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Lunes, 17 de enero de 2011
Raul Sensato a eso de las 5:05 pm
Las Cruzadas no se han contado aún bien. Son una de las cosas más extravagantes que se han hecho en el planeta. Fueron un fracaso para los hombres y los pueblos que las emprendieron, pero, sin presumirlo, produjeron resultados magníficos para los hombres del futuro. El europeo tomó en ellas pleno contacto con la civilización árabe, que entonces llevaba dentro de sí la griega. Cuando los cruzados en resaca se retrajeron a sus glebas occidentales, arrastraron a ellas el légamo de la ciencia arábigo-helénica. Un torrente de nuevo saber penetra en Europa, en la Europa cristiana, mística, casi puramente religiosa y bélica, apenas intelectual, por lo menos, muy poco científica. Es la fecha en que rebrota dentro de la vida medieval el hontanar inquietante de Aristóteles -que es la ciencia como tal, la razón pura ya secas, lo otro que la fe religiosa. El cristianismo se encuentra entonces con este dilema: o dar la batalla a la ciencia con el intelecto religioso o integrar la fe con la ciencia aristotélica, o aniquilar al enemigo o tragárselo. Lo primero era imposible: el intelecto cristiano no había podido hacerse por sí mismo lo bastante vigoroso para poder luchar con la maravilla de la mejor inteligencia de Grecia. Sólo cabía la segunda solución: Alberto Magno y Santo Tomás adaptaron el cristianismo a la ideología griega; es la segunda helenización del espíritu cristiano. La otra, si se cuenta hasta San Agustín, tuvo lugar en su misma cuna; nace en medio de la cultura grecorromana y no tiene más remedio que filtrar hasta su médula elementos extraños. No es fácil imaginar dos inspiraciones más antagónicas que la cristiana y la griega. Sin embargo, aquélla no tiene más remedio que adaptarse a ésta, adaptarse desde su raíz misma. El cristianismo ha tenido en este orden un destino trágico. No ha podido hablar nunca su idioma: en su teo-logía -su hablar de Dios- el theos es cristiano y el logospredominantemente de Grecia. Y mirando las cosas con un poco de rigor se advierte que el lógos griego traiciona constantemente e inevitablemente la intuición cristiana. Para no citar sino lo más reciente, vea quien se interese en el tema el libro que hace unas semanas ha publicado lean Guitton con el título El tiempo y la eternidad en Plotino y San Agustín. El griego es ciego para el trasmundo, para lo sobrenatural: el cristiano, por su parte, es ciego para el intramundo, para la naturaleza. Y el cristiano tiene que hacerse explicar lo que él ve pero no puede decir, por el griego, que está ciego para lo que ve el cristiano. Casi, casi es el famoso diálogo en que el ciego pregunta al tullido: «¿Cómo anda usted, buen hombre?» y el tullido responde: «¡Como usted ve, amigo!»
Ortega y Gasset, En torno a Galileo, 1933
Miércoles, 14 de enero de 2009
Raul Sensato a eso de las 8:17 am
Si toman la conferencia ConspiraPop,
le suman nuestro interés por el pop bastardo,
le añaden nuestras discusiones sobre la religión y sus intermediarios
y agitan la coctelera para que la mezcla tenga ritmo…
…vaya, que parece que han hecho el corte especialmente para nosotros.
Dj Lobsterdust les presenta «It’s fun to smoke dust»
(descarga directa en Popbytes)
(descarga desde la página del autor)
Reversos satánicos bastardos irónicos y bailables.
(Si tienen el oido entrenado para el inglés, lo disfrutarán en todo su esplendor.)
Martes, 13 de enero de 2009
Raul Sensato a eso de las 11:16 pm
Miguel Servet:
Una lección que a los maños nos gusta mucho sacar a la luz
pero que al parecer no tenemos nada aprendida.
El alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, se mostró a favor de la decisión de TUZSA de no admitir la campaña promovida por la Unión de Ateos y Librepensadores, que comenzó ayer en Barcelona con el lema ‘Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida’. El máximo responsable municipal calificó la iniciativa de «anacrónica». «Me suena como del siglo XIX. Eso de empezar a hacer manifestaciones de si usted cree o no cree en Dios, es algo que debe estar fuera del debate político. Carece de sentido», dijo.
del Heraldo de Aragón
Y luego que Zaragoza tiene fama de ultraconservadora y facha ( desde luego, la academia militar ayuda lo suyo a esa imagen, claro). Tanto pelear diciendo que los zaragozanos sabemos qué es vivir en el ahora… y nos viene lo que han podido leer arriba.
