Tengo un problema con los anuncios generacionales. Tengo un buen número de amigos que los celebran como si fueran goles marcados en la prórroga. Mi problema principal con estos anuncios (por ejemplo, «cha-val») es que suponen (o peor, «se supone») que tengo que celebrar cosas sobre las que no tengo ninguna responsabilidad. Cosas que sufrí porque me las llovieron.
Puestos a celebrar cosas que no dependen de uno, prefiero que me digan «fuiste la primera generación que tuvo trasplantes de médula» a «llevaste pantalón pitillo». La diferencia es abismal. En el segundo grupo, tenemos la ILUSION de que lo hemos elegido nosotros.
La elección personal, puestos a separarla con un cuchillo fino, se concentra en ignorar la pregunta «qué es más caro». Por ejemplo, si nos dan la opcion de entrar en un quirófano «con herramientas esterilizadas o sin esterilizar», la pregunta «qué es más caro» no entra en la ecuación. A menos que seas uno de esos idiotas que utilizan ese baremo para todo en la vida.
Que es una forma, que quede claro, de no equivocarse: limitarse al valor económico e ignorar lo demás, es el ancla de seguridad de las personas sin opinión.
Lo que nos lleva a las cremas con caviar.
Los productos de belleza destacan la presencia de caviar o de chocolate y esconden la de presencia de orina y/o semen de animal, que al parecer son frecuentes en los productos de belleza.
Para entendernos, el caviar hace más guapa porque es más caro. De la misma manera que una operación con instrumentos SIN esterilizar es mucho más sana… siempre y cuando usar instrumentos sin esterilizar sea más caro.
Los telediarios muestran, con una frecuencia admirable, los tratamientos de belleza, ya no con caviar y chocolate, sino con diamantes y oro, con un método espectacular que consiste en -atentos- dejartelos sobre la espalda un rato.
El alquiler del contacto con las piedras preciosas y los metales nobles es sin duda el extremo de la inconsciencia generacional.
Así que esa es la duda. No sé si mi generación puede lucir haber decidido algo. En general, las decisiones se orientan por el ostentar. Y espero la retransmisión continua de espacios audiovisuales inflandonos de ego diciendo «fuisteis la generación que pagaba por tocar un diamante con la espalda durante un rato». Esos sí fuimos nosotros. Pónganle música.
Ya casi nadie se acuerda, pero hubo un tiempo en el que en España la canción del verano fue contestataria. Antes que todos nos convenciéramos de que los temazos de agosto trataran sobre las barbacoas y los bichitos, durante un corto periodo la canción del verano fue un canto a la frustración y al (inminente: recuerden Reagan-Thatcher) apocalipsis. Era el fin del mundo, pero nos sentíamos bien.
Los bastiones principales del hit veraniego inquietante fueron el dúo italiano Righeira (Stefano Rota y Stefano Righi), cuya página web oficial muestra un impecable teletexto.
Los dos éxitos fundamentales de Righeria:
1) un retrato de lugares idílicos en las azoteas de las ciudades donde los modernos disfrutaban del lujo, rematado con el demoledor estribillo
Yo quisiera estar ahí
mas
no tengo dinero
2) un viaje a la costa en un mundo radiactivo donde, una vez desaparecidos los peces, solo quedaba agua fluorescente.
Aquí pueden ver los vídeos de estos dos temazos.
Fijense particularmente en la coreografía de Vamos a la Playa, que contra todo pronóstico se ha mantenido fresca y molona. Cantándole al reloj de pulsera (como ya hicieron antes Dick Tracy y luego Chiquito de la Calzada), practicando el célebre latigazo ochentero, y llevando la simplicidad al extremo mediante el congelado alternativo de los movimientos.
Les pongo un video extra al final para degustar más si cabe la simplicidad abrumadora del baile.
Hemos vuelto a Righeira en un ramalazo del Focoforo
que se está tornando un lugar fetén para las conversaciones del moderneo.
Bajo el injusto titular de «El más freak!», GorkaLimotxo ha sido entrevistado para la revista FHM, que es, como sus siglas indican en inglés, una revista para tíos. Pero para tíos, tíos. De esos para los que una revista buena-buena, tiene coches y tetas. No necesariamente en ese orden.
