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Viernes, 26 de septiembre de 2008
Raul Sensato a eso de las 9:58 am
Lecturas de fin de semana: las imbatibles e inmarcesibles Greguerías de Ramón Gómez de la Serna.
Entre ellas, la que sirve de título para esta entrada.
La misma página ofrece ilustraciones del autor, como las que aquí incluimos, por que las Greguerías no sólo fueron palabras.
El humor, la poesía evocadora y las verdades profundas se mezclan hasta no distinguir la sublimación de la carcajada. Y eso es lo que las hace grandes.
Jueves, 18 de septiembre de 2008
Raul Sensato a eso de las 1:46 pm
Cuando yo estaba en sexto curso había un muchacho en quinto al que todos llamaban Ippy. (…) Era precoz, inteligente y popular. (…) Pero entonces Ippy pasó a sexto. Y de repente, y sin ninguna razón aparente, todo el mundo decidió que le odiaba. Durante los dos años siguientes, Ippy fue atacado a diario sin piedad. (…) ¿Cómo fue posible que todo el mundo se pusiera de acuerdo en algo que nadie podía justificar?
(…)
Así funciona la cultura: te convences de que compartes algo que además no existe. Todos los días, programas de TV como Access Hollywood obligan a dos millones de amas de casa a preguntarse a quién le importa con quién se ha acostado Lindsey Lohan. ¿Y sabes cuál es la respuesta? Prácticamente a nadie. (…) Pero aun así es algo que tienen que saber. Eso se debe a que todas esas personas se interesan muchísimo por otra cuestión: les preocupa la posibilidad de que todo el mundo sepa algo que ellas ignoran. Y ese es el mismo miedo que me hizo odiar a una persona tan absolutamente amable de 1985 a 1986.
Chuck Klosterman, en Pégate un tiro para sobrevivir.
Ed. Mondadori, 2006.
Págs 79-81
Martes, 16 de septiembre de 2008
Raul Sensato a eso de las 3:27 pm
Pulsen en ambas para ampliar.
Agradecemos a los señores de Polti el higiénico uso de bordados con puntillas.
Lo recordé al ver
el logo del restaurante aquí
Miércoles, 10 de septiembre de 2008
Raul Sensato a eso de las 11:45 am
Tengo un problema con los anuncios generacionales. Tengo un buen número de amigos que los celebran como si fueran goles marcados en la prórroga. Mi problema principal con estos anuncios (por ejemplo, «cha-val») es que suponen (o peor, «se supone») que tengo que celebrar cosas sobre las que no tengo ninguna responsabilidad. Cosas que sufrí porque me las llovieron.
Puestos a celebrar cosas que no dependen de uno, prefiero que me digan «fuiste la primera generación que tuvo trasplantes de médula» a «llevaste pantalón pitillo». La diferencia es abismal. En el segundo grupo, tenemos la ILUSION de que lo hemos elegido nosotros.
La elección personal, puestos a separarla con un cuchillo fino, se concentra en ignorar la pregunta «qué es más caro». Por ejemplo, si nos dan la opcion de entrar en un quirófano «con herramientas esterilizadas o sin esterilizar», la pregunta «qué es más caro» no entra en la ecuación. A menos que seas uno de esos idiotas que utilizan ese baremo para todo en la vida.
Que es una forma, que quede claro, de no equivocarse: limitarse al valor económico e ignorar lo demás, es el ancla de seguridad de las personas sin opinión.
Lo que nos lleva a las cremas con caviar.
Los productos de belleza destacan la presencia de caviar o de chocolate y esconden la de presencia de orina y/o semen de animal, que al parecer son frecuentes en los productos de belleza.
Para entendernos, el caviar hace más guapa porque es más caro. De la misma manera que una operación con instrumentos SIN esterilizar es mucho más sana… siempre y cuando usar instrumentos sin esterilizar sea más caro.
Los telediarios muestran, con una frecuencia admirable, los tratamientos de belleza, ya no con caviar y chocolate, sino con diamantes y oro, con un método espectacular que consiste en -atentos- dejartelos sobre la espalda un rato.
