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post El toreo nació de vascos y de navarros

Martes, 17 de noviembre de 2009

Raul Sensato a eso de las 8:47 am

Paquiro

[Ortega y Gasset] seguía muy interesado por la teoría del toreo. Tanto, que entre los temas que se le quedaron «trasconejados», como él gustaba decir, figuraba un estudio sobre «Paquiro o de las corridas de toros». Si no llegó a escribirlo, nos queda un esquema, escueto, pero sustancioso. Se debe al instinto vivaz y a la pluma del maestro Luis Calvo (…) que recoge de manera puntual lo que mi padre dijo sobre el toreo, una tarde [que se reunieron Ortega y Gasset, el matador Domingo Ortega y José María de Cossío, el autor del célebre Los Toros]:

En la finca serrana del torero Ortega, el Ortega filósofo no pudo torear esta vez: le agobian los años para un ejercicio tan violento. Pero explayó, en cambio, su teoría. La cosa fue porque unas estampas de viejos toreros jarifos de patillas, catite y barbuquejo proyectaron la charla hacia la remota y plebeya iniciación de la fiesta. A José María de Cossío, como historiador escueto, y a Ortega y Gasset, como escoliasta de la vida española, les salía al verbo y al ademán el gozo de ir simultáneamente reviviendo y animando un pasado memorable, acordados -filósoío y cronista- -en todos los puntos e hilvanes informativos. Ortega y Gasset nos bosquejó un cuadro completo de la fiesta, refiriéndolo al panorama general de la historia de España, con escorzos de época y de regiones. Los tres siglos que llevamos de toreo plebeyo de a pie dan una exudación de materia narrativa más jugosa que los censos y memoriales.

Cuando la aristocracia se apea como clase rectora del caballo y rinde la lanza y salta la plebe del siglo XVII a la plaza, el mismo alarde que lleva a pueblo a los toros queda impreso desde entonces en la vida nacional, porque hay un sincretismo inveterado del toreo con todas las actividades de la raza, y el espíritu creador que inventa y perfecciona la capa, la muleta y las suertes de la lidia, da tono a la política y a las artes.

Los primeros toreros son vizcaínos y navarros, y torean con movimientos horizontales y de zigzag.

Los andaluces vienen luego y dan a la fiesta un ritmo ondulante de baile. El Norte crea un toreo esquinado; el Sur, un toreo de curvas.

-¿Se toreaba entonces mejor que ahora? -le preguntamos.

-Ahora no se torea. Hoy se hace estilo, y como el artista oculta la falta de densidad humana con el artificio, los toreros de hoy ocultan en el estilismo la ausencia de arte. El día en que se colocaron petos a los caballos, la fiesta de los toros perdió su sabor de drama caliente, que estaba, por cierto, condensado en el quite. Hoy no hay quites. El torero busca en esa suerte su lucimiento y huye de un peligro que hay que afrontar de cara, metiéndose incluso por debajo del caballo, y arrastrando al toro con la punta del capote, porque en el quite hay que salvar al toro, a! caballo y al picador.

Hoy se torea de lado, dando al toro el costado y no el pecho. Antes desafiaba el lidiador al toro con la capa fruncida sobre su pecho, y abrir esa capa era ya una escena varonil de garbo y drama. Antes los toros eran mansos y bravos, y el torero tenía que vencer las dificultades de una lucha a muerte. Hoy, todos los toros son bravos, y la selección crea un tipo uniforme. Antes, el torero triunfaba y fracasaba en una misma tarde, porque un toro era bueno para la lidia, y otro, no. La fiesta era entonces gallarda, impetuosa, aspira y frenética. Hoy es nada más que monótona y pulida, y tiene el tedio de todo lo primoroso. Volutas.

Ortega y Gasset inspiró la obra Los Toros, que José María de Cossío ha dirigido, aunque con un concepto que no se ajusta a la orientación primigenia, en la que no figuraban biografías de lidiadores, ni repertorios anecdóticos.

El texto de Calvo está tomado del diario ABC
del 2 de junio de 1946: página 8 y página 9.

El resto pertenece a Miguel Ortega,
en su libro «Ortega y Gasset, mi padre»
(Espejo de España, 1983, págs 182-183)

Las negritas, evidentemente, son mías.

post Mosqueteros en el siglo XXI

Lunes, 26 de octubre de 2009

Raul Sensato a eso de las 2:35 pm

Mosqueteros (modelo clásico)

Sergio [Algora] andaba por la calle con un saco de dormir al hombro. Su novia le había echado de casa y quitado la tarjeta de crédito (era la tarjeta del bar, común a los dos). Habían discutido y Sergio le contó que estaba enamorado de una chica que vivía en una ciudad de la costa.

