hasta la médula era el extraordinario Pep Pascual, que les había desplegado unos solos de sierra con arco, de campanas de mano, de trompetillas de feria, y, sobre todo , de -como mentaban arriba- pajitas de refresco que iba cortando para conseguir notas progresivamente más altas.
Pese a que le había visto repetidamente en Barcelona, con este mismo espectáculo y alineación, Con Comelade y Roger y el Gran Oriol Luna, Pascual simplemente resplandecía. En un ambiente estirado y formal y con cuerpo de documental de canal arte, las cuchufletas y los martillos de feria y los monos de plástico fueron reyes.
Pep Pascual es grande. Y alguien tiene que decirlo.
Pueden visitar su web en Tot Bufant (juego de palabras entre «todo soplando» y «en un plis plas»).
Esa letra hay que cambiarla. Y esa falda, hasta las rodillas. Buenas tardes.
Fiesta. Botellas de licor y vasos de plástico y cubitos que ya comienzan a escasear. Luces de colores, pasándolo bien. Mucha gente en el centro del salón, trenzándose los pasos con coreografías. Suena una canción conocida. Algunos tararean las frases iniciales, pero unos cuantos se reservan para la explosión común en el estribillo. Entonces todos gritarán la misma frase como un mandala de diversión.
Llega el estribillo. Manos y vasos en el alto. «Para hacer bien el… »
Algo falla. Se dispara un momento de confusión precioso en el que la letra que sale de tus labios y la que sale por los altavoces no encajan. Tus labios dicen «para hacer bien el amor», pero en los bafles Rafaella dicta «para enamorarse bien».
No tiene sentido. En los tiempos actuales no se entiende que haya una versión censurada que suprima expresiones como «sin amantes». Y lo que afloran son las carcajadas. El viejo recuerdo de la censura deja de ser un fantasma y se convierte en un argumento de diversión, un chiste de fiesta, un guiño a eso que se piensa pero no se dice.
La única utilidad de las versiones mojigatas es que suenen cuando todos los asistentes tienen la versión dura en la cabeza. El cortocircuito de lo correcto pierde su voluntad de control y se convierte en un chiste bajomano.
Aquí en una imagen que incluye la revista Interviu en todos sus recopilatorios
Tuve la suerte de verle actuar ante una marea de gente en el interpeñas de Zaragoza en 2005. Tenía todo el show memorizado, automatizado, con los chistes autoinsultándose (por feo, por bajito,…) repartidos meticulosamente.
Actuó frente a 25.000 personas. Y no había nadie más en el cartel. Se comió el escenario. Lidió un toro tremendo y salió por la puerta grande.
Pero, eso sí, no tuvo coraje de cantar «la mandanga«. Eso fue imperdonable.
Hoy Jose Luis Cantero («ese Fary») ha muerto a los 70 años vencido por un cáncer de pulmón.
Como despedida a este monstruo (tomenlo como deseen):
Letra aquí. «Por si saben lo que es.»Actualización: XCar Malavida nos recuerda que los colosales Faemino y Cansado ya habían hablado de la muerte del Fary en su inolvidable serie «El orgullo del Tercer Mundo». Video Aquí.
Y aprovechando que XCar ha asomado la cabeza, pasen por su tienda de tebeos y agénciense el comic «El Richal: Soltero y Metalero». Más datos aquí.
Actualización 2: Estrellita mutante ha colgado una actuación de El Fary cantando La Mandanga. Video Aquí.
Ya se que siempre les aviso de las cosas sin tiempo, y que muchos leerán esto demasiado tarde. Pero si no lo suelto reviento. Ayer viernes asistí a un espectáculo de danza im-pre-sio-nan-te.
Yo de danza tengo poca o ninguna idea y los espectáculos de baile en general los soporto más que los disfruto. Este no. Este ha sido tremendo. Una hora entera completamente absorbido por lo que pasaba en escena. La única metáfora que se me ocurre es decir que me ha pasado como si hubiera sido mi primer concierto de rock. Y suponiendo que nunca hubiera visto el rock por la tele.
Ayer sábado me dieron un soplo y me insistieron y me insistieron y cogí un cercanías y me planté en Sabadell para verlo. Hoy soy yo el que les da a ustedes el soplo, y les insiste, y les insiste.
Sabadell. Hoy Sábado, último día. Entrada Gratis. 20:30 en L’Estruch. En serio. Viajen y véanlo. No puedo insistir suficiente.
Este blog vuelve de su letargo, después de perderme una temporada por la península italiana, en unas vacaciones de mochila y cuesta, en las que, en palabras de Ortega y Gasset, «las catedrales y los castillos eran las piezas mayores que nos cobramos».
Estaba en esas, tirado en una cama de sucesivas pensiones, mirando una televisión que nunca esperas en las habitaciones baratas, cuando apareció este videoclip del grupo musical italiano subsonica:
Me pareció una estupenda metáfora de las vacaciones, tal y como las entiendo. El videoclip quiere ser un video de vacaciones, un reflejo de periplo cámara en mano, dispuesto a ser recalentado cuando peinemos canas. En ese video una pareja está de vacaciones a Praga mientras se desencadena algo similar al fin del mundo.
Fuori e’ un giorno fragile
Ma tutto qui cade incantevole come quando resti con me
Pero pese a que el mundo termina, pese a que de alguna manera les rodea el apocalipsis, ellos continúan sus vacaciones, y se hacen retratos junto a meteoritos incandescentes y toman como truenos los cristales que explotan del «Ginger y Fred» de Frank Ghery y Vlado Milunic.
Cuando el apocalipsis te coge en casa, tu mundo se derrumba. Cuando te coge fuera, es parte del decorado ajeno («alieno») que te rodea. Es un extraordinario sobre lo extraordinario. Las vacaciones están por encima del desastre. Cuando el mundo termine, habrá alguien que mirará a cámara y sonreirá en el último momento grabable.