El alquiler del contacto con las piedras preciosas y los metales nobles es sin duda el extremo de la inconsciencia generacional.
Así que esa es la duda. No sé si mi generación puede lucir haber decidido algo. En general, las decisiones se orientan por el ostentar. Y espero la retransmisión continua de espacios audiovisuales inflandonos de ego diciendo «fuisteis la generación que pagaba por tocar un diamante con la espalda durante un rato». Esos sí fuimos nosotros. Pónganle música.
Lunes, 8 de septiembre de 2008
Raul Sensato a eso de las 2:10 pm
Ya casi nadie se acuerda, pero hubo un tiempo en el que en España la canción del verano fue contestataria. Antes que todos nos convenciéramos de que los temazos de agosto trataran sobre las barbacoas y los bichitos, durante un corto periodo la canción del verano fue un canto a la frustración y al (inminente: recuerden Reagan-Thatcher) apocalipsis. Era el fin del mundo, pero nos sentíamos bien.
Como ya les hemos contado en este blog, la diversión está por encima de la hecatombe.
Los bastiones principales del hit veraniego inquietante fueron el dúo italiano Righeira (Stefano Rota y Stefano Righi), cuya página web oficial muestra un impecable teletexto.
Los dos éxitos fundamentales de Righeria:
1) un retrato de lugares idílicos en las azoteas de las ciudades donde los modernos disfrutaban del lujo, rematado con el demoledor estribillo
Yo quisiera estar ahí
mas
no tengo dinero
2) un viaje a la costa en un mundo radiactivo donde, una vez desaparecidos los peces, solo quedaba agua fluorescente.
Aquí pueden ver los vídeos de estos dos temazos.
Fijense particularmente en la coreografía de Vamos a la Playa, que contra todo pronóstico se ha mantenido fresca y molona. Cantándole al reloj de pulsera (como ya hicieron antes Dick Tracy y luego Chiquito de la Calzada), practicando el célebre latigazo ochentero, y llevando la simplicidad al extremo mediante el congelado alternativo de los movimientos.
Les pongo un video extra al final para degustar más si cabe la simplicidad abrumadora del baile.
Hemos vuelto a Righeira en un ramalazo del Focoforo
que se está tornando un lugar fetén para las conversaciones del moderneo.
Miércoles, 3 de septiembre de 2008
Raul Sensato a eso de las 1:03 pm
Sé que no hay nada más aburrido que ver las imágenes de las vacaciones ajenas, pero supongo que de vez en cuando es bueno mostrar el lado humano. La imagen borrosa es un servidor botando en una rave organizada en un coliseo romano. En la otra, estoy cantando rancheras acompañado por un duo de cuerdas, con intérpretes de ambos lados del océano, y ambos lados del telón de acero.
En paralelo, hoy mismo aparece en el suplemento Culturas de La Vanguardia un texto mío sobre telerrealidad.
La semana pasada apareció otro del que estoy particularmente orgulloso.
No les avisé de su aparición, de modo que, compensando esta pausa veraniega, lo pego aquí abajo:
Terrorismo fashion
Raúl Minchinela
Al hablar de terrorismo hay que andar con pies de plomo. Es muy fácil herir sensibilidades, entrar en terrenos pantanosos y meterse en callejones sin salida. Aunque lo más exacto sería decir que hay que hablar del terrorismo con cautela… ahora. Hablar a la ligera de la tragedia sólo se acepta cuando está lejos en el tiempo, cuando se han curado las heridas, igual que se puede bromear sobre la enfermedad cuando el paciente está sano. El conflictivo humorista Lenny Bruce lo condensó de esta manera: «La comedia es tragedia + tiempo. Dale tiempo suficiente, y te permitirán satirizar la tragedia».