Gorka es un humorista excepcional, y si no han visto sus cáusticos retratos de la actualidad, ya están tardando. En una sola imagen encapsula más material que la mayoría de columnistas en una semana de intervenciones. Pone el dedo donde duele, y te obliga a decir treintaytres. Lo pueden comprobar aquí mismo. No se vayan sin mirar meses anteriores.
La cuestión es que Gorka, junto a su entrevista, recomienda «tres páginas que te hacen mejor persona»: Una es consume hasta morir, otra es Qué vida más triste, y la tercera es este humilde rincón que están leyendo ahora.
Me llamaba la atención, por lógica, la imagen que ilustraba este blog. Un escote de mujer con el rotulo «engañado por el strapple». Esta imagen no ha aparecido en este rincón. Así que he acudido al google, y he visto que ilustra a otro No Recomendable: un chaval peruano, Edson Omar Espezúa Lara, cuyo blog está aquí. La imagen era la portada de su ultimo disco. Noten la cursiva.
Entiendo que siempre en un buen momento para poner carne femenina, pero tiene más pinta de que los maquetadores del FHM se fian más del google que de la dirección dictada por Gorka.
Así que este es el mensaje para los lectores del FHM que hayan llegado mediante esa entrevista: tetas van a ver pocas. Tampoco es una crisis, ¿no? Quiero decir, ustedes han estado más de un par de horas en internet, ¿verdad? Hay pezones para aburrir…
Gracias a Gorka por el detalle. Y disculpas a Edson. Ni siquiera sé qué es un strapple. Pero seguro que tiene que ver con las tetas. ¿Qué constancia, eh?
Sé que no hay nada más aburrido que ver las imágenes de las vacaciones ajenas, pero supongo que de vez en cuando es bueno mostrar el lado humano. La imagen borrosa es un servidor botando en una rave organizada en un coliseo romano. En la otra, estoy cantando rancheras acompañado por un duo de cuerdas, con intérpretes de ambos lados del océano, y ambos lados del telón de acero.
La semana pasada apareció otro del que estoy particularmente orgulloso.
No les avisé de su aparición, de modo que, compensando esta pausa veraniega, lo pego aquí abajo:
Terrorismo fashion
Raúl Minchinela
Al hablar de terrorismo hay que andar con pies de plomo. Es muy fácil herir sensibilidades, entrar en terrenos pantanosos y meterse en callejones sin salida. Aunque lo más exacto sería decir que hay que hablar del terrorismo con cautela… ahora. Hablar a la ligera de la tragedia sólo se acepta cuando está lejos en el tiempo, cuando se han curado las heridas, igual que se puede bromear sobre la enfermedad cuando el paciente está sano. El conflictivo humorista Lenny Bruce lo condensó de esta manera: «La comedia es tragedia + tiempo. Dale tiempo suficiente, y te permitirán satirizar la tragedia».
Un ejemplo paralelo al terrorismo que pone las cosas en perspectiva es el de los piratas: implacables marineros que escapaban a las leyes, que se resistían a las fuerzas del orden, y que perpetraban asaltos, asesinatos y violaciones en su caza del botín ajeno. Los piratas son ciertamente una imagen del terror, con sus espadas manchadas de sangre y sus cuerpos arrojados en alta mar. Pero hoy las bibliotecas infantiles ofrecen libros sobre piratas, las ferias divierten con las atracciones de «Piratas del Caribe», y no falta el niño que se viste de asesino marino para carnavales. Una sociedad no es igual que un paciente, y es difícil es averiguar cuándo está sana, es decir, cuándo empieza a ser lícito hablar a la ligera de la tragedia. Pero el proceso, pongamos el momento donde lo pongamos, va a suceder, más tarde o más temprano.
