Mientras este blog se toma un paréntesis veraniego, les dejo un buen montón de lectura moderna, divertida y provechosa:
“El Mondo Brutto ha sido (y es) toda una institución cuya influencia contagia los más diversos ámbitos de la cultura popular de nuestro país. Irreverentes, estilosos, subversivos cronistas y obsesivos exegetas de la cultura trash, nadie puede negar lo merecido del estatus que gozan”.
Mondo Brutto viene siendo en los últimos años el principal referente de la cultura alternativa en España. Pero MB es mucho más que eso: sus autores han sido capaces de crear no sólo un verdadero estilo literario, sino una forma tan inteligente como insólita de mirar la sociedad y el mundo que los/nos rodea, con aportaciones tan fundamentales como la difusión del concepto de lo “bizarro” (en el sentido anglosajón de bizarre, o sea, raro, estrafalario), una palabra extendida hoy entre la gente progre y snob (cabe sospechar que para irritación de los propios redactores de MB).
Con estas citas introductorias, les invito a la lectura compulsiva de números antiguos de Mondo Brutto, disponibles en la red gracias al escáner de Frunobulax.
Los pueden descargar en esta página. Casi veinte números, nada menos.
Luego, acudan a sus tiendas y compren los de años subsiguientes, porque toda persona de bien debe leer Mondo Brutto.
Bola extra: Que yo sea colaborador de Mondo Brutto desde hace un lustro, no es impedimento para decir abiertamente que ninguna otra revista me ofrece tanto como lector. Insisto: ya tienen lectura de verano. Zapeen a gusto entre los ejemplares.
Como sabe William Burroughs, no hay forma de evitarlo: «hablar es mentir; vivir es colaborar«. Sólo podemos salir tal y como hemos entrado. Con el posmodernismo, igual que con las drogas y la pornografía, la única manera de llegar a alguna parte es sumergirte lo más posible, tan inconsciente y abyectamente como sea posible, y luego sentarte y disfrutarlo. Un chute detrás de otro, una compra detrás de otra, un orgasmo detrás de otro; no hay final para la acumulación: «la hora solitaria de la ‘ultima instancia’ no llega nunca» (Althusser). Todo lo que podemos hacer con las imágenes es apropiárnoslas, distorsionarlas, volverlas contra sí mismas.
Todo lo que podemos hacer es tomarlas prestadas y agotarlas: gastar lo que no hemos ganado, y lo que ni siquiera poseemos. Esta es mi definición de cultura postmoderna, pero también es la definición que hace [el banco] Citybank de economía saludable, la definición que hace Jacques Lacan del amor, y la definición que hace J. G. Ballard de la vida en las ruinas postindustriales.
Steven Shapiro, en 1997,
en su rotundo Doom Patrols.
(pueden leerlo íntegro aquí)
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La cita es en homenaje a la exposición «J. G. Ballard: Autopsia del nuevo milenio», actualmente en el CCCB, comisariada por el gran Jordi Costa. Veanle aquí:
Yo como usuario quiero adquirir un producto: un ser humano. Pretendo acceder a un sujeto con fines lúbricos, para lo que entiendo que es necesario un proceso de adquisición. Ese producto se diferencia del de rastrillo en que el del rastrillo carece de psique.
El proceso de adquisición es un producto de tres discursos que confluyen: psicología social, psicoanálisis y psiquiatría. Al adquirir ese producto y en un primer momento de aproximación, mi manera de entenderlo está dominada por la psicología social, condicionado por referentes culturales estéticos.
Mi aproximación sucede con una red debajo que funciona como conjunto de criterios como, por ejemplo, que las pijas valen la pena y las tontas no y así hasta un montón de criterios.
Los criterios de psicología social son muy espontáneos, su discurso es el más optimista. El proceso de adquisición tiene una segunda fase. Cuando decido que el producto realmente me interesa, doy un salto de la psicología social y simulo que existe un factor individual, irreductivo, que está por encima de los rasgos colectivos, saltando de la psicología social a la psicología propiamente dicha. Pero es un error, un salto sin red.