Un ejemplo paralelo al terrorismo que pone las cosas en perspectiva es el de los piratas: implacables marineros que escapaban a las leyes, que se resistían a las fuerzas del orden, y que perpetraban asaltos, asesinatos y violaciones en su caza del botín ajeno. Los piratas son ciertamente una imagen del terror, con sus espadas manchadas de sangre y sus cuerpos arrojados en alta mar. Pero hoy las bibliotecas infantiles ofrecen libros sobre piratas, las ferias divierten con las atracciones de «Piratas del Caribe», y no falta el niño que se viste de asesino marino para carnavales. Una sociedad no es igual que un paciente, y es difícil es averiguar cuándo está sana, es decir, cuándo empieza a ser lícito hablar a la ligera de la tragedia. Pero el proceso, pongamos el momento donde lo pongamos, va a suceder, más tarde o más temprano.
En Europa está arrasando el expolio estético del terrorismo de extrema izquierda. Es un proceso muy llamativo porque, mientras en Europa la internacional terrorista es una cosa del pasado, en España seguimos teniendo a flor de piel el problema de ETA, que comenzó en la misma época y con una notable proximidad ideológica. Así, encontramos extraordinariamente chocante, por ejemplo, el reportaje de moda de la revista Tusse Deluxe que reconstruía el secuestro de Hans-Martin Schleyer, con modelos que lucían ropa de Diesel. Es parte de la fascinación que existe sobre el grupo terrorista Fracción del Ejército Rojo, también conocido como Baader-Meinhof. El entorno fashion celebra el modelo de gafas RayBan que usaba Andreas Baader, y luce en la camiseta el logo de la RAF: una estrella roja con una ametralladora Heckler&Koch MP5 cruzada. Los coleccionistas compran a precio de oro los carteles de busca y captura, hay obras de teatro y películas sobre la banda, y el relato novelado del romance Baader-Ensslin es un éxito editorial. Astrid Proll, una de las pocas activistas vivas tras los sospechosos suicidios de los miembros, no da abasto en conferencias, exposiciones y publicaciones sobre la banda. El terrorismo, de moda, y como moda.
El fotorreportaje de TD, para los alemanes con canas, es como si nosotros viéramos una sesión con ropa de Zara en la que los modelos reconstruyen el secuestro de Ortega Lara o Miguel Ángel Blanco. Pero para las generaciones que van a lucir esas prendas, alude a un proceso superado, porque la banda ya no existe. Ahí está el recientísimo anuncio de Lancia Musa en el que Carla Bruni, actual presidenta de Francia, hace explotar una limusina. Imaginen un anuncio con coche bomba detonado por Sonsoles Espinosa. El terrorismo desarticulado está disponible para reconvertirlo en entretenimiento, y particularmente, en moda. La estética de mala espina es también estética, y el mundo de la imagen está obligado a rapiñar cualquier idea.
El ejemplo extremo lo tenemos en un grupo de estetas ingleses bautizados con el impecable nombre de Prada Meinhof -que suma glamour y asalto, igual que el nombre del cantante Marilyn Manson-. Su página web, que luce una granada de mano de la que sale un pintalabios, reformula para los modernos la frase de Lenny Bruce: «La historia se repite, primero como tragedia, luego como moda». En Prada Meinhof, el terrorismo fashion no es un destello puntual en forma de gafas o logos o reportajes: es el propósito de raíz, la causa central, el leit-motiv.
A la postre, una constante de la moda son chicos buenos vestidos de niños malos.
Lo que nos enseñan los libros infantiles con piratas y las modelos luciendo ropa de la Fracción Roja es que, nos guste o no, más tarde o más temprano, veremos en las pasarelas y los escaparates camisetas rosas con el logotipo de ETA confeccionado con lentejuelas. El terrorismo fashion es un proceso imparable, y Prada Meinhof nos invita a asimilarlo cuanto antes. Tal vez es al revés; tal vez no hay que esperar a superar la enfermedad para poder reír, sino que el momento en el que te ríes es el momento en el que empiezas a estar sano.
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¿Algún comentario? Aquí abajo.