En Europa está arrasando el expolio estético del terrorismo de extrema izquierda. Es un proceso muy llamativo porque, mientras en Europa la internacional terrorista es una cosa del pasado, en España seguimos teniendo a flor de piel el problema de ETA, que comenzó en la misma época y con una notable proximidad ideológica. Así, encontramos extraordinariamente chocante, por ejemplo, el reportaje de moda de la revista Tusse Deluxe que reconstruía el secuestro de Hans-Martin Schleyer, con modelos que lucían ropa de Diesel. Es parte de la fascinación que existe sobre el grupo terrorista Fracción del Ejército Rojo, también conocido como Baader-Meinhof. El entorno fashion celebra el modelo de gafas RayBan que usaba Andreas Baader, y luce en la camiseta el logo de la RAF: una estrella roja con una ametralladora Heckler&Koch MP5 cruzada. Los coleccionistas compran a precio de oro los carteles de busca y captura, hay obras de teatro y películas sobre la banda, y el relato novelado del romance Baader-Ensslin es un éxito editorial. Astrid Proll, una de las pocas activistas vivas tras los sospechosos suicidios de los miembros, no da abasto en conferencias, exposiciones y publicaciones sobre la banda. El terrorismo, de moda, y como moda.
El fotorreportaje de TD, para los alemanes con canas, es como si nosotros viéramos una sesión con ropa de Zara en la que los modelos reconstruyen el secuestro de Ortega Lara o Miguel Ángel Blanco. Pero para las generaciones que van a lucir esas prendas, alude a un proceso superado, porque la banda ya no existe. Ahí está el recientísimo anuncio de Lancia Musa en el que Carla Bruni, actual presidenta de Francia, hace explotar una limusina. Imaginen un anuncio con coche bomba detonado por Sonsoles Espinosa. El terrorismo desarticulado está disponible para reconvertirlo en entretenimiento, y particularmente, en moda. La estética de mala espina es también estética, y el mundo de la imagen está obligado a rapiñar cualquier idea.
El ejemplo extremo lo tenemos en un grupo de estetas ingleses bautizados con el impecable nombre de Prada Meinhof -que suma glamour y asalto, igual que el nombre del cantante Marilyn Manson-. Su página web, que luce una granada de mano de la que sale un pintalabios, reformula para los modernos la frase de Lenny Bruce: «La historia se repite, primero como tragedia, luego como moda». En Prada Meinhof, el terrorismo fashion no es un destello puntual en forma de gafas o logos o reportajes: es el propósito de raíz, la causa central, el leit-motiv.
A la postre, una constante de la moda son chicos buenos vestidos de niños malos.
Lo que nos enseñan los libros infantiles con piratas y las modelos luciendo ropa de la Fracción Roja es que, nos guste o no, más tarde o más temprano, veremos en las pasarelas y los escaparates camisetas rosas con el logotipo de ETA confeccionado con lentejuelas. El terrorismo fashion es un proceso imparable, y Prada Meinhof nos invita a asimilarlo cuanto antes. Tal vez es al revés; tal vez no hay que esperar a superar la enfermedad para poder reír, sino que el momento en el que te ríes es el momento en el que empiezas a estar sano.
Mientras este blog se toma un paréntesis veraniego, les dejo un buen montón de lectura moderna, divertida y provechosa:
“El Mondo Brutto ha sido (y es) toda una institución cuya influencia contagia los más diversos ámbitos de la cultura popular de nuestro país. Irreverentes, estilosos, subversivos cronistas y obsesivos exegetas de la cultura trash, nadie puede negar lo merecido del estatus que gozan”.
Mondo Brutto viene siendo en los últimos años el principal referente de la cultura alternativa en España. Pero MB es mucho más que eso: sus autores han sido capaces de crear no sólo un verdadero estilo literario, sino una forma tan inteligente como insólita de mirar la sociedad y el mundo que los/nos rodea, con aportaciones tan fundamentales como la difusión del concepto de lo “bizarro” (en el sentido anglosajón de bizarre, o sea, raro, estrafalario), una palabra extendida hoy entre la gente progre y snob (cabe sospechar que para irritación de los propios redactores de MB).
Con estas citas introductorias, les invito a la lectura compulsiva de números antiguos de Mondo Brutto, disponibles en la red gracias al escáner de Frunobulax.
Los pueden descargar en esta página. Casi veinte números, nada menos.
Luego, acudan a sus tiendas y compren los de años subsiguientes, porque toda persona de bien debe leer Mondo Brutto.
Bola extra: Que yo sea colaborador de Mondo Brutto desde hace un lustro, no es impedimento para decir abiertamente que ninguna otra revista me ofrece tanto como lector. Insisto: ya tienen lectura de verano. Zapeen a gusto entre los ejemplares.