Después de un estado de enamoramiento damos un tercer paso, a un momento psiquiátrico, que da lugar a un momento más conflictivo, donde se descubren los defectos de fábrica. Entonces descubrimos cuán equivocados estábamos respecto a ese producto.
En España hemos tenido quizá la gran lección del siglo ventiuno. Es una lección que repercute hacia el pasado, hacia el arquetipo del deseo humano, hacia estructuras que muchos, si no todos, daban por inamovibles.
Las personas con estudios ya se habían dado cuenta del proceso, y lo habían retratado de una manera metafórica, casi abstracta. En particular, los sicoanalistas lacanianos lo habían formulado en forma de aparente paradoja:
Hay una palabra para describir los sueños
que se convierten en realidad: pesadilla.
Esa supuesta abstracción, que en realidad es un retrato profundo de la esencia humana, se ha concretado en España, y todo el mundo está escurriendo el bulto, silbando mirando hacia los lados, silenciando y ninguneando el proceso, calificándolo como una chiquillada momentánea.
Es el momento de mirar de nuevo los cuentos clásicos, de repasar las aventuras de la muñeca Barbie y de corregir las películas de la Disney:
Letizia Ortiz Rocasolano,
pregonera e informadora del lugar,
se convirtió en princesa del reino.
Lo que nos lleva a una frase en la que se cruzan los intelectuales y los contadores de chistes: «joder, cómo ha cambiado el cuento«.
Los Ortiz están dando la gran lección sobre los cuentos clásicos.
La demanda de Telma Ortiz de condenar a priori lo que sucede en la calle -a saber, una coordinación por turnos de equipos de personas que vigilan cada movimiento suyo, y que la insultan para que se gire y la imagen convierta la jornada en trabajo rentable- no tenía forma de ser aceptada, porque afecta a todos los ciudadanos, y por tanto también me afecta a mi, que no soy parte del problema. Es como curar una pulmonía afectando a todo el cuerpo.
Lo esencial es que el problema sigue ahí, los tribunales no pueden dar más solución que la que se les propone -se les propuso una solución enloquecida-, y esa es a su vez la tercera y última lección.
Los sueños realizados son pesadillas, y los cuentos se cimentan sobre una idea que nunca fue verdad.
En España tenemos la demostración patente. Pero no cambiarán los cuentos.
Las próximas generaciones de niñas seguirán implantadas con la mentira del rosa palaciego, y la verdad nunca aparecerá en la cultura popular.
Periodismo moderno:
«Si se le ve la cara, es noticia».
Efectivamente, esperemos que sea «el comienzo del cambio». Me explico: no hay ningún problema en que la Alemania Nazi exterminara a unos cuantos millones de personas: eso se perdona. Pero que Cuba venciera a los Estados Unidos lo ha pagado hasta hoy. Aislados del comercio, obligados a arañarse entre sí por la miseria, como a una familia a la que no le dejan salir de su casa, como a los personajes de El Angel Exterminador.
Esperemos que sea el comienzo del cambio, y Cuba pueda exportar e importar, y deje de pagar por el supremo delito de haber dejado de ser colonia de los Estados Unidos. Un crimen, al parecer, mucho mayor que el de matar millones de personas.
Actualización horas después:
Parece que nos han leído. Esta es la nueva noticia de portada e ElPais.com:
Lo dicho. El delito supremo de vencer a los Estados Unidos no tiene enmienda. No sea que alguien más se lo plantee.
Ji Ha Chol, maestro zen y una leyenda en lo que se ha dado en llamar la meditación compulsiva, decidió hace unos años traducir una serie de preceptos y parábolas budistas a un lenguaje menos contemplativo, más expeditivo, y a unas situaciones actuales o incluso futuras, proyectándose en el tiempo. El Zen en el futuro. (…)
El mosquito y el padre
Erase que se era un hombre honrado y su hijo, un poco ingenuo, más bien corto. Apretaete. Este hijo era muy honesto y muy respetuoso hacia su padre. Siempre le seguía a todas partes.