Jueves, 31 de julio de 2008
Raul Sensato a eso de las 8:47 am
Mientras este blog se toma un paréntesis veraniego, les dejo un buen montón de lectura moderna, divertida y provechosa:
“El Mondo Brutto ha sido (y es) toda una institución cuya influencia contagia los más diversos ámbitos de la cultura popular de nuestro país. Irreverentes, estilosos, subversivos cronistas y obsesivos exegetas de la cultura trash, nadie puede negar lo merecido del estatus que gozan”.
de Karpov
Mondo Brutto viene siendo en los últimos años el principal referente de la cultura alternativa en España. Pero MB es mucho más que eso: sus autores han sido capaces de crear no sólo un verdadero estilo literario, sino una forma tan inteligente como insólita de mirar la sociedad y el mundo que los/nos rodea, con aportaciones tan fundamentales como la difusión del concepto de lo “bizarro” (en el sentido anglosajón de bizarre, o sea, raro, estrafalario), una palabra extendida hoy entre la gente progre y snob (cabe sospechar que para irritación de los propios redactores de MB).
de Futuropasado
Mondo brutto es, sencillamente la biblia. TODO lo que sale es interesante y NADA sale en ningún otro medio. ELLOS fueron (y son) los primeros.
de Lluis en SinButaca
Con estas citas introductorias, les invito a la lectura compulsiva de números antiguos de Mondo Brutto, disponibles en la red gracias al escáner de Frunobulax.
Los pueden descargar en esta página. Casi veinte números, nada menos.
Luego, acudan a sus tiendas y compren los de años subsiguientes, porque toda persona de bien debe leer Mondo Brutto.
Bola extra: Que yo sea colaborador de Mondo Brutto desde hace un lustro, no es impedimento para decir abiertamente que ninguna otra revista me ofrece tanto como lector. Insisto: ya tienen lectura de verano. Zapeen a gusto entre los ejemplares.
Lunes, 30 de junio de 2008
Raul Sensato a eso de las 11:50 pm
1) Alejense del TDT. No, en serio. Cuatro segundos son un mundo en las retransmisiones en directo. Un mundo. Las personas que veían los partidos a través de TDT oían por la ventana a los vecinos gritar gol cuando el lateral aún estaba preparando el pase. El directo y el descodificador no se mezclan bien. Tanto vender las bondades del digital y encontrarte con esto. Para hacérselo tragar a los impulsores. Aparato por aparato.
2) Qué alegría da ver cómo celebran las cosas en Cáceres. Los cacereños de fiesta son unos colosos. Las celebraciones deportivas en Madrid o Barcelona o Valencia son habituales. Pero Cáceres… ¿qué celebra Cáceres? Sin equipo de éxito… Y sin embargo, en el telediario eran la escala patrón de la diversión, así, con apenas cuatro segundos en antena. ¿Cómo podemos permitir que los grandes de la celebración no celebren? Hay que repetirlo como sea. O plantar un equipo campeón allí. Tenemos que aprender a celebrar. Que tenemos prestigio fuera como señores de la fiesta (la prensa internacional ha cubierto el tema con admiración), pero hay diferencias. Denle cancha a los buenos. Cáceres son los líderes del celebrar en la calle. No podemos dejar ese activo de brazos cruzados.
3) La autoorganización por sms está sobrevalorada. La gente en Barcelona tomó las calles con las banderas al aire ocupando todas las avenidas, sorteando las furgonetas de policía que cortaban el camino hacia el aparcamiento en los lugares céntricos. No había un lugar de reunión prefijado, así que los que iban en coche se fueron a Plaza de España, mientras los peatones y los motociclistas se apiñaban en las Ramblas. En la reunión céntrica, la de la fuente de Canaletas, mientras los turistas sacaban fotos, comprobaba con asombro que se puede ligar repetidamente con una bandera atada al cuello. Al menos, uno de los asistentes lo hacía con una facilidad pasmosa.
