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Capitulo 45: «De tapadillo»

Doctor Repronto - Domingo, 1 de mayo de 2011, a las 00:01

Miguel Delibes hablaba desde un póster, colgado en la pared de un vagón de metro. Allí contaba que las liebres corren mejor cuesta arriba que cuesta abajo, y que el matacán es una liebre que se resabia. Su intervención terminaba abruptamente, con unos puntos suspensivos, a mitad de frase. Como si Delibes no tuviera nada interesante que cupiera sin tajos en un folio. En el remate del cartel aparecía un lema, puesto por la empresa de transportes subrayando su caritativo acto de colocar textos a la vista. El lema era este: «Dime lo que lees y te diré lo que eres».

En paralelo, el crítico literario Ignacio Echeverría publicaba este artículo en el que modificaba sus fantasías sobre una chica que empuñaba un libro, según la proximidad le daba más datos. Todo un abanico de distancias que iban desde la lejanía que sólo mostraba la posición de leer hasta la motivación final por la que estaba en la lectura, producían sucesivos cambios de posición en una jerarquía que el crítico daba por resuelta a cada paso.

Estas dos imágenes conforman el capítulo de hoy, que tiene invitados camuflados y objetos que suponemos inesperados. En esta entrega hablamos de libros: ocultando al revelar y revelando al ocultar.

Que ustedes la disfruten.

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Notas:

– Lo que maneja el Doctor Repronto en el arranque es el primer volumen de las Obras Completas de Jorge Luis Borges que publicó el Instituto Cervantes con RBA.  Más adelante muestra el tebeo Ombligo sin fondo de Dash Shaw (Apa-Apa Cómics, 2009), y el número 2.020 de la revista Hola, que luce en portada la Boda de Francisco Rivera Paquirri e Isabel Pantoja, fechado el 14 de mayo de 1983. Después hacen aparición los invitados ocultos: el ejemplar conmemorativo del cuarenta aniversario de Playboy, (enero de 1994) y la biografía The Strange and Saucy World of Benny Hill que firmó Dennis Kirkland (Blake Pub., 2002 ).

– El artículo de Echeverría que mencionaba arriba me lo remitió Carlos Acevedo, percutor de El Butano Popular y responsable del fanzine Hitler de pequeño leía mucho (Contra la lectura. O no. Al menos no exactamente) que pueden leer aquí;  allí participé con una pequeña colaboración titulada «Contra-contra la lectura«. Poco después, me volvió a engatusar en otro contra el cine.

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Este capítulo incluye fragmentos de:

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8 Reflexiones sobre “Capitulo 45: «De tapadillo»”

  1. El forro ¿para protejer o para ocultar? Protejer los libros que nos prestan y ocultar los que, por alguna razón, nos avergüenzan. ¿Por qué nos importará tanto lo que piensen los demás? Que poca personalidad.

  2. Honestamente se me hace que dicha costumbre debe ser endémica de la península ibérica o que si se extiende más allá al menos no ha llegado por estos rincones. Por lo menos no recuerdo haberme visto imposibilitado para ver que es lo que otro lee sea algo de la altura de La vorágine o sea el último Best Seller de Dan Brown.

  3. NatxoGuinea ha dicho:
    mayo 3rd, 2011 a eso de las 15:31

    Supongo que se establece un paralelismo algo más «cañí» en el Spotify. Rara vez las canciones que uno publica en las listas abiertas engloban todos los tipos de música que escucha. Al fin y al cabo, al igual que con los libros, uno cree que con la música proyecta una imagen de sí mismo. Protegido por los parapetos de la privacidad, el ferviente rockero respira tranquilo al saber que nadie descubrirá que ha escuchado cuarenta veces seguidas lo último de Rihanna.

  4. Descartes, en Japón por ejemplo los japoneses leen revistas de manga hermosas como listines telefónicos que compran en el kiosko que encuentran en la entrada del metro y que después deshechan a la salida del mismo antes de entrar a sus cubículos de trabajo.

    Esta entrega reprontera me ha hecho pensar en un par de cosas con respecto a lo de leer libros en transportes públicos:

    1) Leer en tren, tranvia o metro implica gozar del privilegio de poseer un asiento. En caso contrario es tremendamente incómodo sostener el libro con una sola mano ya que la otra la usamos para contrarrestar los bruscos movimientos del transporte en cuestión en el que viajamos a la hora en la que toma alguna curva importante. Y si encima lo que leemos es un libro al estilo de «Los Pilares de la Tierra» ya ni te cuento.

    2) Los transportes públicos no son los únicos sitios donde la gente lee fuera de casa. Las salas de espera de hospitales, clínicas y ambulatorios están repletas de fieles lectores e incluso dichos lugares te instan con una más que curiosa cartelería a que «anestesies» tu espera con la lectura de un buen libro.

  5. Vivaldo Moore ha dicho:
    mayo 8th, 2011 a eso de las 23:33

    Enhorabuena si allá lo que prepondera en el transporte público son los libros (forrados o no). Aquí, en Indias, en cambio, la mayoría del pasaje porta MP3, iPod o esos insoportables móviles que te obligan a escuchar una música que no has pedido.

  6. Vivaldo: «Esos insoportables móviles que te obligan a escuchar una música que no has pedido» se trataron en esta videoserie en el capítulo 29 «Polifonía»:

    http://minchinela.com/repronto/2009/12/15/capitulo-29-polifonia/

  7. He visto esta tira de Mel y me he acordado de este capitulo reprontista. A lo mejor también Mel sigue al Doctor.

    http://elchistedemel.blogspot.com/2011/05/defectillos.html

    Saludos y gracias por la dosis quincenal.

  8. Very well written post. It will be useful to anyone who utilizes it, as well as me. Keep up the good work – i will definitely read more posts.

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