Un día de verano estando en la montaña temática después de haberse zampado mano a mano una señora paella de arroz transgénico PaellaTrash® tamaño king size y de haberse soplado un brik import de sangría Spanish®, padre e hijo dormían un siestorro sobre la hierba del bosque. Un mosquito fue a posarse sobre la calva del padre. El hijo se despertó. Era muy amable con su padre. Mucho. Por eso cogió un garrote y golpeó al mosquito. El mosquito, claro, se fue volando, pero su padre palmó del garrotazo, con la cabeza abierta como una sandía. Y el chaval acusado de parricidio. Es un koan.
Se odia al enemigo. El enemigo huye y el padre muere. Y el enemigo te lleva al talego. Esto es parecido a admirarse a sí mismo y hacer pedazos a los demás. en la época moderna, esta es una actitud muy corriente, sobre todo en los políticos, en los hombres de estado. Es la crisis moderna. La depravación total, las microwave paellas y la sangría de brik.
Extracto de Karma chungo: el budismo basura en 15 cuentos y un koan.
Pensamiento Zen para el lector posmoderno. Para entendernos: Zen 2.0. Con la supervisión de Mess/Age.
Fue un dios y nació el 25 de diciembre, hijo de madre virgen.
Su nacimiento fue marcado por una estrella en el este, que siguieron tres reyes para localizar al salvador recién nacido.
Su nombre es
Horus
, y es el dios sol egipcio, hijo de la virgen Isis.
Horus es un personaje de ficción.
Feliz cumpleaños. Feliz navidad.
Busquen a Horus en el minuto 13 de video
Mas datos sobre la navidad como herencia del acerbo antiquísimo de Egipto en este enlace.
El proyecto para el nuevo siglo americano, narrado por Barry McNamara, magistralmente convertido en vídeo por Simon Robson aka. Knife Party. El contenido es muy lúcido, pero la estética es sencillamente deslumbrante.
Como ya les dijimos, en la modernidad la estética y la ética van de la mano en el ensayo audiovisual. Si te interesa el tema -inquietud ética- te interesa la propuesta visual -inquietud estética-.
Este es el discurso de los nuevos inquietos. Nosotros creemos en ello y lo adoptamos.
Sería interesante que la definición literaria-intencional de posmodernismo («yo soy escritor posmoderno porque quiero») se complementara con una visión más social-pragmática. Tal como yo lo veo, uno es posmoderno no porque haya leído un artículo de Derrida o el último número de Neo2, sino porque vive en un medio en que sus deseos y aspiraciones han sido acelerados a la velocidad del consumo, en que los criterios de legitimación y valor que solíamos llamar «modernos» han sido sustituidos por otros creados por los mass media, en que la geografía está más determinada por las corporaciones que por los Estados-Nación, en que se está sometido a políticas de control y legislaciones que difícilmente pueden seguir llamándose modernas. (I.e., ya que hablamos de ciencia: la posibilidad legal de patentar seres humanos -microbios modificados genéticamente- viene a cuestionar la distinción moderna entre «vida natural» y «producto comercial»). Todo esto es, hasta donde yo puedo ver, una realidad envolvente, que no es paranoia de Derrida sino que existe.
El maestro Eloy Fernandez Porta,
citado en el blog del gran Alvy Singer.
Sigan leyendo aquí, que es para no perdérselo. ¡Y es un comentario de Blog! ¡Qué forma de soltar las cosas como si nada! ¡Un maestro!
Actualización: la discusión entera (kilométrica y sabrosa) esta en este vínculo.
«Hay tres etapas en el conocimiento científico: primero, la gente rechaza lo que es verdad; luego, niega que sea importante; y, finalmente, atribuye el mérito a quien no corresponde.
Alexander Von Humbolt,
citado en «Breve historia de casi todo»
(Bill Bryson, RBA ed., 2004), pag 403
En el ámbito de las humanidades pasa exactamente lo mismo, pero el poso, el remanente, es radicalmente distinto. Tras la ciencia quedan resultados, tras las humanidades quedan nombres que canibalizar. Apliquen el párrafo a la música y a Operación Triunfo.