(Nota al margen sobre la celebración barcelonesa: el lunes siguiente, la televisión autonómica catalana dedicaba toda una sección del programa de sobremesa «el club» a dilucidar si celebrar los éxitos de la selección nacional entraba o no en el canon de catalanidad, sea lo que eso significa. No se sorprendan; su voluntad de establecer el canon les ha llevado en el pasado a hacer cosas tan asombrosas como machacar por antena que los ciudadanos llaman a la basura de una forma inapropiada. Porque las formas de hablar, para algunas mentes privilegiadas, no son cosa de la gente. El rebaño está para ser guiado.)
Las caras de la gente eran muy extrañas, porque los que estuvieron en Plaza de España quisieron estar en Canaletas y viceversa. El poder de los sms entra en conflicto con la imposibilidad de aparcar. Hace falta organización.
4) Es asombroso lo comedido que ha estado el personal, teniendo un finalista que se llamaba Mertesacker, a un palmo del metesaca. También es admirable que el portero Alemán se llamara Lehman, invitándonos a tener un portero apellidado «Pañol». En otro orden de cosas, el chaval que se puso a cantar «yo soy español» al ritmo del kalinka en homenaje a la semifinal con Rusia, ha metido un gol de campeonato. A los españoles nos gusta meter siempre un guiño extranjero al hablar de lo nuestro, por los conflictos autonómicos. Al fin y al cabo, el propio himno de España es importado. Aunque para corear siempre ha sido mejor el Que Viva España de Manolo Escobar, que, lo crean o no, lo conocen en todo el mundo. Pero todo. Música y letra. Hagan la prueba.
5) Por encima de todo lo anterior: qué grande el ejemplo del entrenador Luis Aragonés. Un hombre al que han intentado hundir mediante el acoso y derribo por tinta y ondas. Un hombre al que le sometieron a un interrogatorio de una hora en televisión en directo para plantearle una única pregunta: cómo tiene usted la desvergüenza de no llevar a la selección al delantero estrella del equipo de la capital. Curiosamente, el programa se llamaba «tengo una pregunta para usted», y efectivamente, sólo hubo una, reformulada cien veces.
Aragonés es un símbolo accidental de la rebeldía, pero símbolo al fin y al cabo. Ahí sus narices. Tuvo a todos contra él. O mejor dicho, tuvo a todos los que se consideran que representan a todos, contra él. Y ganó. Ganó como lo quieren las películas de Hollywood y las biopics de lujo. Llenando un plano final, echándose las manos a los bolsillos y dirigiéndose al vestuario, dejando en el campo a los chavales abrazándose. La victoria patria y el orgullo nacional y el triunfo de un tipo de futbol que retoma las ganas de verlo -porque yo lo abandoné en la era del cerocerismo, que sigue con una salud envidiable-, me son menos interesantes que ese señor canoso de gafas, al que llaman zapatones, que abandona la selección porque a sus enemigos no se les puede ganar todo el tiempo. Ya saben que la diferencia entre los finales felices y los finales tristes es sólo una cuestión del momento en el que paras la cinta. Esta película temina cuando Aragonés marcha al vestuario. Es un final colosal, de gran pantalla, de tozudez contestataria que lleva a la leyenda. Bravo por él.
Grandes complementos: el orgullo y el patrioterismo han sido excelentemente separados en esta entrada de Dr. Zito. Allí les dirijo.
Por si les apetece ver qué es lo que le falta a la prensa deportiva española, tienen un ejemplo precioso en esta hilarante selección de «lo mejor de la eurocopa» del diario The Guardian. Incluye sms enviados por accidente, los uniformes de los entrenadores (incluida una alusión a los míticos sobacos de Camacho de 2002), titulares con juegos de palabras chungos, y un error en la retransmisión que incluyó el himno alemán de la época nazi, que lleva medio siglo prohibido en su país. Un informe excelente. Léanlo aquí.
Actualización: Queco, en su Página 36, ha hecho ya el guión de la biopic. Es buenísimo. Léanlo aquí.