Censurar levantando las manos y diciendo que se es neutral. Los maños, que tanto mentan a Miguel Servet.
Un medio público -los autobuses- censura a su gusto lo que debería estar al alcance de quien lo pueda pagar. Y luego se quejan de que haya pintadas.
Un representante de la ciudadanía que dice que el tema religioso es una discusión anacrónica (¡anacrónica! ¿Qué periódicos lee este señor? ¿Se piensa que el conflicto de oriente medio es por el billar?), pero que no tiene el coraje de decir cuál es la solución de esa «discusión hace tiempo resuelta». Que no tiene nobleza para decir cuál es la verdad.
Qué sonrojante la posición del alcalde, representante de los zaragozanos. Causa el mismo pudor que dan esos oficinistas que se callan en los juicios en los que se acusa de acoso sexual al jefe. Se calla por miedo a no conservar su empleo. Y no se limita a callar, sino que se regala, porque hace ostentación de su silencio. El equivalente del antipaladín oficinista que se pavoneaba testificando «si es que se visten como golfas». Permitiéndolo, bendiciéndolo, compartiéndolo.
Estos son los anacronismos españoles, dice. Tapar las vergüenzas con el mantón del Pilar. Qué sonrojo.
Zaragoza, como toda España, es mariana (recuerden los asaltos en la guerra civil: «al hijo lo que queráis, pero a la madre ni tocarla»). Es mariana, sí. Pero si algo ha distinguido a los zaragozanos, es ir con la verdad por delante. A riesgo de que les llamen brutos. Jugar con las cartas levantadas.
La pilarica es un icono que no necesita ni mentir, ni amordazar a nuevos Miguel Servet. Es un icono que viene de la mentira, pero que es el nuestro. Como para otros los Centauros, o los Grifos, o Mickey Mouse, o Rómulo y Remo.
No requiere acallar consintiendo la injusticia. No requiere mentir diciendo «soy neutral» mientras se tapa la verdad y se consiente acallar a los sinceros.
Qué vergüenza. Se acabó la nobleza baturra. Ahora, al decir que soy maño, me colocarán con estos.
Más entradas sobre el tema
Miércoles, 16 de julio de 2008
Raul Sensato a eso de las 4:56 pm
Camino, la nueva película de Javier Fesser.
Un ataque a la línea de flotación de los fanáticos religiosos españoles.
Atentos al estreno, que habrá lío.
(Por si no lo recuerdan, Javier Fesser fue el director de El Milagro de P.Tinto y de La gran aventura de Mortadelo y Filemón).
Recuerden. Lo vieron primero aquí.
Viernes, 24 de agosto de 2007
Raul Sensato a eso de las 12:52 pm
este es el decorado de nuestra historia
En La Vida de Brian, una de las muchas cosas que el equipo de los Monty Python captó bien fue la extrema rapidez con la que puede comenzar un nuevo culto religioso. Puede brotar casi de la noche a la mañana y ahí quedar incorporado a la cultura, donde juega un dominante e inquietante papel. El «Culto a la Riqueza» de la Melanesia del Pacífico y Nueva Guinea proporciona el ejemplo más famoso de la vida real.
Los isleños notaron que las personas blancas que disfrutaban de [las maravillas tecnológicas posteriores a la segunda guerra mundial] nunca las habían hecho por sí mismos. Cuando tenían cosas que necesitaban reparar, las desechaban y otras nuevas llegaban como “carga” en barcos o, más tarde, aviones. Nunca se vio a ningún hombre blanco hacer o reparar algo, ni, efectivamente, hacer nada que pudiera reconocerse como trabajo útil de cualquier clase (estar sentado tras una mesa barajando papeles era, como es obvio, algún tipo de ritual religioso. Evidentemente, entonces, la “carga” debía ser de origen sobrenatural.
Esta lógica aplastante creó cerca de veinticinco cultos paralelos e independientes en Fiji, en las Islas Salomón y en Nueva Guinea. Fíjense particularmente en este que se centra en la figura mesiánica de John Frum, uno de esos blancos que hacían brotar maravillas de la nada a modo de maná. Su fe se vio refrendada cuando
llegaron tropas norteamericanas, que incluían hombres negros que no eran pobres como los isleños, sino tan llenos de “cargo” como los soldados blancos. Una excitación salvaje invadió la isla. El día del Apocalipsis era inminente. Todo el mundo se preparaba para la venida de John Frum. Uno de los líderes dijo que John Frum vendría de América en avión, y cientos de hombres comenzaron a limpiar el bosque en medio de la isla para que el avión pudiera tener una pista de aterrizaje en la que tomar tierra.