Tras un rato de deambular, se fue al bar de El Francés, donde solía tomarse los últimos gin-tonics después de cerrar, un bar estilo lounge que siempre era de los últimos en echar la persiana. Cuando El Francés vio entrar a Sergio, le preguntó dónde iba con el saco de dormir y ese aspecto de perro apaleado. Sergio le puso en antecedentes.

El Francés entró en la trastienda y salió de allí con una cesta de mimbre que contenía una camiseta de Gautier de manga larga (con llamas estampadas en las mangas) y unos calzoncillos, y se la entregó a Sergio junto a unos billetes. No recuerdo la cantidad.

Resulta que el dueño del bar era un aristócrata, miembro de la orden de Los Mosqueteros. Un mosquetero de verdad, vaya.

Sergio me contó que llegó a enseñarle una especie de placa identificativa, y todo. Y como «nobleza obliga», se encargó de facilitarle a Sergio los medios para reunirse con su amiga. Uno para todos, etc.

Lo cuenta Fran Nixon en su glosa del añorado Sergio Algora. Leanla completa aquí.

Publicado en la revista Eñe,
parcialmente en PDF aquí.

Bola extra: hay un extracto recitado.

post El español y el tener la razón

Jueves, 9 de julio de 2009

Raul Sensato a eso de las 9:01 am

No les dé vergüenza ignorar una cosa elemental. Todos ignoramos cosas elementales que está harto de saber nuestro vecino. Lo vergonzoso no es nunca ignorar una cosa- eso es, por el contrario, lo natural. Lo vergonzoso es no querer saberla, resistirse a averiguar algo cuando la ocasión se ofrece.Pero esa resistencia no la ofrece nunca el ignorante sino, al revés, el que cree saber.

Esto es lo vergonzoso: creer saber. El que cree que sabe una cosa pero en realidad la ignora, cierra con su presunto saber el poro de su mente por donde podía penetrar la auténtica verdad. (…)

Quien ha llevado una vida intelectual pública muy activa en España y fuera de España, automáticamente compara y la comparación le fuerza a convencerse de que en el español ese hermetismo mental es un vicio permanente y endémico.

José Ortega y Gasset, Qué es Filosofía (1929)
Alianza Ed. págs 198-199.

Ochenta años después, para el español sigue siendo una afrenta que le lleven la contraria, y calibra los duelos sobre la verdad y la razón usando como baremo quién es que habla el último: el que dice la última palabra es el que tiene la razón.

Bola extra: Remata Ortega, unas páginas después:

Las objeciones certeras son la cosa más agradable del mundo (…) Las acojo encantado, y no sólo las acojo, sino que las estimo, y no sólo las estimo, sino que las solicito. Siempre se extraer de ellas excelentes ganancias.

íbidem, pág 213

Vamos, que sin que le corrijan, uno no aprende nunca. Y cuando las objeciones son con criterio, la misma aparición de la duda abre nuevos campos.

Bola extra 2: La Razón, de Theros y Metlikovez, ya aparecidos en este rincón.

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post Visto desde abajo

Martes, 30 de junio de 2009

Raul Sensato a eso de las 10:05 am

Supongamos que tienes que dibujar un tebeo en el que un superhéroe arranca un edificio de cuajo (de hecho, es una viñeta ampliamente comentada en el libro «La física de los Superhéroes» de Kakalios).

¿Cómo es la base de un edificio arrancado de cuajo?

Por fin lo sabemos, gracias a este edificio de Shangai:

Arrancado de cuajo
Vean la galería con detalle

Clasificado como: extraño,libros

post Los nacionalismos, explicados (2)

Viernes, 26 de junio de 2009

Raul Sensato a eso de las 8:59 am

El desarrollo de la masa como sujeto. Será esta máxima la que determine el contenido político del posible proyecto de la Modernidad. En este contexto tienen su origen las ideas que han dirigido el comportamiento de la época de los nacionalismos (…) y de la era socialdemócrata en la que hoy vivimos. (…)El gran tema de la era Moderna, la emancipación, penetra así en (…) la turba humana.(…)