Actualización 2: Abundando en lo que decimos de que los españoles gustamos de cantar nuestra identidad usando canciones extranjeras, Absence me recuerda en el privado que Que Viva España es -tenía que serlo- una canción belga:
«Corría el año 1972, Christina Bervoets tenía 24 años y una prometedora carrera musical bajo el nombre artístico de “Samantha”. Cierto día su productor le ofreció la oportunidad de grabar un nuevo tema, con una simplona pero pegadiza melodía, que se titularía “Eviva España”. La canción había sido encargada al compositor Leo Caerts, un belga cuyo destino vacacional solía ser la soleada costa española. Todos pensaban que sería un auténtico bombazo… y lo fue, en tan solo un año el tema vendió 127.000 discos en Bélgica y 475.000 en el resto del mundo. Se escribió una versión en español del tema a través de Manuel De Gómez, un empleado de la embajada española en Bruselas y Samantha fue invitada a viajar a Madrid y Barcelona para actuar en varios actos y programas de televisión.
Un buen día de 1973 esta canción llego a manos de Manolo Escobar, por entonces el artista que más discos vendía y más películas rodaba. El resto ya lo conocemos, “Eviva España” pasó a titularse “Y viva España” y con el tiempo el tema se ha considerado como uno de los “himnos” más importantes y cantados de este país. Las cifras de ventas han alcanzado los más de 40 millones de discos en todo el mundo.»
original aquí
Viernes, 20 de junio de 2008
Raul Sensato a eso de las 12:44 pm
Ahora que ha pasado el furor de las finales de la NBA, con el español Gasol por medio, es cuando apetece hablar de lo- mismo- pero- otra- cosa.
Esta primavera leía «Sexo, drogas y arroz chocolateado» de Klosterman, un libro con el que me lo pasé pipa. Tenía un artículo sobre la célebre rivalidad boston-Lakers de los ochenta, la era Magic Johnson-Larry Bird. Klosterman decía que lo condensaba todo: conflictos raciales, diferencias económicas, lo rompedor frente a lo tradicional,… Incluso tenía sus paradojas, como que Johnson se había criado en un barrio rico mientras que Bird no podía haber salido de una familia con más conflictos ni de un barrio con más problemas.
Pero una de las cosas que me fascinó más fue que señalaba que, en el equipo negro de los Lakers, el único blanco notable era voluntariamente feo.
Kurt Rambis.
Por si no lo recuerdan, este era su aspecto:
Deben tener en cuenta que Rambis se encontraba en el banquillo de Pat Riley, que encarnaba, con su traje y su gomina, al broker de riesgo que conseguía el éxito rompiendo las reglas. La estética de Rambis, nunca me había parado a pensarlo, era voluntaria.
El caso Rambis sale a colación ahora que los actores tienen, por contrato, que ofrecer una imagen de ficción. La protagonista de Yo soy Bea no podía salir a la calle excepto con el atuendo del personaje. El actor que encarnaba a Roberto Chikilicuatre no podía ejercer públicamente. El personaje sustituye a la persona, como sucede en la mente de los cortos de mollera que paraban a Santiago Segura por la calle proponiéndole «unas pajillas».
La diferencia es que en Kurt Rambis, más allá del contrato -que no tenía, por lo que sé, cláusula estética-, su decisión es de militancia.
En los reportajes sobre la final de este año, aparecía de vez en cuando Kurt Rambis, que sigue trabajando para los Lakers, pero con una estética bien distinta. La época de su personaje ha acabado. Pero en los ochenta, Rambis fue la estética militante silenciosa.
Un mensaje que se emitía con gafas y bigote que parecían de complemento de feria. Pero, sin lugar a dudas, un mensaje.
Jueves, 19 de junio de 2008
Raul Sensato a eso de las 12:50 pm
Muto. Un corto realizado por Blu en Buenos Aires y en Baden (Fantoche)
Sobresaliente (y extenso) cortometraje de animación, en el que cada fotograma está pintado en paredes públicas.
Entre las temáticas del video, y que se haya ejecutado en Argentina, no he podido evitar relacionarlo con la fenecida revista Fierro.
Todo un invierno (verano, allí) para la pieza.
Muchos más datos en su página blublu.org
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