La pista de aterrizaje tenía una torre de control de bambú con “controladores aéreos” llevando auriculares falsos hechos de madera. Había también aviones falsos en la pista de aterrizaje, actuando como decorados, diseñados como señuelo para atraer el avión de John Frum.
La más alta autoridad eclesiástica, un hombre llamado Nambas, afirmaba hablar de forma habitual con él por “radio”. Esta “radio” consistía en una anciana mujer con un alambre eléctrico alrededor de su cintura que entraría en trance y hablaría un galimatías, que Nambas interpretaría como palabras de John Frum.
Esta es básicamente la historia de la religión católica, el judaísmo, el Islam, y todas, todas las demás.
Merecen las mismas carcajadas, porque si una cosa les ha hecho gracia, las otras no difieren en nada.
Las citas están extraidas de «El Espejismo de Dios» de Richard Dawkins
(Espasa Calpe 2007, pags 221-224),
quien a su vez cita el libro «En busca del Paraíso» de Richard Attenborough.
(Continúa leyendo aquí…)
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Miércoles, 22 de agosto de 2007
Raul Sensato a eso de las 2:27 pm
Este tufillo a virgen maría debería haber servido para darnos cuenta
Indignado, oigan.
Pero indignado.
Llevo algunos días consumiendo ficción como un poseso. Tebeos, películas, libros, lo que pillo. En mi mesilla hay un pilón de revistas “El Papus” de los ochenta. En la estantería, un brazo de longitud en lomos de prestado. Antes de soltar hay que digerir, y el tiempo estival es más dado al sofá y el disco suave. De ahí que hace algún tiempo que esté en silencio. Estoy cargando el voltaje.
La cuestión es que en medio de este consumo frenético, me topé de bruces con un documental. Tenía dos versiones de él. Mis amigos de profesiones liberales decían que estaba muy bien. Mis amigos con formación científica me decían que no me acercara a él ni con un palo. El documental pretende ser de divulgación científica, y como había salido en un par de conversaciones recientes, procedí al visionado. El título de la pieza es “ y tu qué sabes”, o si traducimos el título original, “¿qué #$*! Sabemos del universo?”
Condensaré mi opinión en dos palabras:
Qué vergüenza.
No se acerquen a esto ni con un palo.
Como esa misma frase me llevó a acercarme al documental, que es precisamente lo que quiero evitar que les pase a ustedes, voy a proceder a explicar por qué este audiovisual es nocivo, mentiroso y torticero. Especialmente torticero.
Para ello, voy a dilatarme en un juicio que no he encontrado por la internet, y que considero necesario teclear. Así que en adelante, pese a que soy muy lego en la materia, voy a hablar un poco de física cuántica, de la visión de la física cuántica, y de cómo aplicarla de forma torticera. Va a ser un poco largo, pero es la única forma de que no quede algo telegráfico e incomprensible.
¿Por dónde empezamos? ¿Por la imagen de ciencia, por la mitología creada al rebufo de la cuántica o por la fijación por la lógica?
Empecemos por lo difícil: la física cuántica.
La física cuántica es un campo en el que los especialistas confiesan abiertamente que no entienden mucho. Es un ataque de sinceridad, pero no se lleven a engaño. No entienden mucho, pero entienden más que los legos. El célebre lema socrático “sólo sé que no se nada” es un canto a la persecución, al análisis y al descubrimiento. No es un ensalzamiento de la ignorancia. Que es una célebre trampa en la que caen los perezosos.
La clave de la física cuántica, en el discurso que pretendo transmitirles, la encontré en una entrevísta con el filósofo esloveno Slavoj Zizek, al que espero que recuerden. En una película-entrevista-discurso titulada “La realidad de lo Virtual”, allá por el minuto doce de cinta, hacía este juicio que creo que es poco conocido:
“¿Qué es la física cuántica? Fórmulas que funcionan, experimentalmente confirmadas, pero que no podemos traducir con nuestra experiencia diaria de realidad ordinaria. Esto es lo traumático de la física cuántica. Literalmente, no podemos entenderla. No en el sentido de que nosotros, los hombres comunes, los idiotas, no la entendemos, y solo un par de científicos pueden. Tampoco ellos pueden. En el sentido de que símplemente funciona, pero si intentas construir una ontología consistente basándote en ella, obtienes resultados sin sentido. Tiempo que va hacia atrás, universos paralelos,… Obtienes cosas que son simplemente sinsentidos en lo que respecta a la noción ordinaria de realidad”.
Este párrafo tiene muchas, muchas consecuencias que voy a intentar enumerar.