La función desempeñada casi sin excepción por  los sociólogos ex-officio [es] la adulación, bajo formas de crítica, de la sociedad actual, ese objeto que a la vez actúa como posible cliente. (…)

Quien pretenda involucrarse en la empresa de los discursos en torno a los sistemas sociales actuales y sus poblaciones, (…) ya ha decidido, sépalo o no, bien por la opción de desarrollar y ofender a la mayoría, o bien por adularla y seducirla. Lo que se vislumbra en estas luchas culturales y en estos debates ideológicos militantes (…) no es, en gran medida, más que la disputa entre los que ofenden y los que adulan. (…)

El guión de la Edad Moderna deja vislumbrar que los sujetos colectivos (…) empiezan a exhibir una pasión orientada a la autoestima sin parangón histórico, así como a buscar su satisfacción en la palestra política y literaria. (…)Los grupos políticos genuinos son (…) campos de fuerza en los que cristalizan pasiones en torno a la autoestima. (…) Una tendencia al desprecio a todos por todos se infiltra en (…) la moderna doctrina política del hombre. (…)

Así, la esencia -o mejor dicho, el guión- de la historia social más reciente va a quedar definido por una serie de campañas encaminadas a la institucionalización de la autoestima, en las que nuevos colectivos una y otra vez se atreven a poner sobre el tapete sus propias exigencias de reconocimiento.

Peter Sloterdijk, El Desprecio de las Masas.
Ed. Pre-textos, 2002, págs 9-11, 32-47
Trad. Germán Cano

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post Los nacionalismos, explicados (1)

Lunes, 22 de junio de 2009

Raul Sensato a eso de las 12:28 pm

El siglo XIX prestó, por razones en su mayor parte políticas y sociales, una atención más aguda a la historia humana(…)

Las cosas recibieron primero una historicidad propia que las liberó de este espacio continuo que les imponía la misma cronología que a los hombres. Tanto que el hombre se encontró como despojado de lo que constituía los contenidos más manifiestos de su Historia: la naturaleza no le habla ya de la creación o del fin del mundo, de su dependencia o de su juicio próximo; no habla más que de un tiempo natural(…)

El ser humano no tiene ya historia o más bien, dado que habla, trabaja y vive, se encuentra, en su ser propio, enmarañado en historias que no le están subordinadas ni le son homogéneas. (…) el hombre que aparece a principios del siglo XIX está «deshistorizado».

[Tradicionalmente,] el hombre mismo no es histórico: el tiempo le viene de fuera de sí mismo, no se constituye como sujeto de Historia sino por la superposición de la historia de los seres, de la historia de las cosas, de la historia de las palabras. Está sometido a sus acontecimientos puros. Pero pronto se invierte esta relación de pasividad pura: pues quien habla en el lenguaje, quien trabaja y consume en la economía, quien vive en la vida humana, es el hombre mismo

Así aparece detrás de la historia de las positividades aquella, más radical, del hombre mismo. Historia que concierne ahora al ser mismo del hombre, ya que él comprueba que no sólo «tiene» en torno a sí mismo «Historia», sino que es en su historicidad propia aquello por lo que se dibuja una historia de la vida humana (…) Historicidad del hombre que sería con respecto a sí misma su propia historia, pero también la dispersión radical que fundamenta todas las demás.

Así, pues, la Historia forma, con respecto a las ciencias humanas, un medio de acogida que es, a la vez, privilegiado y peligroso. (…) determina la playa cultural —el episodio cronológico, la inserción geográfica— (…)  No hacen nunca otra cosa que poner un episodio cultural en relación con otro (aquel al que se aplican como su objeto y aquel en el que se enraizan en cuanto a su existencia, su modo de ser, sus métodos y sus conceptos); y si ellas se aplican a su propia sincronía, relacionan consigo mismo el episodio cultural del que han surgido.

Michel Foucault, en Las Palabras y las cosas,
Ed. Planeta 1984, pags 357-360.
(Traducción de Elsa Cecilia Frost).

El documento también lo pueden encontrar aquí.

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post Títulos inolvidables

Jueves, 11 de junio de 2009

Raul Sensato a eso de las 10:51 am

Insuperable título para este volumen de salud sexual, publicado en 1982:

La diferencia entre joder y hacer el amor

El blog de Ciro Altabás muestra una página del interior del libro, y más portadas para leer en la piscina mientras nos miran raro el resto de asistentes. Véanlo aquí.

Regalazo de Bambino en los comentarios.