Como sabe William Burroughs, no hay forma de evitarlo: «hablar es mentir; vivir es colaborar«. Sólo podemos salir tal y como hemos entrado. Con el posmodernismo, igual que con las drogas y la pornografía, la única manera de llegar a alguna parte es sumergirte lo más posible, tan inconsciente y abyectamente como sea posible, y luego sentarte y disfrutarlo. Un chute detrás de otro, una compra detrás de otra, un orgasmo detrás de otro; no hay final para la acumulación: «la hora solitaria de la ‘ultima instancia’ no llega nunca» (Althusser). Todo lo que podemos hacer con las imágenes es apropiárnoslas, distorsionarlas, volverlas contra sí mismas.
Todo lo que podemos hacer es tomarlas prestadas y agotarlas: gastar lo que no hemos ganado, y lo que ni siquiera poseemos. Esta es mi definición de cultura postmoderna, pero también es la definición que hace [el banco] Citybank de economía saludable, la definición que hace Jacques Lacan del amor, y la definición que hace J. G. Ballard de la vida en las ruinas postindustriales.
Steven Shapiro, en 1997,
en su rotundo Doom Patrols.
(pueden leerlo íntegro aquí)
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La cita es en homenaje a la exposición «J. G. Ballard: Autopsia del nuevo milenio», actualmente en el CCCB, comisariada por el gran Jordi Costa. Veanle aquí:
Estaba yo leyendo el clásico Asterix y Cleopatra cuando me encontré con esta viñeta. Me llamó la atención esta versión del diario France-Soir, pero aun más que Goscinny no pusiera titulares de noticia (que aparecerían en grafismo egipcio, como la esquina del diario), sino tiras de cómic. Como sé que don René era meticuloso en todo, me pregunté a quienes se refería, ya que había decidido mostrarlos en portada. Era un homenaje abierto, pero no sabía a qué.
La interné provee, y esta página holandesa se centra precisamente en retratar cómo las ediciones internacionales han tratado esta viñeta. Los ingleses, por ejemplo, sustituian las tiras por «Tarzan» y «Peanuts» (alias Carlitos, alias Snoopy), etc. Mi edición en español (Grijalbo 1978, traducción de mi admirado Jaime Perich) conserva los títulos en Francés. La página holandesa nos dice, antes del listado internacional, que la tira Cheri Bibis es un homenaje al cómic Chéri-Bibi, y ofrece un link para descubrir más.
Y en ese link descubrimos quién está detrás de Chéri-Bibi, es decir, la persona a la que ofrece su homenaje René Goscinny.
Y resulta que es un autor de Zaragoza: Regino Bernad.
Né à Saragosse en 1902, Regino Bernad s’installe en France en 1924. Il travaille d’abord dans la publicité puis devient en 1931 dessinateur de presse pour des publications légères (Le rire, Frou-Frou…).
Après guerre, il réalise pour France-Soir en 1951 une première bande dessinée : Balaoo. Outre quelques bandes verticales (La Conquête du ciel, des épisodes du Crime ne paie pas), il dessine durant 15 ans Chéri-Bibi, série où son style arrive à maturité : il invente une écriture graphique originale, mariant action et réflexion.
Al parecer se prepara en ReginoBernad.com «un homenaje a la figura de Regino Bernad, ilustre artista gráfico y aragonés universal, así como aclarar algunos malentendidos con respecto a aspectos de su vida. Nuestras fuentes de información proceden de familiares directos del artista, los cuales nos ha ilustrado sobre el devenir de su vida y nos ha proporcionado material original del autor, donde una gran parte del mismo continúa aún inédito. En breve les ofreceremos amplia información sobre la vida, obra y genio de Regino Bernad, así como muestras de algunas colecciones no publicadas de su obra.»
El primer gran autor maño es desconocido por los aficionados aragoneses y españoles. Pero tiene el respeto de los profesionales franceses, y sobre todo, el del gran René Goscinny.
Como pueden ver, su grafismo era extraordinario:
Desde aquí nuestro reconocimento, tardío, pero sentido, a Regino Bernad.
Actualización: esta entrada ha derivado, tres meses después, en una larga investigación de Oscar Senar en el diario Heraldo de Aragón. El resultado está aquí.