La primera: la física cuántica se construye sobre resultados puntuales, independientes, que sólo comprendemos en ese caso particular. No se pueden sacar conclusiones. Antes que nosotros, la comunidad científica ha intentado aplicar la lógica directa, consecuente, para seguir tirando del hilo, con resultados nulos.
Cada vez que al hablar de física cuántica hablamos de gatos que están simultaneamente muertos y vivos, de obras de teatro que pueden ser cualquier obra hasta que se alza el telón, de universos paralelos que se ramifican cada vez que nos tomamos o no nos tomamos un café… estamos recibiendo una explicación puntual, que sirve para que establezcamos en nuestra cabeza una idea menos abstracta que una ecuación. Pero lo importante es que no se pueden dar pasos subsiguientes. No se pueden extraer consecuencias. Esta es la mayor vergüenza del documental que nos ha traido hasta aquí. Dibuja universos paralelos y tira del hilo y miente de tal manera que se ruboriza hasta el celuloide.
Pero de los resultados cuánticos sí que se puede sacar una conclusión más genérica, que es mía y que no tengo herramientas para articular. La existencia de la física cuántica, esa forma de convertir en manejable mecanismos que escapan a nuestro cerebro, y que ha logrado que existan cosas tan reales como el transistor, el teléfono móvil o el ordenador con el que estoy escribiendo este texto, rompe a mis ojos una creencia común. De toda la vida, se ha pensado que las matemáticas son un subconjunto de la lógica. Las matemáticas son lógicas, consecuentes, y sus resultados en principio obedecen a las normas de la lógica.
Lo que infiere Zizek en su intervención es que la física cuántica muestra que las matemáticas permiten desentrañar procesos en los que la lógica no es aplicable. Hay una lógica profunda en las matemáticas que va más allá de la lógica consecuente y que nos permite retratar procesos, refrendados por la naturaleza, que son mentalmente inconcebibles.
Cuando el matemático Grigori Perelman resolvió el tercer teorema de Fermat (un interrogante que había superado las mentes de Einstein, de Newton y de todos los grandes matemáticos de la historia), hizo en una entrevista un retrato de cómo funciona el proceso matemático: estás en una habitación a oscuras y con mucho cuidado vas tanteando. Poco a poco descubres que aquí hay una barra vertical, y ahí hay un agujero, y al fondo hay un círculo. Más adelante te das cuenta de que esa barra vertical es parte de una mesa. Que el agujero tiene una puerta. Que el círculo es blando y fibroso. Y en el gran día en el que todo hace click, es como si encontraras el interruptor de la luz. Y entonces ves claramente, la forma de la mesa, la marca del horno microondas y el dibujo de la alfombra circular. En la física cuántica, no se ha dado ese click todavía. Y mientras tanto, no sabemos si cada barra vertical que encontramos es parte de una escoba, o de un pilar fundamental para la estructura.
De modo que mi vergüenza absoluta ante el audiovisual que me ha traido hasta este teclado tiene la misma base que las carreras unversitarias que se autodenominan “ciencias de” sin ningún fundamento. Que consideran la palabra “ciencia” simplemente un galón, y no un monumento al desarrollo humano consecuente. La química y la física y la astronomía no tienen ningún punto en común con las mal llamadas ciencias de la información.
Piensen en los jabones que dicen “científicamente probado”. Y preguntense –porque es lo crucial- qué es lo que se ha probado. ¿Que el jabón está ahí? ¿Que limpia? ¿Que no se desmenuza con el uso? ¿Qué es, por ejemplo, un kiosko centíficamente probado? ¿Arquitectura? ¿Volumen de ventas? ¿Higiene de los kioskeros? Lo esencial es la determinación, la exactitud, y todo lo demás son fruslerías.
Y de igual manera que los religiosos aceptarían encantados estudios en los que la gente que recibe oraciones se cura más rápido que aquellas por las que no reza nadie (el estudio existe: véanlo en el excepcional libro “el espejismo de Dios” de Richard Dawkins), este documental da a entender que las adivinaciones y la autoayuda y todo el material que aparece en la televisión de madrugada está refrendado científicamente por la física cuántica.
Ese es el tipo de mentiras que no soporto.
El usar la ciencia como galón para defender la fé y los engañabobos.
La trampa es tan simple como el timo de la estampita. Presentas unos resultados de física cuántica cuya forma de expresarlos es necesariamente una metáfora desorbitada (no hay otra forma de narrar los procesos cuánticos). Luego haces una aserciones que por lógica son consecuencia directa de lo que demuestra la ciencia. Y a partir de ahí, tienes campo libre para convencer (léase demostrar, en la versión enferma y cutre del término) de cualquier idea enloquecida sobre el tao, el chi, el fengsui, la resurrección de cristo y la santísima trinidad.