Clasificado como: celtiberismo,libros

post Lecturas necesarias: La economía no existe

Lunes, 1 de junio de 2009

Raul Sensato a eso de las 8:03 am

La economia no existe, de Antonio Baños

No se imaginan cuánto he disfrutado la lectura «La Economía no existe», de Antonio Baños. Es un libro de economía que no juega al misterio y al «ustedes no saben y nosotros si y déjenlo en nuestras manos» que tanto se da en la literatura económica.

De hecho, se puede decir que no es un libro económico, porque se entiende, porque se aprende un montón, y porque la lectura es una delicia. Es otro tipo de libro: de los que forman, informan y divierten. Un libro magnífico.

Cuando les conduzco a que se pasen por su librería cercana para distribuir entre sus amigos piezas como esta, lo habitual es poner un extracto. Aquí abajo les pongo uno, que explica que la economía se basa esencialmente en el hambre. Y que explica muchos, muchos procesos que siguen vivos hoy en día. (He puesto un par de negritas, para la gente con prisa):

Una de las más interesantes líneas que permiten rastrear el origen y el desarrollo de la «idea económica» y de su prosperidad está, ¡oh, paradoja!, en el estudio de los pobres. (…)

Durante buena  parte de la Edad Media se entendía que hubiese ricos y poderosos, de la misma manera que había pobres y lisiados. Era el orden divino. Respecto a esas dos clases de seres, la teología parecía respetar a los primeros y alabar a los segundos acercándolos a los cielos. El pobre, si no santo, estaba más cerca de la santidad. (…) Los pobres servían para que los demás pudiesen ejercer la virtud de la caridad. (…)

En el siglo XIV, ya se sabe: la peste negra.(…)Y ahí apareció, ¡zas!, por primera vez una situación que nos acompañará hasta hoy: los conflictos entre ricos y pobres. La imagen del pobre sumiso, bendecido y sentado a la puerta de la parroquia fue reemplazada por la del superviviente que va de un lado a otro, incontrolable, y que ha descubierto el valor de sus brazos.

Y así nace la pobreza como «problema». Como un problema de orden público. Si los pobres se mueven libremente, pueden reunirse, crear revueltas, presionar a los señores. Al igual que ocurre hoy con las pateras que nos llegan de África, la preocupación de los señores no era la pobreza, sino la «movilidad del pobre».

Cuando llegamos al siglo XVI, la pobreza ha cambiado del todo su estatus. El cada vez más fuerte Estado debía hacerse cargo de que la gente estuviese en su sitio. Y la mejor manera de conseguirlo fue mediante otra magnífica invención: el empleo asalariado.

En esa época, la pobreza se convirtió en un asunto tratado en libros y debates entre intelectuales. Luis Vives, el célebre humanista valenciano, publicó con increíble éxito su Tratado del socorro de los pobres. En él se plantea la creación de unas «casa de Caridad» donde acoger (fijar, inmovilizar, controlar) a esa población cuyos pies traen tantos problemas.

Nacen entonces dos conceptos básicos: primero, el de la responsabilidad social del pobre. Y, segundo, la obligatoriedad del trabajo.(…)

El primer paso de esa «revolución de los ricos contra los pobres», como resume magistralmente Karl Polanyi, ya se había dado. Pero pronto se descubrió que había un medio más sofisticado para tener bajo control a la levantisca población. Algo más eficaz que los latigazos o las amputaciones por mendicidad: el hambre.

Joseph Townsend, un grandísimo hijo de puta y clérigo del siglo XVIII (que saldrá más en este libro porque un buen supervillano es fundamental para cualquier historia), aconsejó en su Dissertation on the Poor Laws: «El hambre domesticará a los animales más feroces, enseñará a los más perversos la decencia y la civilidad, la obediencia y la sujeción. En general, únicamente el hambre puede espolear y aguijonear [a los pobres] y obligarlos a trabajar».

¡Qué tío tan capitalista! Perversamente genial.

Y ahora una frase de Thomas Carlyle que prefigura el genocidio econocrático de los siglos xix y el xx: «Si se les hace la vida imposible, necesariamente se reducirá el número de mendigos: un método aún más rápido es el arsénico, incluso podía resultar más suave si estuviera permitido». ¿Quién dice que los nazis inventaron algo nuevo?

¡Magnífico! La cosa marcha. ¿Y cómo consiguieron los ricos generar la suficiente hambre a la vez que convencían a sus súbditos de que se pusiesen a trabajar? Pues poniendo puertas al campo. Esta vez en sentido literal.(…)

Los cercados, dichas enclosures, acabaron con estas tierras «de reserva» para convertirlas en pastos para las ovejas que sustentaban las crecientes exportaciones de lana inglesa.

Para la corona (impuestos), para los comerciantes (divisas) y para los señores (imperio) era mucho más interesante mantener vivas a las ovejas que a los campesinos. (No sé por qué, pero me da que esta afirmación no os habrá sorprendido.)

Los cercados obligaron a muchos jornaleros, que habían subsistido gracias a las tierras ahora valladas, a desplazarse a las ciudades. Allí se enteraron de que la reina Isabel I, esa que sale tan bien en las películas, había dictado la Poors Law de 1601. (…) Todo pobre que fuese útil (en la ley inglesa de 1576 se recogía ya una distinción: se habla de los pobres inútiles y de los able-bodied poors, los físicamente útiles) tenía que «encomendarse» a la workhouse de la parroquia donde estuviese registrado. Allí se les obligaba a trabajar a cambio de un salario de subsistencia. Así que, mientras los señores comerciaban con lana y la nación se enriquecía, crecía de manera nunca vista el número de pobres. (…) si no hay muchos pobres no se puede generar suficiente riqueza.(…) El ejército de reserva de trabajadores, del que hablará Engels más tarde, se recluta con un gran contingente de hambre y represión.

El libro lo publica Los libros del lince.

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post Teloneando a Mauro Entrialgo

Miércoles, 27 de mayo de 2009

Raul Sensato a eso de las 8:16 am

Qué quieren que les diga. Es un privilegio escribir un prólogo para Mauro Entrialgo. He fardado con los amigos, y tenía que hacerlo aquí:

El cementerio de la familia pis

EL CEMENTERIO DE LA FAMILIA PIS, de Mauro Entrialgo
Idioma: español e inglés
11,5 x 16 cm. 64 págs. Color. 6 €

Copio y pego de este blog:

El cementerio de la familia Pis es un cuaderno de bocetos de Mauro Entrialgo que finalizó el pasado verano. Ahora, de la mano de Blur Ediciones, sale a la venta incluido dentro de su colección dedicada a ilustradores y fotógrafos en una reproducción casi exacta del original.

A éste, se le une un prólogo de Raúl Minchinela, unas notas contextualizadoras del autor y un par de dibujitos y portada extraída de otras libretas de la colección de Mauro Entrialgo.

Sín duda es una buena noticia que se convierte en grande gracias a su precio: 6 euros, más asequible dentro los habituales en las obras de este magnifico autor. Para conocer más sobre la publicación dejamos dos vídeos: uno en el pasa las hojas del cuaderno original y el otro, en el que mismo autor nos presenta esta obra:

Más Mauro en su página web.

Aqui (en la columna de la derecha)
tienen el listado de tiendas donde está a la venta,

post Para el día del libro: «Hitler de pequeño leía mucho» (contra la lectura)

Martes, 21 de abril de 2009

Raul Sensato a eso de las 9:01 am

La portada es dibujo de Absencito!

El colectivo L3BAS (Lló Lo Beo A Si) ha publicado, justo a tiempo para el día del libro, un fanzine contra la lectura(«… o no, al menos no exactamente») titulado «Hitler de Pequeño leía mucho».

Allí se reunen textos de Rubén Lardín, Grace Morales, Toni Blanco, Victor Nubla, Jonatan Sark, Sarah Ingram, Joan Ripollés, y de los organizadores del cotarro: Gloria Langreo y Carlos Acevedo. Y también hay un texto mío.

Tengo una copia física desde hace un par de días, pero también tienen edición en internet. Lo pueden leer aquí:

Hitler de pequeño leía mucho

Si prefieren tenerlo entre manos con papel gordito y acabados finos de verdad, pueden conseguirlo en Barcelona en: La Central (Raval), La Central (MACBA), Arkham Comics, Libreria Laie (CCCB) por el módico precio de 2€ ( y próximamente en Madrid).

Ahí lo tienen. Reenvíen el día del libro. Y menéenlo. Ya saben lo que nos trajo la lectura.

La portada es de Absencito,
como el encabezado que se muestra abajo.

Absencito luce una tipografía fantabulosa

Bola extra: El fanzine se originó en este post de 2006.

Bola extra 2: qué gusto da cuando te ves convertido en cita.

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