Esto es una vergüenza. Y espero que esta larguísima entrada sirva para aclarar las ideas en este sentido.
Era un trabajo sucio, pero alguien tenía que hacerlo. Espero que comprendan que haya tenido que hacerlo largo.
Tengan cuidado con lo “demostrado científicamente”. Y mantengan alerta, no sólo sus mentes, sino también las de los demás.
Actualización: adivinen quién ha producido y pagado la película!!
Jueves, 18 de mayo de 2006
Raul Sensato a eso de las 12:05 pm
autorretrato de pan (Titas- titas)
El filósofo Gustavo Bueno lo ha repetido en bastantes ocasiones, pero desde que me concedió cuatro horas de entrevista y lo dijo delante mío, no he podido olvidarlo. Cuando él colaboraba en el programa de televisión “Tribunal Popular”, se quejaba del rótulo sobreimpresionado de “Gustavo Bueno- Filósofo”. Bueno argumentaba que todos somos filósofos; unos estoicos, otros cínicos, pero que decir que era filósofo era como no decir nada.
Don Gustavo, en la herencia de Hesiodo, quería que el rótulo rezase: “Gustavo Bueno- comedor de pan”. No es ninguna tontería:
“me piden una definición del hombre, por ejemplo, y yo encuentro la más adecuada en Hesiodo: «el comedor de pan». Entonces les parece una barbaridad sin reparar en lo que ese hecho de comer pan implica culturalmente: conocer el fuego, ser agricultor, experto en ciclos de la naturaleza, etcétera, etcétera.”
Gustavo Bueno hablando aquí
El pan tiene, por tanto, dos lecturas desde dos perspectivas. A un lado están los creyentes, que ven el pan como algo natural, como un maná caido del cielo, el pan nuestro de cada día, el límite de la austeridad y también de la caridad, el vivir a pan y aguia.
Al otro lado, está el hombre de ciencia, que ve que el pan es una creación humana, algo que no existe en la naturaleza, construido no sólo con un conocimiento importante de su entorno sino con un extra de creatividad que sólo puede poner él. El pan es, desde este punto de vista, sinónimo de civilización: conocimiento y enriquecimiento. El escalofriante documental de Luis Buñuel sobre Las Hurdes se tituló precisamente Tierra sin Pan, y el título explica perfectamente el patético contenido del metraje.
Todo esto me ha venido a la cabeza mientras observaba las piezas de pan de la artista chilena Constanza Puente. Figuras de pan que se abandonan para pudrirse, una metáfora de la vida y no de la creación. Su obra es, por tanto, religiosa, y sólo se comprende desde el punto de vista religioso, de lo que significa el pan para esta perspectiva. Su autorretrato sentado en un banco que es devorado progresivamente por las palomas es tan inquietante como el teléfono de pan, que pretende ser tecnología de pan, pero no el pan como tecnología, como lo defienden Buñuel y Bueno.
El pan es un medio, pero tambien es un mensaje. Es un material pero es un canto a lo mejor que ha hecho el hombre. Los tontos dicen que “Pan con pan, comida de tontos”. Más que tontos, son creyentes.
Bola extra: si sólo tienen que leer un texto breve de Gustavo Bueno, lean este. Se lo ruego.
¿Cómo dice que quiere la masa? (esta pieza se llama precisamente «pan de cada día»)
Lunes, 28 de noviembre de 2005
Raul Sensato a eso de las 12:15 pm
Extraido del diccionario de la Real Academia:
lego, ga. (Del lat. la?cus, y este del gr. ??????, popular). 1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s. 2. adj. Falto de letras o noticias. 3. m. En los conventos de religiosos, el que siendo profeso, no tiene opción a las sagradas órdenes. 4. f. Monja profesa exenta de coro, que sirve a la comunidad en los trabajos caseros.
Se entiende, en consecuencia, esta página: la biblia contada con piezas de lego.
En la imagen, la torre de Babel, una bonita historia que muestra que los idiomas se inventaron para separar y para retrasar la evolución.
A los de ciencias nos revientan las guerras de los de letras. Sean por curas o por nacionalistas o por patriotas, que históricamente han sido primos hermanos. No nos gustan sus materias obligatorias de educación. Preferimos un futuro con gente que suma, a uno con gente que sabe identificar un complemento directo en el idioma que decide el que gestiona sus impuestos.
Antes que clases bajo castigo, preferimos estas fotonovelas de juguete. Cuatro categorías: desnudos, contenido sexual, lenguaje ofensivo y violencia. Sirven para reír por no llorar.
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